Política | INTROMISIÓN EXPLÍCITA

Los atropellos del Sr. Lamelas

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Alberto López Girondo

Las inadmisibles declaraciones del futuro embajador de EE.UU. evidencian el rasgo colonial con que la potencia global pretende relacionarse con la región. Reacciones locales y Brasil como referencia.

Extraño rol. Lamelas viene al país a luchar contra las influencias malignas. Con Milei en uno de los viajes del mandatario a Estados Unidos.

Foto: @pldocmd

Las palabras del embajador designado por la Casa Blanca para la Argentina en su discurso ante el senado de Estados Unidos levantaron indignaciones, rechazos y también silencios estruendosos, pero, a decir verdad, no hicieron sino reflejar el talante de cowboy en decadencia que prospera en esta segunda presidencia de Donald Trump. Que además coincide con un mensaje explícito (¿estratégico?) de las nuevas derechas globales que se caracterizan por su grosería, arrogancia y desprecio por el otro. No hace falta abundar en ejemplos por estas pampas, en todo caso habría que enfocarse en lo que se trasluce entre tanta hojarasca.

Peter Lamelas, como él mismo dice, es cubano de nacimiento «y legalmente estadounidense por la gracia de Dios». Una curiosidad: llegó a este mundo el 27 de diciembre de 1958. Cuatro días después el dictador Fulgencio Batista huyó de la isla y el 1º de enero de 1959 tomó el poder la revolución comandada por Fidel Castro y Ernesto «Che» Guevara. En su CV, Lamelas cuenta que su familia debió huir de la persecución y que cuando llegaron a EE.UU. –«legalmente», recalca–, les fueron incautadas «nuestras pocas posesiones. Nos escupieron. Nos llamaron gusanos, traidores a la revolución. Salimos con poco más que lo puesto, pero llegamos con esperanza y determinación».

En su presentación también detalla que se recibió de médico en la Universidad Central del Este y que tiene una maestría en Administración de Empresas por la Universidad de Nova Southeastern, de la ciudad de Dave, en Florida. Como destacó Trump cuando lo propuso para el cargo, en diciembre pasado, Lamelas es además de sus títulos universitarios, «un empresario excepcional, reconocido por fundar la mayor empresa de atención médica de urgencias de Florida». Integró la Junta de Medicina de ese estado y fue comisionado municipal del distrito de Manalapan, donde reside.


Dios sabe
El futuro embajador es, por otro lado, un anticomunista declarado y, como demostró en su presentación ante la Cámara Alta estadounidense, tiene muy claro que entre sus enemigos están los gobiernos que no siguen al pie de la letra los dictados de Washington. De allí el encono que mostró contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, a la que sugirió enviar a una cárcel común. «Ella está en arresto domiciliario debido a algún favoritismo político que está pasando allí. Obviamente, ella no estuvo involucrada en el atentado de la AMIA, pero definitivamente de alguna manera estuvo involucrada en el encubrimiento, y Dios sabe si estuvo involucrada en la muerte del fiscal especial (Alberto Nisman)», dijo.

Luego mostró sin prejuicios las cartas geopolíticas. «Hay veintitrés provincias y cada una tiene su propio Gobierno, que puede negociar con fuerzas externas, con los chinos u otros… Y eso también puede prestarse a la corrupción por parte de los chinos. Uno de mis roles como embajador sería viajar a todas las provincias para tener una verdadera asociación con esos gobernadores y asegurarnos de eliminar la corrupción», dijo, con aires neocoloniales. Luego agregó: «Me mantendré firme contra la influencia maligna de potencias adversarias en la región, ya sean actores maliciosos o regímenes autoritarios como Cuba, Venezuela, Nicaragua, China, Irán y otros que buscan socavar los valores democráticos».

La respuesta de la expresidenta no se hizo esperar, y en su cuenta de X señaló que Lamelas «va a venir a la Argentina a “vigilar a los gobernadores”, a “frenar acuerdos con China”, y… (para que a nadie le queden dudas de por qué estoy presa) a “asegurarse de que CFK reciba la justicia que merece”». Resume: «Ni Monroe se animó a tanto».

La injerencia tan explícita alarmó a los gobernadores de la oposición peronista, como el fueguino Gustavo Melella, el riojano Ricardo Quintela, el pampeano Sergio Ziliotto y el bonaerense Axel Kicillof. Y a legisladores de Unión por la Patria y de sectores enrolados en la izquierda como Estaban Paulón, Myriam Bregman y el exembajador Ricardo Alfonsín para quien «las declaraciones de Lamelas son una vergüenza y agravian nuestra dignidad nacional». Para el diputado nacional Carlos Heller, «estamos frente a una expresión desfachatada de la postura imperial, que en esta administración Trump se está expresando sin cuidado, porque tal vez las mismas políticas existieron siempre, pero lo novedoso es la manera en que las explicitan, un modo de conducirse que no tiene que ver solo con la Argentina». El resto, parafraseando a Hamlet, fue silencio.


Provocación
Y es cierto, la postura provocativa de Lamelas es reflejo de la de Trump, que desde su regreso al poder destrata por igual a amigos como a enemigos. En el caso argentino, además, la estrategia de Washington encaja con la Argentina con que sueñan las élites encuadradas detrás de Javier Milei, de ser cabeza de playa para los intereses estadounidenses y así barrer con la alianza que el país del norte mantuvo con Brasil desde la Segunda Guerra Mundial.

Trump volvió al Salón Oval unos meses después del triunfo de Milei, entre cuyas primeras medidas estuvo renunciar a una membresía argentina en los BRICS por la que tanto había luchado Lula da Silva. El líder brasileño sabía de la necesidad de reforzar el bloque de los países emergentes con la presencia de sus vecinos del Plata.

En EE.UU. también lo saben, por eso la ofensiva de Trump contra los países que integran BRICS, a los que necesita debilitar y romper para poder enfrentarse en mejores condiciones contra China, su verdadera némesis. La ofensiva que comenzó hace un mes con el bombardeo a las plantas nucleares iraníes continúa con el ataque feroz que está recibiendo Lula. Porque lo de Lamelas no es muy diferente a las tarifas del 50% a las exportaciones brasileñas que impuso Trump amparado en lo que cataloga de un «terrible trato que recibe (Jair Bolsonaro) a manos de un sistema injusto que se ha vuelto en su contra. ¡Este juicio debe terminar de inmediato!».

El telón de fondo es la avidez estadounidense por los recursos brasileños. Y en esto tampoco se ahorran diatribas. La última movida sería el interés en minerales estratégicos como el litio, el niobio y por supuesto el petróleo. «El pueblo brasileño necesita ser respetado», había posteado Lula cuando se anunciaron los aranceles. 

En un acto que se desarrolló en Minas Gerais, el exdirigente metalúrgico dijo ahora: «Tenemos todo nuestro petróleo que proteger, tenemos todo nuestro oro que proteger. Tenemos todos los minerales ricos que quieran que proteger. Y aquí nadie pone la mano».
Lejos de las amenazas de la gestión Trump, esas presiones descarnadas están fortaleciendo el liderazgo de Lula da Silva. En el caso argentino, el despropósito del futuro embajador desempolvó en algunos sectores un viejo lema del peronismo: sobre lo que fue «Braden o Perón» aparece un «Lamelas o Argentina» o «Lamelas go home».

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