Política | DISCURSO DE ALBERTO FERNÁNDEZ

Memoria y balance

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Alberto López Girondo

Con críticas al Poder Judicial, alusiones a la historia reciente, un repaso de su gestión y cruces con la oposición, el presidente inauguró las Sesiones Ordinarias del Congreso.

Asamblea legislativa. El presidente abrió el período 141° junto a Cristina Fernández, Cecilia Moreau y Claudia Ledesma.

Foto: Télam

Alberto Fernández comenzó su cuarto discurso como presidente de la Nación en el Congreso resaltando –y hasta destacando en tono de réplica– logros que, entendió, fueron conseguidos gracias a su «moderación». Y ante un recinto en el que no hubo ausencias de la oposición, y que contó con dos representantes de la Corte Suprema, fue haciendo un recuento de los tres años que está dejando atrás. Ese clima con tendencia a la calma con el que inició el Discurso del Estado de la Nación, sin embargo, se fue elevando hasta un clímax con fuertes cruces en el último tramo, cuando fustigó con dureza no solo al máximo tribunal sino también a amplios sectores del Poder Judicial a los que endilga procesos poco transparentes en causas contra la vicepresidenta que buscan «su inhabilitación», puntualizó.
No olvidó en el mensaje inaugural del 141º período de Sesiones Ordinarias del Congreso detallar el momento histórico que le tocó en suerte, al tiempo que destacó que en este año se cumple el 40º aniversario de la recuperación de la democracia, «el período más largo en nuestra historia». 
Así, puso en foco en la lucha de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo para llegar a estas cuatro décadas de institucionalidad y recordó a los excombatientes de Malvinas en el marco del reclamo histórico por la soberanía en el archipiélago. «Tengo la convicción de que Malvinas nos une en una causa nacional que convoca y moviliza al pueblo argentino», dijo. Dentro de ese recordatorio también pidió a la Justicia que avance en esclarecer el atentado contra CFK, del que este 1° de marzo se cumplieron seis meses.
En un mensaje de 120 minutos transmitido en cadena nacional, Alberto Fernández señaló el impacto que tuvieron la pandemia, la guerra en Ucrania y la prolongada sequía como un fuerte condicionante a la hora de desarrollar su gestión, a pesar de lo cual se jactó de «haber puesto el pecho» a las adversidades. 
Luego recordó parte de la herencia recibida en 2019, sin mencionar por su nombre propio a nadie del Gobierno de Cambiemos, aunque sí habló del problema de la deuda externa y señaló que durante su Gobierno no se utilizó al servicio de inteligencia «para espiar a opositores». Luego agregó que «los recursos de la Agencia Federal de Inteligencia son públicos y no existen operadores que en nombre del Gobierno compran voluntades judiciales». 
A su derecha, a pocos metros del estrado que compartía junto a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, a la titular de la Cámara Baja, Cecilia Moreau y a la presidenta provisional del Senado, Claudia Ledesma Abdala, los dos miembros de la Corte que dieron el presente, Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti, miraban la escena impávidos. Así se mantuvieron durante toda la sesión, incluso cuando el presidente recordó –señalándolos con el pulgar de su mano derecha– que habían sido designados por decreto, que avanzaron sobre prerrogativas del Poder Legislativo como derogar la ley del Consejo de la Magistratura o garantizar a la Ciudad de Buenos Aires «recursos coparticipables que no le corresponden, contrariando la ley de coparticipación vigente». 
Fue aquí que desde la oposición comenzaron una batahola contra el presidente, que tuvo un cruce puntual con algún diputado. Finalmente ni los cortesanos ni los legisladores del frente opositor se levantaron de sus curules en señal de rebeldía, como habían pronosticado algunos medios. 
Tras detallar las cifras de crecimiento que se vienen registrando en todos los rubros de la economía, muy superiores incluso a las previsiones más optimistas, Fernández computó como una de las cuentas pendientes la alta inflación. «No resulta una tarea sencilla. Quienes minimizaron el problema acabaron por profundizarlo», resumió.
Más adelante, salió en defensa de las empresas públicas al contar la realidad de Aerolíneas, Arsat, YPF, INVAP, Aysa, el Banco Nación y el Correo Argentino y el rol que cumple cada una en los rincones más lejanos del país. En ese contexto, y cuando arrecian cuestionamientos y vuelve el discurso privatista, dijo: «Que no vengan a hacer negocios con nuestro patrimonio los que invocan números con los que disfrazan su falta de interés por las condiciones de vida de tantos argentinos y argentinas, a los que estas empresas ayudan y mucho».
Para finalizar, el presidente resaltó el uso que se le dio a lo recaudado gracias a la Ley de Aporte Solidario y Extraordinario. Ya había mencionado la construcción del gasoducto de Vaca Muerta. Para cada uno de los puntos que iba detallando, Fernández fue presentando a ciudadanas y ciudadanos que, desde los palcos, atestiguaban sus palabras, por ser protagonistas de historias de vida en las que el Estado había sido clave para su desarrollo personal.
Fue ese el momento de señalar a una mujer a la que identificó como Belén, que «tiene trabajo gracias a una cooperativa que se creó bajo el programa Obras Tempranas de la Secretaría de Integración Social y Urbana del Ministerio de Desarrollo Social» financiado «a través de la Ley de Aporte Solidario y Extraordinario que este mismo Congreso ha votado». Y concluyó: «Cuando discutimos grandes fortunas lo que estamos discutiendo es más igualdad».

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