Política

Puntos suspensivos

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Mientras la recesión golpea a los sectores populares, el Gobierno, sacudido por tensiones internas de la coalición Cambiemos y los resultados de las encuestas, convocó a la dirigencia política opositora a una serie de encuentros de resultado incierto.

Alianza. Frigerio, Cornejo, Vidal, Macri, Morales, Valdés, Rodríguez Larreta y Peña, reunidos en abril. Incertidumbre ante la convención radical. (Télam)

El Gobierno navega en su propia crisis y busca encontrar pronto tierra firme donde poder hacer pie. El apuro, centralmente, se debe al cronograma electoral: el 22 de junio es el cierre de listas, punto de inflexión en la carrera presidencial porque desde aquel día quedarán oficializadas las candidaturas y ya no habrá vuelta atrás. En el oficialismo son conscientes de que cuanto más demoren en encontrar paliativos eficaces para la problemática social y económica que golpea al país, menos chances tendrán de obtener una victoria en las urnas, sea quien fuere el postulante que encabece la boleta.
En medio de la frustración política que por estas horas vive el presidente Mauricio Macri –las encuestas arrojan resultados que fomentan el pesimismo en la Casa Rosada–, volvieron a aflorar las internas en la alianza gobernante. El radicalismo, atento a la coyuntura, comenzó a distanciarse cada vez más de la estrategia que se planea en Balcarce 50. Las discrepancias con el asesor ecuatoriano Jaime Durán Barba y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, son públicas.
Con todo, las diferencias entre los correligionarios y el PRO no son nuevas. Las primeras desavenencias se dieron con la forma en que el jefe de Estado tomaba las decisiones importantes de su gestión. En la mesa chica prácticamente no había espacio para los dirigentes de la Unión Cívica Radical (UCR), que se sintió aislada. El centenario partido quedó excluido de todas las definiciones relevantes. Algo que se evidencia al observar cuántos ministerios (y cuáles) encabezan los dirigentes radicales.
Esto tuvo su clímax con la desatinada política energética, que derivó en un importante cortocircuito interno cuando se definió la aplicación de una nueva tanda de tarifazos, en octubre de 2018. Entonces, quien comandaba el Ministerio de Energía, Javier Iguacel, intentó cobrar a los usuarios un retroactivo por la suba del dólar, lo que provocó un gran malestar social. En ese momento, la presión de los radicales en el bloque de Cambiemos obligó a dar marcha atrás y se definió que dicha suba fuera absorbida por el Estado (aunque no por las empresas, como también se planteaba). Fue, acaso, la primera victoria de peso de los radicales.
Otra imagen del desacople entre los socios se dio este año con los desdoblamientos de las elecciones provinciales de las nacionales en provincias gobernadas por la UCR. El gobernador mendocino Alfredo Cornejo –que es el presidente del radicalismo–, y el jujeño Gerardo Morales hicieron oídos sordos al reclamo macrista de unificar los comicios locales en sus territorios. Fue por una cuestión de supervivencia: al ver las encuestas observaban que si iban en la misma boleta que Macri, perdían votos.
La decisión de Cornejo y Morales contrastó con la de la mandataria bonaerense, María Eugenia Vidal, quien se «cuadró» con la solicitud de su líder político. No obstante, antes remarcó su disconformidad y le presentó al primer mandatario una voluminosa carpeta con todas las razones por las cuales consideraba que era necesario separar las elecciones nacionales de las bonaerenses. Pero Macri quiso atar la suerte de Vidal a la suya. Al menos, por ahora.

Juega el comodín
Finalmente, con la definición de las candidaturas presidenciales en el horizonte, se abrió una fuerte disputa de poder del radicalismo a Macri, con el ascenso de Martín Lousteau, quien se transformó en el comodín de los boina blanca. Aún es un enigma qué cargo disputará el economista y diputado nacional, pero se descuenta que será importante (sonó como postulante a la presidencia, vicepresidencia y jefatura de Gobierno porteño, curiosamente, tanto dentro como fuera de Cambiemos). Algunos se animan a afirmar que hasta Daniel «Tano» Angelici –de raíces radicales– hoy está más cerca de Enrique «Coti» Nosiglia que de Mauricio Macri. Toda una señal de los vientos que soplan en la alianza gobernante.

Citados. Massa y Lavagna, dos de los que recibieron la misiva presidencial. (NA)

Por estas razones están todos los ojos puestos en qué se definirá en la reunión de la convención nacional de la UCR que se realizará para fijar la estrategia de alianzas. Así como en 2015, el encuentro de Gualeguaychú resultó fundamental para el armado de Cambiemos, la inminente reunión del partido puede ser determinante para el futuro de la coalición. Si bien aún no hay fecha ni locación, el encuentro está estipulado para fines de este mes, en Jujuy o Corrientes. «Allí se debe ratificar o no el acuerdo con Cambiemos. Puede ser un encuentro muy interesante», aseguraron desde el partido de Alem e Yrigoyen, en referencia a las distintas voces que se escucharán en aquella reunión.

Correo activo
Tal es la tensión actual en la entente oficialista que Cornejo no dudó en llamar en los últimos días a ampliar la alianza, algo que no cayó nada bien a la referente de la Coalición Cívica, Elisa Carrió. Consultados por Acción, desde el macrismo aseguraron que está descartada la posibilidad de sumar dirigentes peronistas.
En este contexto, surgió desde la Casa Rosada la idea de convocar a todas las fuerzas políticas, a la CGT, los empresarios y a la Iglesia a discutir 10 puntos básicos de consenso que garanticen la gobernabilidad. Esta iniciativa, que impulsa el ministro de Interior, Rogelio Frigerio, y tiene final incierto, es una victoria del ala política de la coalición gobernante, que venía a la sombra de Marcos Peña y Durán Barba. A través de una misiva fueron interpelados los gobernadores, Roberto Lavagna, Sergio Massa y la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, a quien le llegó el texto por mail al Senado, el 6 de mayo. Una citación de Macri a Cristina era algo impensado en el último tiempo.
En la carta, redactada por Peña y Frigerio, se requiere a los destinatarios que se expresen sobre los 10 puntos del consenso, entre los que se destacan: garantizar el equilibrio fiscal, el cumplimiento de las obligaciones con los acreedores, la reforma laboral y otra previsional, una reducción impositiva y un sistema de estadísticas profesional. Un punteo que tiene la sombra del Fondo Monetario Internacional (FMI), que mira de reojo la capacidad de pago de las deudas contraídas por la Argentina en los últimos tres años. En suma, un decálogo del modelo macrista para el que piden el aval de las otras fuerzas políticas. Aunque aclaran, en el texto firmado por el presidente, que «estos puntos no son un plan de gobierno, ni una propuesta electoral, ni un contrato de adhesión».
Con esta medida, el Ejecutivo busca retomar la iniciativa política y presentarse abierto al diálogo. Se trata de una de sus últimas apuestas en pos de lograr una ansiada estabilidad que le permita llegar en condiciones competitivas a los comicios de octubre.

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