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Ruidos en el Fondo

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Si hay un tema que atraviesa la realidad argentina de un modo acuciante es el de la deuda externa. El año pasado, luego de meses de pujas y entredichos, el ministro Martín Guzmán logró un acuerdo por la deuda contraída por el Gobierno de Cambiemos con inversores privados.
Ahora encara el arreglo con el Fondo Monetario Internacional que permita encaminar el pago de ese volumen fenomenal de dinero, 44.000 millones de dólares que, como ironizan en el oficialismo, estuvo destinado a financiar la campaña electoral de Mauricio Macri.
Guzmán negocia con los técnicos del FMI un eventual alargamiento de los plazos de pago a más de 10 años y reducir la tasa de interés, con un período de gracia de cuatro años. Un respiro que permitiría crecer para poder pagar.
Las noticias que llegan del FMI no son todo lo alentadoras que podía esperarse de una nueva administación en el principal accionista, Estados Unidos, que aparece como más amigable con la posición argentina. Unos días antes de las PASO, el organismo de crédito anunció que designaba al brasileño Ilan Goldfajn como titular del Departamento para las Américas, el sector encargado de revisar las cuentas argentinas. Presidente del Banco Central de Brasil designado por Michel Temer tras la destitución del Dilma Rousseff, Goldfajn es un economista de perfil neoliberal.
La otra noticia que puede inquietar a Guzmán es que su principal sostén para un arreglo, la búlgara Kristalina Georgieva, está siendo cuestionada en el FMI tras una investigación que revela que cuando ocupó un cargo ejecutivo en el Banco Mundial, entre 2016 y 2019, supuestamente presionó a subordinados suyos para que forzaran un informe técnico en favor de China. Si el crédito para Macri tenía como contraparte el rol que jugaba el expresidente en el concierto geopolítico regional durante la administración de Donald Trump, esta revelación sobre Georgieva tiene también un tinte geopolítico, en este caso, por la política estadounidense sobre su principal rival planetario.

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