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Trabajo urgente y necesario

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Mirta Quiles

Abuelas de Plaza de Mayo informó hoy la identidad del nieto 133, hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho. Esta es la primera restitución de 2023. 

Alegría. Carlotto junto con el padre y hermano del nieto restituido festejan tras el anuncio.

Foto: Télam

Abuelas de Plaza de Mayo confirmó hoy la restitución de identidad del nieto 133 en el auditorio de la Casa por la Identidad del Espacio Memoria y Derechos Humanos exEsma.
Acompañadas por nietos restituidos, familiares y compañeras, Abuelas informó que el nieto 133 es hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho −el menor de los 10 hermanos, exiliado en Francia hasta su regreso en 1983− y nieto de Nélida Navajas, histórica integrante de Abuelas, quien falleció en mayo de 2012.
Militante del PRT-ERP, Cristina fue secuestrada el 13 de julio de 1976 junto con su cuñada, Manuela y Alicia Raquel D’Ambra. Estaba embarazada de dos meses. Estuvo detenida −de acuerdo con testimonios de detenidos− en los Centros Clandestinos de Detención Coordinación Federal, Automotores Orletti, Proto Banco y en el Pozo de Banfield, donde se identificó por su nombre y apellido, su militancia y vociferó que estaba embarazada. Adriana Calvo de Laborde, relató la valentía de Cristina, quien había parido días antes que ella, y de otras detenidas para evitar que le fuese arrebatada su hija recién nacida. A Cristina ya se lo habían arrancado.
La familia Santucho es solo una de las familias con las que se ensañó la última dictadura cívico-militar. Mas de una veintena de sus miembros fueron asesinados, detenidos y exiliados, diez de ellos aún continúan desaparecidos y un niño/a es aún buscado.
El nieto 133 tiene dos hermanos mayores −Camilo y Miguel− y una menor −Florencia−. Miguel, al regreso de su exilio en Francia en 1995, se unió a HIJOS y creó la comisión «Hermanos». Aún antes del fallecimiento de Nélida, se integró a Abuelas donde hoy trabaja cotidianamente junto a otros nietos restituidos en la comisión directiva de la organización. «El futuro de Abuelas» como les gusta nombrar orgullosamente a las ancianas a los continuadores de su lucha.

Un camino de 46 años
El nieto 133 se acercó espontáneamente a Abuelas, tras sospechar desde hace años sobre su verdadero origen. Sus apropiadores −integrante de las fuerzas de seguridad, él; enfermera, ella− lo criaron como hijo único, ya que, si bien el matrimonio tenía una hija, ya no vivía en el hogar familiar por contar con 20 años. Fue ella quien le confirmó al nieto 133 que era adoptado.
Casi como un artilugio macabro del destino, los apropiadores lo inscribieron en el registro civil como hijo propio, el 24 de marzo de 1977. Los intentos de obtener la verdad sobre su origen de la boca de sus apropiadores, fue una tarea infructuosa. Hasta que en abril de este año se realizó los análisis de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos. El 26 de julio le fue comunicada su verdadera identidad a este hombre de 46 años que es padre de dos niños y que desde hace dos días se integra a la numerosa familia Santucho, ansiosa por abrazar al niño que su madre pidió, desde su detención, que buscaran hasta restituirlo a su origen.
En un contexto no solo nacional, sino también internacional, donde imperan los discursos de odio, el negacionismo y hasta la banalización del mal, las restituciones de niños/as apropiados que las hoy ancianas vienen llevando adelante desde hace casi medio siglo, no hacen más que confirmar que «la única lucha que se pierde es la que se abandona».

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