Política | LA MARCHA DE LOS JUBILADOS

Un plan represivo

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Alberto López Girondo

El operativo desmesurado que comenzó antes que la propia manifestación exhibió una vez más la decisión oficial de cercenar el derecho a la protesta. Detenidos y heridos como saldo y cacerolazos de repudio.

Congreso. Las fuerzas represivas impidieron la realización de la protesta en la Plaza Congreso.

Foto: Getty Images

Las imágenes de la feroz represión de las fuerzas de seguridad federales y de la policía de la Ciudad de Buenos Aires contra la marcha de jubilados e hinchas de fútbol atronaron en la memoria y la conciencia de quienes vivieron las jornadas del 20 y 21 de diciembre de 2001. Un descontrol similar, los mismos personajes, las mismas razones que hace un cuarto de siglo generados desde un Gobierno que llegó a la Casa Rosada con la promesa de terminar con la casta que había hundido al país en la decadencia.

Este aciago miércoles 13 de marzo quiso mostrar –¿una de las condiciones para que el FMI abra sus bolsillos?– que controla las calles.

Mientras afuera del Congreso verdaderas «bandas armadas» de agentes pertrechados se preparaban para atacar a civiles indefensos con equipos mortíferos, adentro una maniobra –en la que se destacó una pelea interna entre legisladores de La Libertad Avanza– sirvió para bloquear una sesión de Diputados que no venía bien para el Gobierno. El resultado afuera fue de dos decenas de heridos, entre ellos un reportero gráfico, Pablo Grillo, que pelea por su vida en el Hospital Ramos Mejía, y hasta 150 detenidos, acusados por los medios alineados con el Gobierno de «barras bravas» y un reproche que se encargan de repetir como si fuera un grave crimen, «militantes de izquierda y K».

Un rápido punteo revela la profundidad de una crisis recurrente en la que se consumen generaciones de argentinos: en diciembre de 2000, el presidente Fernando de la Rúa anuncia un «blindaje» del FMI para la economía nacional de 13.700 millones de dólares con una frase que resultaba irrisoria: «Qué lindo es dar buenas noticias». En enero de 2001, se anuncia un megacanje de deuda y en agosto de 2001, el Fondo incrementa su préstamo a 20.000 millones. Involucrados en esas negociaciones: Domingo Cavallo como titular de Economía; Patricia Bullrich en Trabajo; Federico Sturzenegger como secretario de Política Económica de la Nación. Desde julio de ese año y para salvar la convertibilidad se redujeron jubilaciones y salarios estatales en un 13%. Según un estudio del Centro de Economía Política Argentina, el poder de compra de las jubilaciones en 2025 cayó un 13,3%.

Si desde 1999 los aprietes para que los parlamentarios aprueben todas las condiciones que el FMI exige incluyeron represión y la famosa Banelco, el nombre para la «compra» de voluntades en torno a una reforma laboral que recortaba derechos, ni qué decir de los «héroes» que le permitieron a Javier Milei gobernar con decretos de Necesidad y Urgencia. Sin olvidar al senador detenido VIP en Paraguay. Ahora, cualquier divergencia resulta en una pronta imputación de ser afín al kirchnerismo o la izquierda desde los medios y los comunicadores oficialistas de siempre.

Otra similitud es la de ofrecer las bondades de un acuerdo con el Fondo como quien promociona unas vacaciones en el mejor destino turístico. Si De la Rúa soñó con dar buenas noticias, Mauricio Macri –también con Bullrich y Sturzenegger en cargos clave– juró que los argentinos se iban a enamorar de la entonces directora del FMI, Christine Lagarde. Ahora Milei lanzó un video con el estilo Hollywood que le venía dando dado resultados.

Mal comienzo
El día había empezado mal para el presidente. La grave inundación en Bahía Blanca ya no daba para una respuesta de «arréglense como puedan» como la que tuvo frente al temporal que azotó a esa ciudad bonaerense en diciembre de 2023. Así es que decidió ir sin aviso a mostrarse en público y con la promesa, esta vez sí, de dar asistencia para reparar los daños. Unos días antes habían estado Bullrich y el ministro de Defensa, Luis Petri, y no habían recibido precisamente elogios de algunos de los vecinos. Lo mismo pasó este miércoles con el primer mandatario. «Venís para la foto», repitieron. Resulta cada vez más difícil para el aparato de protección mediática oficial evitar que se cuelen voces críticas en las transmisiones.

Se sabía que la marcha de los jubilados sería masiva y también que la ministra de Seguridad iba a preparar un operativo represivo con todas las fuerzas a su mando. El despliegue fue impresionante, no solo en los alrededores de la plaza Congreso, sino en los puntos de acceso a la ciudad. El discurso oficial es que se trataba de barras bravas y la amenaza de la ministra vino con el anuncio de endurecer las condiciones de admisión a las canchas.

La experiencia indica que cuando hay mucha policía, siempre hay incidentes. La prueba está, por ejemplo, en las marchas de los universitarios o la que se desarrolló el 8 de marzo por el Día de la Mujer. Ahora hubo provocaciones y desbordes, pero también «invitaciones envenenadas». Si en diciembre de 2017, cuando el Congreso discutía una reforma previsional aparecieron mágicamente volquetes con «14 toneladas de piedras», ahora un agente dejó caer un arma de fuego y un móvil de la policía de la Ciudad quedó abandonado y con las puertas abiertas.

El vehículo resultó incendiado y, por supuesto, fue la imagen que difundieron los medios oficialistas para ilustrar la manifestación en reclamo de recomposición de ingresos a los jubilados.

En tiempos en que cualquier ciudadano con un celular puede subir lo que ocurre a las redes sin intermediarios, no quedaron sin registrar las imágenes de un carro de asalto de la policía de la ciudad desde el que algún desaforado gritaba «vengan, zurdos», siguiendo puntillosamente el mensaje del presidente Milei. Tampoco la de un policía que le pega a una señora de 81 años y luego huye a refugiarse entre sus compañeros de uniforme. No quedó al margen tampoco el bochorno en la Cámara Baja, con el choque pugilístico entre Lisandro Almirón y Oscar Zago, y el cruce, mojadura incluida, de Lilia Lemoine con Marcela Pagano y Rocío Bonacci. Todos ellos electos por LLA.

Tomando en cuenta el resultado de ese oportuno incidente, se puede sospechar de que fue armado para que el presidente de Diputados, Martín Menem, decidiera que no había quorum y levantara irregularmente la sesión hasta nuevo aviso. Ya habían aprobado por unanimidad la declaración de emergencia para Bahía Blanca y avanzaba a constituir la Comisión de Juicio Político y el pase a Comisión de Asuntos Constitucionales de un proyecto para dar de baja las facultades delegadas al presidente. 

Plaza de Mayo. Por la noche, miles de personas se manifestaron con cacerolazos en los barrios y una espontánea marcha al histórico sitio porteño.

Foto: Getty Images

Cuando terminó la cacería humana y la sanguinaria represión, sonaron cacerolazos en los barrios porteños y en ciudades del interior, como La Plata y Mendoza, y mientras operaban de urgencia al fotógrafo, el padre del joven, Pablo Grillo, replicaba a Bullrich que son una familia de militantes y que «es un orgullo ser militante».

La ministra, entre falsedades y acusaciones infundadas ante periodistas amigables que revelan en realidad la pérdida de control, no solo condenó a los manifestantes, sino que los acusó de intentar tomar el Congreso y destituir al Gobierno.

Al cierre de esta nota, el estado de salud de Grillo seguía siendo crítico, aunque había tenido una leve mejoría. El reporte médico dice que el impacto de un cartucho de gas lacrimógeno le provocó traumatismo de cráneo grave, con fracturas múltiples y pérdida de masa encefálica.

La jueza de primera instancia en lo Penal, Contravencional y de Faltas Karina Andrade ordenó liberar a los 114 detenidos: «Se encuentra en juego el derecho a la protesta, a manifestarse en democracia y la libertad de expresión», indicó en los fundamentos de su resolución.

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