Política

Rápido y furioso

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En las primeras semanas de su mandato, Mauricio Macri lanzó una catarata de medidas para revertir las líneas de gestión del gobierno anterior. Iniciativas económicas, políticas y judiciales.

 

Aplausos. Junto con funcionarios y dirigentes del sector agropecuario, Macri anunció en Pergamino los cambios en las retenciones. (Télam)

La sensación generalizada de que Mauricio Macri gobierna desde hace largos meses, cuando en verdad acredita apenas unas pocas semanas de gestión, tiene su origen en la cantidad de medidas económicas que pausada pero regularmente revierten las políticas adoptadas durante los últimos 12 años, la cotidiana y persistente remarcación en los precios de los productos más demandados por los sectores populares y la catarata de decretos de necesidad y urgencia (DNU), un recurso que el flamante oficialismo solía censurar acremente cuando lo aplicaban sus antecesores. El uso abusivo de los DNU se prolongará, por lo menos es lo que sostuvo el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Germán Garavano, quien lo justificó alegando: «No tenemos Congreso y hay muchas decisiones urgentes».
Al confirmarse que las predicciones en materia de precios y salarios, lejos de haber formado parte de una «campaña del miedo», eran una descripción de los objetivos que se fijaron los ganadores del balotaje, el estupor de muchos de los votantes de Cambiemos se mixturó con la bronca de aquellos que, desde su flamante condición de opositores, veían confirmadas sus peores expectativas.
El presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luis Miguel Etchevehere, contribuyó a atizar las brasas con un controversial comentario sobre la eliminación de las retenciones para la exportación de carne que incrementó los precios internos en más de un 40%: «Lo que vamos a exportar –dijo– son los cortes que no tenemos el hábito de comer acá, como el lomo», y agregó: «Generalmente lo comemos cuando queremos bajar de peso o estamos saliendo de alguna enfermedad». Como si no bastara, el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile, adelantó la posibilidad de importar carne uruguaya con el fin de que los ganaderos argentinos puedan «retener para producir más».
Por añadidura, los aumentos registrados en los sustitutos de la carne, en el trigo, el maíz y en general en todos los productos alimenticios no serán medidos por el Instituto Nacional de Estadística y Censos, porque –según lo anunció su nuevo titular, Jorge Todesca– no cuenta aún con un equipo técnico que pueda procesar los datos, lo que le impediría trabajar en el corto plazo en la elaboración de un índice de precios minoristas. El verdadero motivo de la omisión, según sus objetores, radica en la necesidad de que los incrementos registrados en las últimas semanas no influyan sobre las próximas discusiones paritarias. En tal sentido, algunos gremios como el Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (SUTEBA), que representa a la mayoría de los docentes bonaerenses, han adelantado su determinación de solicitar una cifra que orilla el 40%, mientras Hugo Moyano, que busca preservar sus buenas relaciones con Macri, estaría dispuesto a aceptar un 30%, pero las presiones de su gremio podrían alterar sus deseos. El camionero ya le pidió a su amigo que se acuerde de los trabajadores y que, tras liberar el cepo al dólar, no imponga otro para las paritarias.
Todo indica que las relaciones entre el gobierno de Cambiemos y los sindicatos no serán fáciles, aunque si se toma en cuenta el pragmatismo que suele caracterizar a la dirigencia tradicional, pueden mejorar a cambio de algunas concesiones menores. El macrismo se propone consensuar un pacto con los gremios y los empresarios con el fin de dotar de previsibilidad a su gestión, pero tal posibilidad dependerá del deterioro que efectivamente sufran los salarios, de la preservación o no de las conquistas sociales obtenidas en los últimos años y del impacto que tengan sobre los ingresos los anuncios de aumentos en las tarifas de energía eléctrica, gas y transporte, servicios que hasta el momento estaban fuertemente subsidiados.
En tal sentido, el ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, prometió sin dar demasiadas precisiones que se iniciaría «un proceso de modificación gradual de los subsidios», eufemismo para referirse al ajuste que el economista del Pro Carlos Melconian –flamante presidente del Banco Nación– propone que oscile entre el 250 y el 400% en el caso de la electricidad y se haga en una sola vez.
Tanto los gremios como las corporaciones empresarias procuran no perder nada de lo que han ganado. Los supermercadistas, por ejemplo, aseguraron que no retrotraerán sus precios al 30 de noviembre último como solicitaba el gobierno, aunque dijeron estar dispuestos a sostener una pequeña canasta de Precios Cuidados. Por su parte, la Unión Obrera Metalúrgica reaccionó con prontitud ante la ofensiva de la empresa Techint que procedió a despedir a 190 operarios con el objetivo de forzar al sindicato a aceptar la reducción del 80% al 60% en los salarios de los trabajadores suspendidos, medidas ambas que no pudo concretar.
Pero si hubo un tópico que deterioró prematuramente la imagen del nuevo gobierno, ese fue la decisión del Poder Ejecutivo de designar por decreto a dos integrantes la Corte Suprema de Justicia, marginando al Senado. La nominación de Horacio Rosatti y Carlos Fernando Rosenkrantz fue rechazada por los constitucionalistas y también por dirigentes del radicalismo como Julio Cobos, Ricardo Alfonsín, Mario Negri y Ricardo Gil Lavedra, posteriormente disciplinados por el titular del Comité Nacional de la UCR, José Corral, quien apuesta a cerrar las grietas que ya se abrieron en la interna de Cambiemos. El amplio espectro de los críticos y la dura posición de una de las tres integrantes de la Corte, Elena Highton de Nolasco, que según el bisemanario Perfil se negó terminantemente a convalidar la maniobra, determinaron la postergación hasta febrero de la jura de los dos nuevos miembros. Además, el juez federal de Dolores Alejo Ramos Padilla dictó una medida cautelar contra el nombramiento «en comisión» de los juristas Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti para ocupar las vacantes en la Corte Suprema. El magistrado invalidó las designaciones y ordenó a la Corte que se abstenga de tomarles juramento.

 

No cuenten conmigo
El nombramiento de Carlos Manfroni como subsecretario de Asuntos Legislativos del Ministerio de Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich, también debió ser rectificado después de que Horacio Verbitsky,  en su habitual nota dominical del matutino Página/12, difundiera el pensamiento medieval que durante la dictadura genocida exhibía en el ultraderechista mensuario Cabildo. Según Manfroni, «la democracia y la libertad son productos de la hedionda Revolución Francesa» y el rock, «el movimiento “artístico” más subversivo, anticristiano, antimetafísico y contracultural de todos los tiempos». El popular músico Charly García hizo un notable aporte a su defenestración. En una carta dirigida al titular del Sistema Nacional de Medios Públicos, Hernán Lombardi, el autor de «Los dinosaurios», que había sido caracterizado como «pervertido, drogadicto y homosexual» por el frustrado funcionario, recordó su decidido enfrentamiento con la dictadura y señaló: «No cuenten conmigo, ignorantes. Siento que la lucha fue en vano, pero aun así, estaremos presentes en nuestras letras, todos nosotros, como en aquellas épocas negras».
Otro DNU de los tantos que se dictaron, busca modificar una ley declarada constitucional por la Corte Suprema al establecer que la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) pase a depender del Ministerio de Comunicaciones, a cargo de Oscar Aguad, apodado el milico por sus vínculos con represores cordobeses y un defensor acérrimo de los oligopolios mediáticos. Contra lo que esperaban aquellos que sostienen que se trata de una cuestión de menor importancia, ajena a los intereses populares, una muchedumbre se movilizó en Congreso y otras plazas de todo el país para reclamar que la libertad de expresión deje de tener dueños y reivindicar la pluralidad de voces.

Daniel Vilá