Política

Lo que vendrá

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El nuevo Gobierno nacional gestionará con un Congreso dividido entre las dos principales fuerzas políticas y en el contexto de una complicada situación social, económica y financiera. El resultado en la provincia de Buenos Aires, clave de los comicios.


Alegría. Miles de manifestantes celebraron en el barrio porteño de Chacarita la victoria del Frente de Todos y el regreso del peronismo al poder. (Ronaldo Schemidt/AFP)

Los tiempos se adelantaron a partir del resultado de las primarias, que hoy parece tan lejano. La victoria de la fórmula Alberto Fernández – Cristina Fernández se dio por descontada desde aquel día y eso influyó en la elección final. La campaña de Juntos por el Cambio fue mucho más intensa mientras que el Frente de Todos pareció concentrarse más en la organización del futuro Gobierno que en los actos preelectorales. A la vista del escrutinio provisorio de las generales, el ex Cambiemos sumó
muchos más votos que el peronismo, aunque no le alcanzó para forzar el balotaje. En los hechos, la hiperpolarización registrada, con casi el 90% de los votos repartidos entre las dos fórmulas principales, mostró que el 27 de octubre fue una suerte de segunda vuelta, donde las otras fuerzas se diluyeron y perdieron buena parte del caudal conseguido en agosto.
El poder económico concentrado también había dado por terminada la puja electoral tras el 11 de agosto y se anticipó en tratar de imponer condiciones al nuevo Gobierno. Así, desde el reciente coloquio de Idea y el Foro de Convergencia Empresarial hicieron públicos sus pedidos de «acuerdos básicos» y fomento a la inversión privada, así como, ya no en documentos públicos, reclamaron la continuidad de algunos funcionarios del área económica y financiera. La Mesa de Enlace, representante de los intereses del sector agropecuario, salió al cruce de un documento del Partido Justicialista (ver Propuestas…) en el que se proponían cambios en el régimen de retenciones.
Lo cierto es que mientras estos sectores reclaman por sus intereses, la nueva gestión deberá responder a las expectativas de mejora económica que generó en la campaña. La situación social es dramática, la pobreza medida por el Indec alcanza al 35,4% de la población, mientras que el 7,7% está en situación de indigencia. Esta es, sin dudas, la primera deuda a saldarse en el país.

El factor Conurbano
El resultado de las generales marca, además de lo fundamental –el fin de un nuevo experimento neoliberal en la Argentina– el acierto de la estrategia liderada por Cristina Fernández, que resignó el primer lugar de la fórmula y abrió la posibilidad de sumar en un frente a casi todo el justicialismo junto con aliados que ya tenía el kirchnerismo. Sin esa sumatoria, el triunfo no habría sido posible. Una vez más los votos cosechados en el Conurbano bonaerense resultaron la clave del resultado. La fórmula Fernández-Fernández aventajó a Macri-Pichetto por dos millones de votos, de los cuales 1.050.000 salieron de la tercera sección electoral bonaerense (partidos del sur del Gran Buenos Aires) y 550.000 de la primera (distritos del oeste y el norte).
La contundencia del triunfo de Axel Kicillof en Buenos Aires frente a María Eugenia Vidal –que lega una provincia con indicadores socioeconómicos preocupantes y alto endeudamiento– no la deja fuera de las disputas internas que se avecinan en la alianza Cambiemos y jugará seguramente junto con el triunfador de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta. Queda por ver cómo se posicionarán en esa puja dirigentes radicales como el porteño Martín Lousteau y el gobernador mendocino y diputado electo Alfredo Cornejo, que pueden pasarle factura a Macri por la derrota. Vale destacar que, pese a que los analistas políticos y periodistas oficialistas presentaron el resultado como una remontada cuasi histórica del expresidente de Boca, lo cierto es que en Argentina no hay antecedentes, y en la región muy pocos, de un presidente en ejercicio que se postule y no consiga la reelección.
Desde el 10 de diciembre, la correlación de fuerzas en el Congreso Nacional mostrará un Senado dominado por el justicialismo –con tres bancas más que las que tenía queda a tiro de quórum– mientras que en Diputados, Juntos por el Cambio en conjunto tendrá la primera minoría, el Frente de Todos tendría 110 bancas, y decidirán el quórum los bloques menores. Con todo, la dinámica parlamentaria dependerá de la cohesión interna de los dos interbloques principales, que contienen a distintas corrientes que pueden esgrimir posiciones divergentes.   

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