Política | TENSIONES EN EL EJECUTIVO

Los juegos de una vice

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Lucía Aisicoff

El malestar de Milei contra Villarruel quedó expuesto con el rechazo del Senado al DNU. Ella afianza su vínculo con los gobernadores y admite que tiene un estilo distinto. ¿Cuál es su estrategia?

Cámara Alta. La vicepresidenta conduce la sesión en la que se rechazó el megadrecreto.

Foto: NA

La relación entre Javier Milei y Victoria Villarruel, distanciados desde el tramo final de la campaña, entró en su momento de mayor tensión a raíz del rechazo del Senado al Decreto de Necesidad y Urgencia 70/2023, llamado formalmente «Bases para la reconstrucción de la Economía Argentina». Desde la Casa Rosada culpan a la vicepresidenta por haber habilitado la sesión y miran con desconfianza el vínculo que teje con los gobernadores a través de sus viajes a las provincias.
El mega DNU, publicado el último 20 de diciembre, es de vital importancia para Milei ya que modifica, sustituye o deroga más de 100 leyes o decretos, entre ellos la Ley de Alquileres, la de Contratos de Trabajo y los aumentos de medicina prepaga. La convocatoria de Villarruel a la sesión en la que se lo terminó rechazando generó un fuerte enojo, porque ahora necesitará su aprobación en Diputados para mantenerlo vigente.
En un comunicado firmado por la Oficina del Presidente, Milei expresó su «preocupación por la decisión unilateral de algunos sectores de la clase política que pretenden avanzar con una agenda propia e inconsulta». Fue un mensaje directo para Villarruel, ratificado por distintas voces del Gobierno.
La vicepresidenta ya había avisado hace semanas que convocaría a la sesión. Desde su entorno la excusaron con que dilató el tema lo más que pudo, controló la presión del kirchnerismo –que desde enero le exige una sesión especial–, pero finalmente cedió cuando senadores de varias provincias se sumaron al reclamo, ante el descontento de los gobernadores con la gestión nacional. Recién el último miércoles, a horas del inicio de la sesión que ya estaba convocada oficialmente, la Casa Rosada reaccionó e intentó hacer caer el tratamiento del DNU.

En el centro de las críticas 
Hacia el interior de La Libertad Avanza (LLA) existen distintas interpretaciones sobre cuánto margen tenía Villarruel para evitar la sesión del jueves, pero coinciden en que estaba al tanto de que la oposición tendría los votos para rechazar el DNU. Por eso, con distinto tono, desde el entorno presidencial salieron a cuestionarla.
El ministro del Interior, Guillermo Francos, consideró «un error» de la vice haber «cedido a las presiones» de la oposición para habilitar el debate. El más duro fue José Luis Espert, que selló su pase al oficialismo en los últimos días, cuando en una entrevista con LN+ le preguntaron si Villarruel intentaba «desestabilizar» al Gobierno. «No sé», respondió, y ante una repregunta, amplió: «A la luz de esto, me genera dudas».
Los militantes libertarios que se expresan en las redes sociales, principalmente en X (Twitter), también se enfocaron en Villarruel a través de memes e insultos. Muchos de ellos fueron avalados por el propio presidente a través de likes.
Después, desde la Rosada intentaron bajar el tono y el vocero presidencial, Manuel Adorni, desmintió que haya una interna. Decidido a desescalar el conflicto, señaló que hubo «una mala lectura» del comunicado y que fue «contra la casta política» y no contra la vice. Este viernes, el propio Milei salió en la misma línea, al indicar que hubo una «interpretación maliciosa» del periodismo al considerar que el comunicado era contra Villarruel. «El cañonazo fue a la casta, no a Victoria», afirmó el presidente en Radio La Red.
Unas horas antes, Villarruel había publicado un video en sus redes sociales en el que también intentó bajarle el tono a la interna. «Mi compromiso con Argentina y Javier Milei es inclaudicable», dijo, aunque también afirmó que «el Senado es la casa de las provincias y es un poder independiente». Entonces lanzó: «Yo no me voy a convertir en Cristina Fernández de Kirchner. No me voy a convertir en aquello que vinimos a cambiar».

El trasfondo de la discusión 
Milei y Villarruel se conocieron en 2018 a través de Twitter, unidos por su posición contra el aborto durante el debate. La relación se afianzó y Milei le ofreció llevarla al Congreso como su candidata a diputada. Luego de esa primera escala, en la que no hubo cortocircuitos públicos, la eligió como su compañera de fórmula presidencial.
La desconfianza cruzada arrancó en la campaña. Una semana antes del ballotage de noviembre, Villarruel encabezó un acto en el barrio porteño de Recoleta en el que lanzó un logo propio, conformado por la «V» inicial de su nombre de color fucsia, sin ninguna alusión a la marca libertaria. Con esa actitud se ganó la desconfianza de Milei, pero sobre todo de su hermana Karina, hoy secretaria General de la Presidencia.
Villarruel volvió a diferenciarse unos días más tarde, en lo que algunos señalan como el hecho que terminó de apartarla de la mesa chica. Karina Milei había presentado una denuncia por supuesto fraude en las elecciones del 22 de octubre, en la que se acusaba a la Gendarmería por desmanejos en los comicios. «Quiero respaldar a los gendarmes, no dudo de su confianza, no generalizamos ni desconfiamos de esta fuerza», dijo la actual vice, en una frase que hacia adentro de LLA interpretaron como desafiante hacia Karina.
Una vez electo, Milei corrió a Villarruel de su círculo íntimo e incumplió su promesa de otorgarle el manejo de las áreas de Seguridad y Defensa. Desde entonces, hubo dos alarmas que sonaron en la Rosada contra Villarruel: una se desató con la publicación de un artículo del Financial Times que sugería seguirla de cerca porque estaba «lista» para lo que fuera necesario; la otra tuvo lugar hace unos días, cuando salió a la luz el aumento de las dietas en los legisladores y ella dejó trascender a través de su propio entorno que estaba en desacuerdo con dar marcha atrás, aunque al final cedió. 

El factor federal
Villarruel no tiene aliados en su propio Gobierno, por eso hizo un esfuerzo por conseguirlos en el Congreso, donde cada vez que puede se desmarca del estilo de Milei, que los consideró un «nido de ratas». Ella alienta el diálogo y dio muestras de su muñeca política, tanto en la definición de autoridades de la Cámara, cuando logró nombrar como presidente provisional al puntano Bartolomé Abdala y también pudo excluir al kirchnerismo de la titularidad de las principales comisiones al generar una alianza circunstancial con senadores del PRO, la UCR y los bloques más chicos.
«Ella siempre tiene el teléfono abierto, busca reivindicar el federalismo. Para Villarruel los gobernadores no son figuritas decorativas», dicen desde su entorno, en una frase en la que subyace una crítica a los manejos de Milei, que en los últimos tiempos abrió frentes de conflicto incluso con gobernadores aliados, como el chubutense Ignacio Torres, dirigente del PRO.
Villarruel buscó mostrar que su defensa al federalismo no es meramente discursiva e incluyó en su agenda viajes a distintas provincias, para afianzar su vínculo con los gobernadores. Fueron visitas breves en las que se reunió con mandatarios de distinto color político, entre ellos el cordobés Martín Llaryora (Hacemos por Córdoba) y el santafesino Maximiliano Pullaro (UCR), además de fotografiarse con intendentes y dirigentes de distintas localidades.
Mientras ella busca profundizar su construcción política personal, Milei suma focos de conflicto con los gobernadores y el Congreso. Cerca del presidente saben que Villarruel ocupa un rol clave en el manejo del Senado que no pueden menospreciar, ya que una pelea a cielo abierto con la vice traería consecuencias inciertas para el futuro del oficialismo.

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