Política | CONTRA EL AJUSTE UNIVERSITARIO

Un grito nacional

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Demián Verduga

Mareas humanas en varias ciudades del país enarbolando contundentes consignas de defensa de la educación pública protagonizaron una manifestación histórica. Impacto en el escenario político.

Plaza de Mayo. Un millón y medio de personas marcharon en todo el país y más de 500.000 en la Ciudad de Buenos Aires.

Foto: Getty Images

En la vida política nunca se sabe cuál será la gota que colmará el vaso. Con un poco de respeto por la historia, quienes conducen un país deberían saber cuáles son los pactos civilizatorios que constituyen a la sociedad que gobiernan. Son esos dos o tres pilares –nunca hay más– en los que los consensos sociales son casi unánimes. La universidad pública, gratuita y federal, es una de esas columnas que sostienen un nosotros en la Argentina. El gobierno de Javier Milei le aplicó a esa institución un ajuste presupuestario sin precedentes con el objetivo de ahogarla para empujarla a la privatización. La reacción fue una marcha en todo el país que dejará el 23 de abril de 2024 en el podio de las movilizaciones populares que hacen historia. El río comenzó a fluir. Su destino todavía es incierto.
«Esto está buenísimo, levanta el ánimo», dice Romina, una mujer de pelo negro y lentes. Es madre de un pibe de 13 años. Forma parte del cordón que los adultos armaron para rodear a una columna de miles de estudiantes secundarios. El piberío, ahora, comienza a cantar: «Y ya lo ve /y ya lo ve /el que no salta votó a Milei». La avenida Rivadavia al 1800 se transforma en un gigantesco pogo: los pibes saltan, se empujan, chocan en el centro de la cuadra y rebotan como si fueran de goma. Si por un instante alguien se dedica sólo a observar, entiende lo que decía Romina: los pibes y las pibas levantan el ánimo. Se divierten, juegan mientras luchan. Una magia que solo logran los adolescentes. Otro de los padres, Martín, lleva un libro de Mariana Enríquez en la mano. “Es por si en algún momento aparece la consigna de mostrar un libro como la espada contra el ajuste”, explica. «Es que se metieron con una vaca sagrada de la Argentina », reflexiona, al referirse a la educación gratuita.
Avanzar es imposible. La columna está hace una hora sobre la avenida Rivadavia, junto al edificio del Congreso Nacional. Ese iba a ser el punto de partida para marchar hasta Plaza de Mayo. «No hay forma», dice Francisca, una chica de pelo lacio, rubio y largo, de unos 13 años. «No vamos a poder porque esta todo lleno hasta la Plaza». Y así es.
La expresión «marea humana» suele ser utilizada para tratar de describir una manifestación como la que vive en el centro de la Ciudad de Buenos Aires este martes por la tarde. Para ser más preciso en este caso habría que hablar de un maremoto.
La foto se repite en Córdoba, Santa Fe, Tucumán, La Pampa, Mendoza, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y más provincias; en todo el país. Los organizadores calculan un millón y medio de personas a nivel nacional y más de 500.000 en la Ciudad de Buenos Aires.
En otro punto de la marcha, en Avenida de Mayo y 9 de julio, hay un grupo de obreros en el balcón de un edificio antiguo que parecía estar siendo restaurado. Sostienen en las manos sus cascos de construcción y cantan: «Universidad, de los trabajadores/ y al que no le gusta, se jode, se jode».
En la calle hay un carrito que cocina decenas de chorizos. Expulsa un humo cuyo aroma se impregna en todo el que pase a menos de 50 metros. A pocos pasos, un grupo de pibes y pibas en edad universitaria canta una consigna que dialoga con la Historia, ese elemento que Milei desprecia y con el que hoy se chocó. «Que cagazo, que cagazo; obreros y estudiantes; como en el Cordobazo». Hay una mujer de lentes en medio del piberío que sostiene un cartel: «Estudiá, no seas como Adorni».

Foto: NA

¿No hay plata?
Al final de la avenida, en la histórica Plaza de Mayo, en el escenario montado delante de la Casa Rosada, hablan dirigentes de derechos humanos, referentes sindicales y estudiantiles. Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, dice: «Es una marcha política, pero no partidista. El presidente criticó que los sindicatos marchen. Por supuesto que marchan porque los sindicalistas también mandan a sus hijos a la universidad y los colegios públicos».
A su turno, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel destaca: «Este Gobierno compró 24 aviones de combate. No hay plata para educación, ni para salud, pero sí para comprar aviones de combate que el país no necesita».
Uno de los referentes gremiales que hizo uso de la palabra fue Norberto Heyaca, de Fagdut, la asociación gremial docente de la Universidad Tecnológica Nacional. Tiene barba blanca y habla de modo pausado. «Hay problemas en la Argentina, desequilibrios regionales, productividad, salud pública. En todos los casos la universidad pública es parte de la solución. No es parte del problema».
El momento del cierre está a cargo Piera Fernández Piccolini, la joven cordobesa de 27 años que preside de la Federación Universitaria Argentina (FUA). Lee el documento final. «No queremos que nos arrebaten nuestros sueños. Nuestro futuro no les pertenece», dice en uno de los pasajes. «La universidad pública sostiene la democracia, la producción y los lazos sociales. Todos los problemas que tenemos se resuelven con más educación y universidad pública. La educación nos salva y nos hace libres», dice, y remata: «Viva la universidad pública».

Rosario. La Plaza San Martín fue el epicentro de una multitudinaria movilización.

Foto: Juan José García

Punto de inflexión
Con el ajuste brutal del presupuesto universitario, el Gobierno de La Libertad Avanza metió los dedos en el enchufe de uno de los pilares civilizatorios de la Argentina. Algo parecido le había ocurrido a Mauricio Macri con el beneficio del 2×1 para los genocidas de la última dictadura. Fue otorgado por la Corte Suprema en mayo de 2017, con el guiño favorable del Gobierno de Cambiemos. La decisión disparó una reacción popular comparable con la de este 23 de abril. El resultado fue que el macrismo se puso al frente de la ley que, en rigor, limitó el alcance del fallo del Máximo Tribunal. Es decir: dieron vuelta en el aire y pasaron de avalar la reducción de penas a encabezar su rechazo. Fue una reacción pragmática luego de que llegaran las encuestas que mostraban un rechazo casi unánime a la sentencia de la Corte. ¿Pasará lo mismo con el gobierno de Milei?
«Los voceros oficiales hacían circular luego de la manifestación que no. Justamente marcaban una diferencia entre Milei y Macri, presentando al fundador del PRO como tibio». El presidente actual, en cambio, se jacta de «acelerar en las curvas», una buena manera de producir accidentes irreparables. La primera reacción del mandatario fue subir un posteo en la red social X varias horas después de la marcha. El mensaje era la imagen de un león tomando una bebida de una taza que tenía escrito: «Lágrimas de zurdo».  Como dijo el propio Milei, acelera en la curva.
Sin embargo, al mismo tiempo, el gobierno convocó a Consejo Interuniversitario Nacional para el próximo 30 de abril. ¿El presidente quiso mostrarse impasible frente a una movilización que hizo temblar la tierra, pero por lo bajo abre una vía de negociación? Nadie se atrevía en el Gobierno a dar una respuesta certera. De hecho, el vocero Manuel Adorni, al que la señora le dedicó un cartel, había dicho en su habitual conferencia mañanera que el tema del presupuesto universitario «estaba cerrado».

Foto: Jorge Aloy

Una parte de la dirigencia política opositora hizo acto de presencia en la manifestación. El germen de un posible frente que reúna a viejos adversarios, sectores del radicalismo alfonsinista con las fuerzas agrupadas en Unión por la Patria y hasta alguna pata del PRO dio un paso más.
El Gobierno de Milei tiene por única estrategia de gestión ajustar para mostrar los números que aplauden los especuladores financieros internacionales. El pueblo argentino, con su historia de movilidad social ascendente, amplias capas de clase media, fuerte tradición sindical, mostró en la marcha en defensa de universidad pública que no está dispuesto a aceptar un destino de privaciones como el «único camino posible», tal como había sostenido el presidente en su cadena nacional el día anterior a la movilización. Hubo un punto de inflexión. Un nuevo río comenzó a fluir. 

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