1 de septiembre de 2025
El triunfo de los hermanos Valdés era previsible, la sorpresa estuvo por el lado de la alta participación, a contramano de lo que venía sucediendo este año, y el contundente fracaso libertario.

En familia. Gobernador saliente y gobernador electo, Gustavo y Juan Pablo Valdés.
Foto: @gustavovaldesok
Como lo indicaban la casi totalidad de las encuestas, Juan Pablo Valdés, hermano de Gustavo, el actual gobernador, se impuso en la primera vuelta de las elecciones correntinas con el 51,7% de los votos. Un hecho saliente de la jornada fue la alta concurrencia –75% de los empadronados– que rompió con la tendencia de los comicios que hasta el momento se habían realizado en otros distritos del país donde la asistencia a las urnas no superó el 55%. Algunos observadores atribuyen a este factor la buena elección del justicialismo –agrupado en Limpiar Corrientes– que postulaba al intendente de Paso de los Libres, Martín Tincho Ascúa, y obtuvo alrededor del 20% de los sufragios en una provincia que le fue tradicionalmente adversa al peronismo. En cambio, el exgobernador Ricardo Colombi, que representaba a otra fracción del radicalismo fracasó en su intento de pelear mano a mano con Valdés, ya que obtuvo menos del 17% de adhesiones.
Pero el dato más conmocionante lo aportó La Libertad Avanza (LLA) que ocupó el cuarto lugar con el candidato Lisandro Almirón y el 10% de los votos, tras la negativa libertaria a concretar una alianza con Valdés, a quien pretendían subordinar a LLA. La catástrofe del mileísmo podría tener consecuencias para la permanencia en el Gobierno de Eduardo Lule Menem, quien junto con Karina Milei, la hermana presidencial, sostiene la estrategia de candidaturas propias.
La contundente victoria del oficialismo correntino motivó la euforia del secretario general de la gobernación, Carlos Vignolo, que se manifestó «contentísimo» por el resultado, a pesar de que se perdieron 25 puntos respecto de la elección anterior.
En lo que hace a la campaña electoral, nada hacía pensar que podría romperse la calma hasta que la hermana del presidente viajó a la capital provincial el último jueves para cerrar la campaña libertaria de Almirón. En la caminata por la peatonal céntrica la custodia debió afrontar el repudio contra Milei y su acompañante, el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem, quienes abandonaron raudamente el lugar en un vehículo oficial. Los periodistas que realizaban la cobertura en vivo denunciaron haber sido agredidos por militantes de LLA.
Ese mismo día, el gobernador tenía agendado asistir a la entrega de 22 viviendas en la localidad de Gobernador Virasoro, pero no concurrió debido a que 427 trabajadores que habían sido suspendidos por la empresa forestal Tapebicuá y cortaban la ruta 14, pretendían reunirse con él.
El miércoles, otro episodio acaecido en el cierre de campaña de Paso de los Libres había contribuido también a elevar la temperatura. Allí el gobernador Valdés, al mejor estilo mileísta, definió al contrincante de su hermano e intendente de esa localidad, Martín Ascúa, como «un pelado, bocón, culo sucio, sinvergüenza y corrupto», un exabrupto que no trascendió el ámbito local.

Ascúa. El intendente de Paso de los Libres fue segundo, pero no logró forzar un balotaje.
Foto: NA
Una historia conservadora
Cabe destacar que Corrientes estuvo históricamente gobernada por un conservadurismo semifeudal desde la década del 80 del siglo XIX. Los peones rurales estaban sometidos a un régimen casi esclavista y a la hora de emitir su voto lo hacían por el partido de su patrón, al punto que en 1946 el peronismo triunfó en todo el país excepto en esta provincia.
Los partidos que encarnaban esta postura eran el Liberal y el Autonomista, que lograron afianzarse orgánicamente a través de alianzas y acuerdos que se extendieron con algunas interrupciones hasta inicios del siglo XXI. En 1961 se reconstituyó el denominado Pacto Autonomista-Liberal, basado fundamentalmente en la alternancia en el Ejecutivo y el reparto equilibrado de legisladores y cargos públicos. Así, la alianza se convirtió en la principal fuerza provincial hasta que en 1973 fue derrotada por el aluvión peronista. Reinstaurada la democracia en 1983, fue elegido como gobernador el autonomista José Antonio Romero Feris, popularmente conocido como Pocho, a quien secundaba su hermano Raúl, Tato para todos.
Pero la unidad fraternal se rompió cuando Pocho eligió a Tato como sucesor y éste lo marginó del poder y se convirtió en un «aliado y amigo incondicional de Carlos Menem», como gustaba definirse. En 2007 se candidateó sin éxito para la presidencia de la Nación por la Fuerza de Integración Federalista y más tarde fue electo como intendente de la capital, pero en 1999 Corrientes fue intervenida por el Gobierno de la Alianza y Tato fue depuesto y encarcelado por la justicia debido a 60 causas por manejo irregular de fondos públicos. Dos años después hizo campaña desde la prisión y logró una banca que no llegó a asumir por decisión del Senado y motivó su renuncia indeclinable.
La continuidad de las políticas conservadoras, como se ha ratificado en estos comicios, ya no corresponde a los partidos que así se han definido históricamente. Está a cargo del sector del radicalismo que responde a las directivas de los hermanos Valdés.