2 de octubre de 2024
Centenares de miles de personas manifestaron su apoyo a la ley de financiamiento universitario, amenazada por el veto presidencial. Un claro y contundente mensaje para Milei.
Por la educación pública. Masiva presencia frente al Congreso Nacional donde se sancionó la ley y donde, también, se puede derrotar al veto presidencial.
Foto: NA
Para testear el impacto político que puede tener una movilización, solo basta con mirar la cobertura de los medios de mayor audiencia. Y este miércoles todos los canales habían dejado de lado, muchos de ellos contra su voluntad, otras noticias normalmente «importantes» para el rating, para cubrir la multitudinaria Marcha Universitaria Federal. Hubo cronistas que habían viajado al sur del país para mostrar en vivo y en directo el eclipse de sol que se quedaron, valga la chanza, eclipsados, mientras desde el escenario frente al Congreso Nacional comenzaban a hablar dirigentes gremiales, docentes y alumnos.
Pasada media hora de las 17, la presidenta de la Federación Universitaria Argentina (FUA), Piera Fernández de Piccoli, comenzó a leer el documento oficial consensuado entre los organizadores de la movilización frente al Congreso Nacional. «Alzamos nuestra voz en defensa de la educación pública», dijo la joven, oriunda de Río Cuarto y alumna de la universidad de esa ciudad cordobesa. «Señor presidente (…) le pedimos que promulgue la ley de Financiación Universitaria», dijo y despertó una ovación. «La universidad pública, base de la democracia y el desarrollo social, lucha por su supervivencia», prosiguió y agregó: «Soportamos una campaña injusta, planificada e intencional, que busca sistemáticamente desprestigiar lo que sucede en el ámbito científico y universitario para fundamentar la desjerarquización y el ahogo presupuestario. No ha habido, ni siquiera, vocación de diálogo». Finalmente, la titular de la FUA puso la lucha actual en contexto histórico: «Somos herederos del pueblo de la nación que supo en 1884 abrazar la ley 1420, de los jóvenes que en 1918 construyeron un sistema universitario democrático y libre que inspiró al mundo, de quienes entendieron en 1949 que la gratuidad era una herramienta que derrumbaba las fronteras que impedían el acceso a la educación superior, constituyendo un aporte determinante para la justicia social», concluyó.
Previamente habían hablado la secretaria general de Conadu histórica, Francisca Staiti; Norberto Heyaca, secretario general de la Asociación Gremial de Docentes de la UTN, y el secretario de UTE y CTERA, Marcelo Creta.
Plazas de todo el país
La movilización fue efectivamente federal y convocó a cientos de miles de ciudadanos en todas y cada una de las provincias que componen el país. En algunos distritos las juntadas fueron en más de una ciudad. Es el caso de Salta, con ejes en la capital provincial, Tartagal, Metán, Rosario de la Frontera y Orán.
También fueron masivas las manifestaciones en Santa Rosa, San Antonio Oeste, Bariloche y Viedma, Rio Negro; y en las provincias de Chubut y Santa Cruz, donde también cuatro ciudades protagonizaron protestas similares. En Buenos Aires hubo concentraciones en Mar del Plata y Bahía Blanca.
Rosario. En decenas de ciudades de todo el país se llevaron a cabo multitudinarias manifestaciones.
Foto: Juan José García
El reclamo es por la vigencia de la Ley de Financiamiento Universitario, la recomposición salarial de la paritaria de docentes y no docentes, fondos para investigaciones de ciencia y tecnología, para infraestructura y la actualización y continuidad de becas Progresar, Manuel Belgrano y EVC-CIN.
Se sabía que la movida iba a ser importante. El antecedente de la movilización del 23 de abril y la respuesta del Gobierno ante las demandas en el contexto de una inflación que no cesa y de un presupuesto irrisorio daban para pensarlo. A pesar de las amenazas que desde la mañana recrudecieron por boca de la propia ministra de Seguridad, que deslizó su interpretación –simultánea y contradictoria– de que los manifestantes eran «un rejunte, un cambalache» de sectores sindicales y políticos. Pero al mismo tiempo la caratuló como un «intento de golpe» para lo cual pondría en vigor un cambio de protocolo. Patricia Bullrich chicaneaba desde TN junto a Jonathan Viale: «¿A qué van a venir? ¿A preparar el golpe que están preparando para noviembre, diciembre? Un golpecito, porque no van a poder», dijo ante la aprobación del conductor televisivo. Las cámaras exteriores, mientras tanto, mostraban al Congreso totalmente vallado al tiempo que iban llegando las primeras columnas de manifestantes.
La convocatoria volvió a incluir a los rectores de todas las universidades nacionales. Las movilizaciones en todo el país fueron masivas, aunque la de la Ciudad de Buenos Aires era la más numerosa y más impactante políticamente para el Gobierno, ya que concitó a alumnos y docentes de las casas de estudios del AMBA y hasta una columna de la Federación Universitaria de La Plata (FULP).
Se trata este de un espacio de alto impacto mediático en Argentina y el exterior. Por eso fuerzas federales pretendieron impedir el acceso a CABA de colectivos con manifestantes. Pero no era así como iban llegando a sumarse a la generalizada protesta las muchedumbres.
Entre las banderas de sindicatos y partidos políticos, se hicieron ver el exalcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta, el exministro de Economía de la Nación, Sergio Massa, diputados y senadores y dirigentes sociales, gremiales y políticos. La expresidenta Cristina Fernández saludó a los manifestantes desde el balcón del Instituto Patria.
Las provocaciones del oficialismo venían desde hace algunos días, a medida que se olfateaba el volumen de la protesta y el gobierno jugueteaba con el veto a la ley que, también por amplia mayoría, había votado el Congreso. Los brulotes fueron sacados del ya repetido libreto de que hay una gran cantidad de extranjeros que viene a estudiar gratis, o que un gran porcentaje de estudiantes no cursan ninguna materia y están solo para engrosar el presupuesto. Ambos argumentos, que repitieron sin cesar desde trols del Gobierno hasta comunicadores televisivos, son notoriamente falaces y así como no sirvieron para frenar la protesta en abril no lo haría este 2 de octubre.
Otra «acusación» lanzada a las redes es que se trató de una marcha política. Era fácil ligar la movilización a los mensajes de apoyo de varios dirigentes, como Cristina Fernández de Kirchner unos días antes, cuando se celebraron los 35 años de la Universidad Nacional de Quilmes.
Otro destinatario de memes insultantes fue el senador porteño y titular de la UCR, Martín Lousteau, por una serie de tuits mostrando a personas de carne y hueso que agradecen haber tenido la posibilidad de pasar por la educación pública. Comenzando por el exministro de Cultura de Mauricio Macri, Pablo Avelluto.
Incluso el excorreligionario de Javier Milei, el liberal Carlos Maslatón, anunció su presencia en las calles para apoyar la protesta contra los recortes bestiales en ese sector tan significativo para los argentinos. Hubo apoyos de la exdiputada Elisa Carrió, del gobernador bonaerense Axel Kicillof, recién vuelto de la asunción de la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Como para demostrar que, sí, claro que es una marcha política. Pero no partidista.
Hubo quienes recordaron posteos de actuales funcionarios de La Libertad Avanza cuando, con la camiseta del PRO, en plena campaña electoral, el 13 de septiembre del año pasado prometían lo contrario de lo que ahora hacen.
Es que, si algo identifica a los argentinos, además de la casaca a rayas celestes y blancas en cada encuentro de un seleccionado nacional o las leyes previsionales y laborales, es la educación pública. Algo a lo que la derecha ultramontana teme sobremanera.