30 de enero de 2023
El premier germano pasó por Argentina, Brasil y Chile en busca de profundizar los lazos comerciales, enfocado en las necesidades energéticas de su país.
Sintonía. Fernández y Scholz en uno de los encuentros compartidos. Alemania es el principal socio comercial de la UE para Argentina.
Foto: NA
Alberto Fernández recibió el sábado al canciller (jefe de Gobierno) alemán Olaf Scholz, líder de la mayor potencia de la Unión Europea (UE) desde hace un año con su partido Socialdemócrata aliado a los Verdes y al liberal FDP. Scholz sucedió al largo mandato de la conservadora Angela Merkel, quien visitó Argentina en 2017.
Fernández ya lo vio dos veces antes: durante su gira europea de febrero de 2022, que tocó Berlín, y en la Cumbre del G-7 de Munich cuatro meses después, cuando el argentino asistió como líder temporal de la CELAC. La socialdemocracia europea simpatiza con el argentino, lo cual es mutuo.
El encuentro, en el Palacio San Martín de Buenos Aires, fue breve, con presencia del canciller Santiago Cafiero, una declaración final y un diálogo entre empresarios de ambos países. La situación mundial por la guerra en Ucrania no podía estar ausente de las conversaciones, como tampoco el pretendido acuerdo comercial entre Mercosur y la UE que todos los Gobiernos dicen querer, pero al que le falta debate y ratificación parlamentaria en decenas de países, y que encuentra resistencias aquí y allá, empresariales y sociales. Cafiero viajará a Bruselas en los próximos días para seguir con el tema.
En términos comerciales, Alemania es el primer socio de nuestro país dentro de la UE. En 2022, intercambiaron bienes y servicios por 3.600 millones de dólares, con ese rasgo estructural del comercio exterior argentino: deficitario con los grandes socios, superavitario en el total del mundo.
En efecto, el intercambio con China, Brasil, la UE y Estados Unidos –los cuatro mayores clientes de Argentina– deja un saldo rojo en divisas para nuestro país, que si bien es muy grande es compensado, y más, si se hace la cuenta del conjunto. Pero a los grandes bloques mundiales se exporta mucho menos que lo que se importa y, además, es desigual en términos cualitativos. En el caso de Alemania, Argentina le vendió en 2022 por 883 millones de dólares y le compró por más de 2.700 millones. Y embarcó básicamente carnes y otros productos primarios como lana, miel y plata en bruto principalmente, más algunos químicos, en tanto importó bienes industriales y medicamentos. Como sea, hubo un alza de 8% respecto del año anterior.
Incubadora de emprendimientos
La gira de Scholz incluyó a Chile y Brasil, donde tuvo bilaterales con los presidentes Gabriel Boric y Lula da Silva, con quien habló de la defensa del Amazonas y el medioambiente (ignorados por el expresidente Jair Bolsonaro, del tratado pendiente UE-Mercosur y de Ucrania. En coincidencia con el Gobierno argentino, el brasileño ratificó su rechazo a aportar ayuda militar para Ucrania, como pretendía el visitante. Prometieron avanzar en el acuerdo entre ambas regiones y en la realización de inversiones ambientales de Alemania en apoyo de la preservación de la Amazonia.
América Latina fue algo ignorada por Alemania en estos años, pese a ser una pieza apetecida en el tablero global, y ser Alemania la cuarta economía nacional más grande luego de Estados Unidos, China y Japón. En otra etapa de su gran desarrollo industrial no era así. Fue cuando se instalaron en nuestra región los grandes grupos germanos como Volkswagen, BMW y Daimler (Mercedes Benz), la aseguradora Allianz y Siemens (sus cinco grupos fabriles más importantes actualmente), además de químicas como Bayer o Basf, el Deutsche Bank o la constructora Thyssen, entre las más famosas. Aunque hoy las preocupaciones del liderazgo y del capital alemanes son otras a nivel geopolítico –los problemas de la propia UE; la OTAN, Estados Unidos y Rusia, y el mercado de Asia, hoy más relevante, ya sea por oportunidades o por amenazas–, la gira de Scholz también buscó revalidar la presencia germánica en esta parte del globo, donde junto con el canciller llegaron más de 30 grandes ejecutivos de su país. Uno de los anuncios fue el desembarco, aquí, de una incubadora de emprendimiento empresariales alemanes.
Con su economía orientada a la industria 4.0 (con macrodatos, interconectividad, inteligencia artificial y toda esa familia de nuevas tecnologías) y la importancia que le otorga al desarrollo y la exportación de energías renovables o de transición como el hidrógeno verde, el gas licuado, la solar o la eólica, América Latina es un mercado con historia de relaciones y sobre todo con potencial. Desde ya, agroindustria, alimentos, minería y energía en general, cuando con el gran proveedor de gas, Rusia, se complicaron las cosas por la guerra y la postura alemana antiPutin, son los otros filones importantes de una relación que buscó activarse durante el último fin de semana en Buenos Aires, Santiago y Brasilia. En tal sentido, en sendas declaraciones a la prensa el presidente de la Cámara de Comercio Argentino-Alemana, Javier Pastorino, dijo que «en el nuevo contexto geopolítico mundial, se vislumbra un nuevo capítulo de la relación entre ambos países en diversos ejes estratégicos», particularmente en el energético, pero también combustibles, alimentos y medicamentos. Y Svenja Blanke, directora y representante en la Argentina de la Fundación Política Friedrich Ebert, vinculada con el PSD alemán, sostuvo que «obviamente, Berlín necesita energía».