Política | DESPUÉS DE LOS AUDIOS

Los dilemas de Milei

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Lucía Aisicoff

Las denuncias por presunta corrupción terminaron de implosionar una crisis política en el oficialismo que conlleva interrogantes acerca de cómo se reconfigurará el Gobierno.

Óxido. El «triángulo de hierro» de Caputo y los hermanos Milei bajo la tensión de las disputas internas.

Foto: @JMilei

El Gobierno de Javier Milei, que llegó al poder con un esquema de toma de decisiones reducido y verticalista, atraviesa su crisis más profunda. El golpe principal no vino de la oposición ni de los mercados, sino de las entrañas del poder. La filtración de audios grabados en las últimas semanas extendió la desconfianza y paranoia al interior de la Casa Rosada, lo que dejó en evidencia la extinción del «triángulo de hierro» que conformaban el presidente, su hermana Karina Milei y su asesor Santiago Caputo. La consecuencia más evidente será una reconfiguración política, aunque todavía no está claro quién saldrá empoderado de ella.

La crisis expuso la parálisis de una gestión abocada a contener el fuego interno. Los audios del exdirector de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), Diego Spagnuolo, en los que habla de un presunto esquema de coimas para la compra de medicamentos, con menciones explícitas a Karina Milei, no solo revelaron una posible trama de corrupción, sino que dejaron al Gobierno sin reflejos. Luego del shock inicial, hubo un intento de pasar a la ofensiva; Milei desmintió los dichos de Spagnuolo y prometió denunciarlo; pero el plan de ataque se desvaneció apenas se difundieron los audios grabados en los que se escucha la voz de Karina. Entonces el relato viró a la teoría del complot y la Rosada denunció una «operación de inteligencia ilegal» del kirchnerismo para desestabilizar al país en plena campaña electoral, a días de las elecciones legislativas.

La falta de coordinación del oficialismo para dar una respuesta al escándalo fue tan evidente que hasta el vocero presidencial, Manuel Adorni, tardó varios días en pronunciarse sobre el tema. Mientras tanto, la atención de los funcionarios se desvió de la gestión, sumergiéndose en una lucha interna que venía incubándose desde el cierre de listas. Al clima de desconfianza se le sumó la estocada final de la oposición el último jueves en el Congreso, donde los senadores lograron voltear el veto a la Emergencia en Discapacidad. La crisis política se desató en un contexto ya convulsionado por los ruidos económicos, la suba del riesgo país y las dificultades del Gobierno para controlar el dólar.

Intrigas
La debacle del «triángulo de hierro» no fue de un día para el otro. La disputa por el control partidario y el armado electoral entre Karina Milei y Santiago Caputo se profundizó en el cierre de listas, cuando la secretaria general de la Presidencia –en tándem con Martín y Eduardo «Lule» Menem– marginó al asesor. Las Fuerzas del Cielo, la agrupación que integran los militantes virtuales que llevaron a Milei al poder, quedaron resentidas y no ocultaron su malestar con Sebastián Pareja, el armador bonaerense alfil de Karina Milei.

El problema es que este grupo que hegemonizó el armado de listas es el mismo que ahora enfrenta las fuertes sospechas de corrupción. La definición de ir con candidatos «puros» en las provincias y destratar a los gobernadores que hasta ahora habían colaborado con el oficialismo en el Congreso, podría salir muy cara si los resultados electorales no acompañan. La intriga que se impone es si este modo de construcción –que priorizó el protagonismo partidario y se construyó de espaldas a los aliados legislativos– será capaz de sostenerse. Y, si la crisis escala, si estas decisiones no llevarán a una sangría interna donde muchos más abandonen el barco. Milei, lejos de mostrar preocupación, redobló la apuesta e hizo una defensa sólida a su hermana, en un gesto de confianza absoluta. Un funcionario se alza, una vez más, como el único que podría tender puentes en medio de este caos: Guillermo Francos. El jefe de Gabinete, con su experiencia y perfil dialoguista, parece sortear la interna por arriba y lograr que prevalezca su buena relación con las distintas tribus. También fue el primero en dar la cara después del escándalo de Spagnuolo, un gesto que Milei reconoció y halagó públicamente al llamarlo «el mejor jefe de Gabinete de la historia». Tras la derrota del jueves en el Senado, el jefe de Gabinete salió al cruce del agitador libertario Daniel Parisini, conocido en redes como «el gordo Dan» -a quien el presidente Milei validó como vocero al ir varias veces a su canal de streaming y elogiarlo efusivamente-, ante mensajes descalificatorios dedicados al senador Luis Juez, aliado al oficialismo.

Sin embargo, el relato de un Francos «empoderado» ya se escuchó muchas veces y siempre chocó con la misma pared, ya que sus promesas a la oposición, fruto de extensas charlas y negociaciones, usualmente terminan desautorizadas por los hermanos Milei. La renovada centralidad de Francos y su inclusión en el corazón de poder, ¿se demostrará en los hechos o es solamente una pantomima en tiempos difíciles?

Pasillo. Francos y Martín Menem en el Congreso: roles preponderantes en el diagrama de poder libertario.

Foto: NA

Sin fusibles
El escándalo de las coimas en la Andis puso al Gobierno de Milei en una encrucijada. La estrategia de echarle toda la culpa a Spagnuolo y denunciar un complot parece débil. La pregunta que sobrevuela es quién será el cortafuegos para detener el incendio. El runrún que circula entre las segundas líneas es que el propio Milei sugirió la posibilidad de sacrificar a «Lule» Menem para salvar a Karina, una movida que no sería fácil de concretar dado el vínculo que existe entre ambos.

Lo que revela la crisis es un esquema de poder centralizado en pocas figuras, sin fusibles. Milei, en su círculo de poder, hasta ahora solo incluyó a su hermana y un puñado de personas de su confianza. Delegó el «hacer política» en Karina, una decisión que le permitió concentrarse en los temas que le interesan. Hoy esa fortaleza se convirtió en debilidad, porque en una crisis de esta magnitud no hay segundas líneas con autoridad suficiente a las que pueda culpar. Si falla la «política» –esto es, el armado territorial y las decisiones electorales– la responsable es Karina.

La pregunta que sobrevuela es si Milei, en algún momento, se verá forzado a romper esa dependencia. ¿Es posible que el presidente, sin soltar a su hermana, le quite protagonismo y centralice en su figura la toma de decisiones? La respuesta, a juzgar por sus propias declaraciones, sería un «no» categórico, ya que Karina siempre ocupó un lugar fundamental en su vida personal y profesional. Sin embargo, el presidente sabe que necesita reconfigurar el esquema de poder, para evitar el desgaste de un oficialismo que, por primera vez, parece perderse en aguas desconocidas.

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