Política | Nuevo escenario

Rumbo al balotaje

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Demián Verduga

Libertarios con apoyo de parte del macrismo intentan hacer valer el vector de la rabia por la situación económica mientras Unión por la Patria suma apoyos y amplía su armado político.

Poder territorial. Massa recibió el respaldo de 18 gobernadores y gobernadores vigentes y electos.

Foto: NA

Durante la semana posterior a la primera vuelta electoral se movieron las placas tectónicas de la política argentina. La coalición Juntos por el Cambio (JxC) había nacido en marzo de 2015 para enfrentar al entonces Frente para la Victoria en las presidenciales de ese año. En esta última semana de octubre de 2023 sufrió una implosión que la partió al menos en dos pedazos.
Los resultados de la primera vuelta presidencial implicaron una reducción casi a la mitad del caudal electoral que JxC había conseguido desde su formación. Incluso en las elecciones en las que perdió, en 2019, la coalición que reunió al radicalismo con el PRO y la Coalición Cívica consolidó cerca de un 40% de los votos.
Ese piso electoral, parecido al que tuvo el radicalismo desde 1983 hasta 1995, era en buena medida lo que explicaba que se mantuviera la cohesión a pesar de que Macri no hubiese logrado la reelección. El radicalismo cruzó un desierto electoral desde al fracaso del gobierno de Fernando De la Rúa hasta 2015. Formar parte de un frente que garantizaba 40 puntos era como haber llegado a una tierra prometida.
Esta ecuación cambió durante este año. Pasaron dos cosas en simultáneo: desde las elecciones de 1999 que la UCR no tenía tantos gobernadores. Ahora cuenta con cinco: Mendoza, Santa Fe, Jujuy, Corrientes, Chaco. Y otros dos, San Juan y San Luis, que vienen de la UCR y están alineados con Horacio Rodríguez Larreta a nivel nacional. Ese poder territorial recuperado es la plataforma del partido para romper con Macri, ahora que la alianza ya no garantiza un frente político competitivo a nivel nacional y perdió su razón de existir.

El factor Macri
Cuando dentro de algunos meses se pueda repasar con mayor distancia el proceso político de este año, quedará más claro todavía el peso que tuvo Mauricio Macri en los acontecimientos. El expresidente impulsó la candidatura de Patricia Bullrich para derrotar a Horacio Rodríguez Larreta porque el alcalde porteño había elegido como estrategia tomar distancia y autonomizarse en el sistema de decisiones.
Macri, en rigor, quería ser candidato presidencial. No avanzó en ese sentido porque las encuestas no le sonreían. Su paso por la Casa Rosada dejó un pésimo recuerdo en la mayoría de la población. Ese legado de fracaso lo persigue como su propia sombra y por eso buscaba una reivindicación personal. La estrategia de Larreta, tomar distancia de Macri y su presidencia, tenía racionalidad política: proponer hacer lo mismo, pero más rápido era un camino para reducirse al núcleo duro macrista.
El doble juego de Macri con Javier Milei también fue constante. Una vez que no pudo lograr que se sumara a JxC, decidió que habría dos internas: la primera sería la PASO entre Larreta y Bullrich. La segunda sería la del ganador de la primaria con Milei en la primera vuelta. Luego, hacia el balotaje, intentaría juntar todo. Una parte de la estrategia fracasó: Macri no pudo alinear a JxC detrás de Milei. Ni siquiera lo logró con el conjunto del PRO. ¿Eso quiere decir que Milei no tiene chances de ganar? Claro que puede llegar competitivo. La política no se suma de modo aritmético, pero Milei tiene un 30% y la alianza con Macri lo ayuda a llegar al 40%. A partir de ahí, cada punto que suba vale oro.

Derrota exitosa. Macri logró su objetivo de converger con La Libertad Avanza tras el fracaso de Juntos por el Cambio.

Foto: captura de pantalla

Macri no pudo acercarle a Milei poder territorial. Su primo Jorge, jefe de Gobierno electo, todavía no se pronunció a favor del diputado de extrema derecha. Así que todo el acento de la campaña está puesto en los medios de comunicación amigos y en las redes sociales.

Las fuerzas de la tierra
Sergio Massa tiene chances de concretar una hazaña política. Es el ministro de Economía de una situación compleja. Asumió cerca del cataclismo y logró enderezar el barco, pero el tiempo no alcanzó para mostrar resultados de gestión que fueran más allá de haber evitado el colapso. Luego de las PASO tomó una serie de decisiones: suma fija, devolución del IVA, créditos subsidiados para jubilados que impactaron de modo directo en la vida de la población. Además, profundizó una campaña pedagógica explicando las consecuencias de las propuestas de Milei y Bullrich. Todo eso culminó con que el peronismo recuperó su piso electoral.
Ahora camina como favorito al duelo del balotaje, aunque la ecuación tampoco es para confiarse demasiado. La Libertad Avanza suele definirse a sí misma como las «fuerzas del cielo». Unión por la Patria recostará su estrategia en las fuerzas de la tierra. Una de las ventajas que tiene Massa es que su adversario no tiene el respaldo de ningún gobernador. Todos los mandatarios provinciales de JxC se declararon «neutrales». Massa, en cambio, reunió el respaldo de 18 esta semana. La foto es lo menos importante. Lo central es la campaña puerta a puerta y la fiscalización de las elecciones.
El quiebre de JxC lleva incluso a que el radicalismo territorial trabaje, por lo bajo, para el triunfo de Massa. Es la forma de desterrar a Macri y quedarse con la jefatura de la oposición.
El otro punto que fortalece al ministro es que la última semana comenzaron a sumarse voces de la «sociedad civil» que piden votar en contra de Milei. Ocurrió lo mismo con Jair Bolsonaro en Brasil y fue clave para la victoria de Lula da Silva. Los fans de Taylor Swift, el cantante Wos y los cánticos en los recitales son señales de una ebullición en la población cuyo efecto es más potente que el de las campañas tradicionales. A esto se suma el trabajo de los curas católicos, que ya venían pidiendo el voto en contra de Milei por sus dichos sobre el papa.
El talón de Alquiles del candidato de UxP es la complejidad de la situación económica. Con la inflación rondando los dos dígitos todos los meses, cualquier problema que surja dispara una oleada de mal humor, y si eso se transforma en rabia, Milei crece. Es el vector de la rabia. La falta de nafta de estos últimos días es un ejemplo del tipo de situaciones que pueden complicar al ministro. Si las resuelve rápido y de manera decidida, neutraliza sus efectos. Pero si se estiran en el tiempo corre el riesgo de una oleada de enojo. Faltan menos de tres semanas para ver quién gana la batalla. 

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