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Un cerco a la información

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Alberto López Girondo

El cierre de la agencia de noticias, clave para la provisión de material a medios de todo el país, es un ataque a la libertad de expresión que elimina cientos de puestos de trabajo.

Prohibido informar. Abrazo y asamblea de los trabajadores de la agencia.

Foto: Guido Piotrkowski

La primera gran movida del presidente Javier Milei luego de su discurso de inauguración de sesiones ordinarias en el Congreso de la Nación del 1° de marzo se produjo tres días después, cuando en la madrugada de hoy el edificio de Télam, a pocas cuadras de la Plaza de Mayo apareció vallado, la página web bloqueada por un escudo nacional con la frase «Página en reconstrucción», mientras los más de 700 trabajadores recibían un email firmado por el interventor Diego Chaher, en el que quedaban dispensados de trabajar por siete días, sin mayores precisiones.
Entre los anuncios del mandatario de La Libertad Avanza en su campaña electoral estaba el cierre de Télam, uno de los objetivos de su plan de motosierra. En el fárrago de su iracundo mensaje inaugural ‒un discurso del «Estado de la Unión» desde en un atril delante de los titulares de ambas Cámaras, en un entorno calcado de Donald Trump en el Capitolio‒ hubo amenazas para todos los sectores de la política y de la sociedad.
No quedaron al margen jubilados, sindicalistas, gobernadores ni dirigentes de varios espacios. Recortes salvajes para unos, promesas de restitución de fondos para otros, y provocaciones para quienes no se quieran someter a los designios presidenciales. Lo de Télam, en ese momento, era una más de las bravatas del anarcocapitalista, que terminó por proponer perentoriamente la firma de un pacto el próximo 25 de mayo.
Pero ocurre que además de los recortes presupuestarios y la licuación de ingresos de toda la población, la clausura de la agencia oficial fundada en 1945 era de máxima visibilidad y realizable de un modo relativamente rápido. Si buscaba una señal de que «ahora sí vamos en serio», seguramente se pensó como la más sencilla de poner en práctica.
No es que el macrismo no le hubiera tenido ganas a la única agencia noticiosa de carácter verdaderamente federal, y con argumentos similares. En 2016 el entonces jefe del Sistema Nacional de Medios Públicos, Hernán Lombardi, llegó a hablar de que allí «había capas geológicas» donde predominaba un sesgo ideológico determinado y estaban embanderados detrás del kirchnerismo.

Provocaciones
El vocero presidencial, Manuel Adorni, posteó en su cuenta de la red X un provocativo «Saluden a Télam que se va», para alegar, en su conferencia posterior al bloqueo, que la agencia perdía 20.000 millones de pesos al año, que los trabajadores serán reubicados y que seguirán cobrando sus salarios mientras tanto. Lo que no dijo el funcionario es que Télam es clave para la provisión de material informativo a medios de todo el país que no tienen posibilidad de contar con corresponsales en el resto del territorio. Y que ese material es de calidad, chequeado con fuentes propias y personal con años de experiencia.
El hecho desató la inmediata reacción de periodistas y dirigentes que, con el apoyo de un importante sector de la sociedad, entendieron que detrás de esta decisión hay un ataque a la libertad de prensa y la intención del Gobierno de evitar que se difunda la realidad de lo que sus políticas están causando en grandes sectores de la comunidad. Algunos señalaron que nadie en Gran Bretaña plantearía un cierre de la cadena BBC.
«El Gobierno nacional está llevando adelante uno de los peores ataques a la libertad de expresión en los últimos 40 años de democracia. Esta noche, policía de la Ciudad valló los dos edificios de la Agencia Nacional de noticias y publicidad Télam, para evitar el masivo abrazo e impedir el acceso al edificio», dice un comunicado que firman el gremio Sipreba y la comisión interna de Télam.
El diputado por Córdoba Juan Pablo Carro presentó a poco de conocerse la novedad un proyecto de resolución en el que pide al Poder Ejecutivo Nacional el sostenimiento de Télam y destaca «su tarea profesional esencial para la labor informativa». Y agrega que tiene 803 clientes totales suscriptos a sus servicios diarios. Lo que corrobora que no es una dependencia estatal sin capacidad de generar ingresos.

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