Política

Sin cambios a la vista

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La puesta en marcha de fuerzas de seguridad municipales no revirtió ni mitigó la situación del delito en el Conurbano. Déficits en la formación, continuidad en el control de la Bonaerense y una frustrada descentralización, entre los motivos.

Venia. El ministro Cristian Ritondo encabezó el acto de egreso de 473 oficiales. (DYN/Prensa Ministerio Seguridad PBA)

 

Los índices delincuenciales no registraron cambios importantes a pesar de que 16.000 nuevos policías patrullan las calles del Conurbano bonaerense. Así, la Policía de Prevención Local quedó en la mira de todos. Mientras los intendentes reclaman su control total, desde la provincia el ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, destaca la mala formación de los agentes como toda excusa. Sin embargo, otros factores criticables de la nueva fuerza que no son reconocidos por el gobierno de María Eugenia Vidal se van haciendo evidentes.
«Es lisa y llanamente una parte de la Bonaerense», asegura Marcelo Saín, autor de uno de los proyectos que establecía la creación de una fuerza local. Sin embargo, las que se crearon en octubre de 2014 por un decreto del entonces gobernador Daniel Scioli, para los distritos de más de 70.000 habitantes, difieren demasiado de aquella iniciativa. Es que no se produjo la descentralización reclamada por Saín. Los sueldos y dirección operativa siguen a cargo hoy de Ritondo, como lo estuvieron de Alejandro Granados, mientras que las comunas apenas intervienen aportando recursos adicionales como chalecos o patrulleros. Algo similar sucede con la formación: mientras que los municipios solo se encargan de proveer las locaciones en donde se dictan los cursos, los mismos están a cargo de comisarios y oficiales de la Bonaerense.
De esta manera, la reforma que dice haber producido el gobierno bonaerense, aumentando de seis a nueve los meses del curso, es llevada a cabo por la misma institución que está señalada por haber formado incorrectamente a un tercio de los efectivos locales en el período anterior, según el propio ministro, y que además son los históricos responsables de la conocida como «maldita policía».

 

A bailar
Por otra parte, los contenidos que llenan esos nuevos espacios no distan demasiado de los del pasado. «Los primeros tres días nos bailaron las doce horas que duraba el curso», confesaron cadetes de la policía local de Morón aclarando que esa práctica, originada en los años del servicio militar, fue el principal filtro para los aspirantes que iniciaron el curso a principios de 2016. Los mismos explicaron que si bien tienen materias como Violencia de género y Abordaje de conflictos, difícilmente puedan aplicar sus contenidos durante la instrucción ya que cada vez que van al club Sitas de Palomar, donde se realizan las prácticas, «los bailes» les restan tiempo a las otras clases, situación que ha generado diferencias entre los mismos instructores.
Sin embargo, las prioridades en la nueva formación parecen ser otras para el ministro Ritondo, quien aseguró que con la reforma de los cursos «ninguno va a salir sin antes tirar 250 tiros», y mencionó el caso de Lomas de Zamora en donde «de 680 efectivos solo 108 sabían disparar».
Otro factor que se observa y por el que no hay anuncios de cambio, es la distribución de los patrullajes en los distritos: se los ve masivamente en los centros urbanos y de día. Mientras que, en los barrios periféricos, rara vez se los puede localizar.  Esto resulta por demás ilustrativo para la Comisión Provincial por la Memoria. Así lo explica el abogado Rodrigo Pomares: «Si vemos también que para las audiencias públicas en las que se debatió el tema en La Plata, la participación ciudadana fue representada en mayor medida por las asociaciones de comerciantes, se reproduce uno de los problemas que siempre tuvo la lógica de seguridad: proteger a algunos y segregar a otros. Y esto, por supuesto, hoy sigue pasando».

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