Política | MILEI Y LA CONFIGURACIÓN PARLAMENTARIA

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Demián Verduga

El presidente eligió darle la espalda al Congreso en su discurso inaugural simbolizando, quizás, cómo será su relación con el Poder Legislativo. Correlación de fuerzas y perspectivas.

Sin palabras. Milei juró ante la Asamblea Legislativa y luego habló fuera del recinto.

Foto: NA

El flamante presidente, Javier Milei, se paró en el escenario montado en las escalinatas del Congreso Nacional, flanqueado por varios representantes de la ultraderecha internacional y realizó un diagnóstico lapidario. Utilizó cifras incomprobables y varias tergiversadas. El objetivo era claro: construir un relato para concluir que la Argentina no tiene ninguna opción más que «un ajuste de shock» y que «caerá sobre el Estado y no sobre el sector privado».
La escena era singular. Parecía sacada de una película futurista, como ha ocurrido con muchas situaciones desde la llegada de la pandemia de covid-19. Un mandatario que acaba de asumir y es vivado por sus seguidores cada vez que promete ajuste, sufrimiento, pobreza.
Milei imitó el modelo estadounidense de las ceremonias de asunción, en las que el presidente entrante le habla «al pueblo» y no a los parlamentarios. Además de cierto cipayismo cultural, la escena intentó enviar un mensaje político. Mostrar «poder popular» frente a la relativa debilidad institucional que tiene el nuevo Gobierno en el Congreso.

Fragmentación
En los primeros trascendidos del Pacto de Acassuso, el acuerdo entre Mauricio Macri, Patricia Bullrich y Javier Milei luego de la primera vuelta, se señalaba que en la negociación se había acordado que el PRO se quedaría con la presidencia de la Cámara de Diputados. El candidato de Macri para ese puesto era Cristian Ritondo. A cambio de esto, el macrismo ofrecía la creación de un interbloque que respaldaría a Milei en la Cámara Baja, con 37 diputados de La Libertad Avanza y 40 del PRO.
Las desconfianzas de Milei para entregar la línea sucesoria a otra fuerza política afloraron. Ya en su condición de presidente electo impulsó a Martín Menem para conducir Diputados. El sobrino del expresidente había ingresado al Congreso por el mileismo. El resultado fue que el interbloque oficialista nunca se conformó. El partido fundado por Macri sigue con un fuerte debate interno sobre el rol que debe adoptar en la nueva etapa, es decir, ser parte del oficialismo o de la oposición.
Los números en la Cámara de Diputados quedaron con 104 bancas para Unión por la Patria y aliados; 40 para el PRO, 37 para LLA y 35 para la UCR. Luego hay una serie de bloques que tendrán un enorme peso por su capacidad de inclinar la balanza. Nueve bancas tiene Cambio Federal, donde están Miguel Pichetto y Emilio Monzó, entre otros; la misma cantidad tiene Innovación Federal, que responde a los gobernadores de Salta, Río Negro, Neuquén, Misiones. Hacemos por Nuestro País se quedó con ocho. Son los cordobeses que responden al exgobernador Juan Schiaretti y otros, como Florencio Randazzo. La Coalición Cívica tiene seis y la izquierda cinco. El cuadro lo completan una serie de monobloques.
¿Esto quiere decir que Milei no podrá aprobar nada de lo que pretende? Es probable que el PRO termine respaldándolo en los primeros tiempos. Hay coincidencias ideológicas y figuras centrales que se incorporaron al Gobierno, como Patricia Bullrich. A esto se suma un cálculo político que ya fue expresado en su momento por el excandidato a gobernador bonaerense Diego Santilli: la alternativa al mileismo, si fracasa, no será la excoalición de Juntos por el Cambio sino el peronismo. Ese dilema será un instrumento de presión que los dirigentes del partido amarillo que impulsan la alianza con LLA pondrán sobre la mesa a sus compañeros de bancada que todavía dudan. No sea cosa de que su electorado –mayormente antiperonista– después los acuse de no haber ayudado a Milei y haber colaborado con el retorno del peronismo al poder.
Las coincidencias ideológicas aparecen también en Cambio Federal, donde recalaron figuras como Ricardo López Murphy. Del bloque cordobesista no puede esperarse otra cosa que respaldo para Milei. Hay figuras de ese espacio en lugares estratégicos del Estado por los recursos que manejan: la Anses y el Banco Nación, por ejemplo.
A esta ecuación hay que sumarle la capacidad de negociación con los gobernadores a cambio de recursos para las provincias. Es decir que a pesar de la fragmentación y el archipiélago de fuerzas que presenta Diputados, el Gobierno entrante tiene chances de lograr el número para sesionar y aprobar leyes. Dependerá de la muñeca política que tengan los negociadores que elija Milei para la tarea. El rol del ministro del Interior, Guillermo Francos, que viene del peronismo, será central en este punto.

Senado y Poder Judicial
La situación en el Senado es un poco más compleja. El punto de partida de Milei es más bajo. Su partido tiene siete bancas y el PRO cuenta con seis. Sumados llegan a 13 de 72. Unión por la Patria y sus aliados, por otra parte, pueden lograr al quórum propio con 37 escaños. El radicalismo tiene 13. En esta cámara se hará sentir mucho más el poder parlamentario de los gobernadores y su capacidad de negociación.
En su discurso inaugural, Milei dio a entender que está dispuesto a intentar gobernar por decreto. Eso anticipa que habrá constantes tensiones sobre la legalidad de varias decisiones del Gobierno. Y ahí entra a tallar el Poder Judicial. ¿Qué harán los jueces que deban interpretar las decisiones del presidente? No es fácil predecirlo, pero en principio parece más probable que las avalen. No por apego a la ley sino por ideología y por la añeja práctica de acompañar el viento político que sopla.
Esta estructura de respaldo que puede conseguir Milei en el inicio de su mandato, mientras dura la luna de miel con la mayoría de la sociedad, se puede consolidar o resquebrajar. Dependerá de qué ocurra con la población una vez que los efectos del brutal ajuste anunciado por el presidente comiencen a sentirse en el día a día. El momento en que deje de ser una consigna en la que cada persona deposita lo que quiere ver y el efecto se sienta en carne propia. La frase de la liturgia peronista es en realidad universal: algunos acompañarían a Milei, pero solo hasta la puerta del cementerio. Nadie entraría con él. 

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