Política

Una pulseada decisiva

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Concluidas las PASO, comenzó la disputa por la interpretación de los resultados. Los que ganaron y los que perdieron. En octubre se define cómo se va a gobernar los próximos dos años.

 

A las urnas. Pese a los augurios de desinterés formulados por algunos analistas, el porcentaje de participación superó el 75% del padrón. (Jorge Aloy)

Papelitos festivos se arrojaron en casi todos los comandos de campaña el pasado 11 de agosto. Quizás ese fue el primer round de una disputa que ya no era por los votos de las primarias, sino por el significado de esos votos. Ganador se sintió el Pro, aunque las cifras definitivas lo mostraron en segundo lugar en la ciudad de Buenos Aires. Ganador se proclamó Sergio Massa, y sobre todo lo proclamaron desde el grupo Clarín con Jorge Lanata a la cabeza, aunque su importante armado en el principal distrito electoral del país no trasciende por ahora ese límite. Ganador se dijo Cobos y también la coalición Unen, aunque ellos mismos reconocen que no va a ser fácil mantener unida, no ya la diversidad, sino las contradicciones que encierra esa alianza. Y el Gobierno, que si bien no se autodefinió como ganador, resaltó que sigue siendo la primera fuerza política nacional.
En lo que hace al macrismo, es significativo el retroceso electoral ya que, de confirmarse en octubre las cifras de las Paso, le harían perder la categoría de primera fuerza de la ciudad. El festejo en Costa Salguero, con globos de colores y baile de los principales dirigentes en el escenario, fue un intento de tapar la mala noticia que arrojó el escrutinio. Para una fuerza que aspira a instalar a su líder, Mauricio Macri, como presidenciable en 2015, la cosecha parece magra ya que se pone en riesgo su dominio del único distrito en el que tiene peso real y al que gobierna desde 2007. Con todo, el propio Macri señaló que su partido recuperaría en octubre votos propios que, dijo, optaron por listas de Unen con el ánimo de incidir en esa interna.
En cuanto al resultado obtenido por Unen –la entente conformada por radicales, socialistas, Libres del Sur, Coalición Cívica y Proyecto Sur–, fue una verdadera sorpresa que superó, incluso, las mejores expectativas de sus candidatos, siempre y cuando se tome en cuenta la sumatoria de votos recogidos por las cuatro listas que participaron de la interna abierta. A pesar de las diferencias y de ciertos debates entre sus precandidatos que hasta tuvieron algunos tintes escandalosos durante la campaña, consiguieron reunir una cantidad de sufragios que los coloca en el lugar de primera fuerza de Buenos Aires. Quedan, sin embargo, dos preguntas por contestar. Primero, ¿lograrán retener ese caudal unido hacia el 27 de octubre? Eso significaría que muchos votantes de cada una de las fuerzas que integran ese armado podrían hacer caso omiso a historias muy diversas de cada uno de los candidatos. Segundo: ¿podrán ofrecer un discurso coherente y uniforme? Es decir, aquello que lograron a medias durante la campaña para las internas. ¿Las ideas programáticas de Elisa Carrió, Fernando Solanas, Ricardo Gil Lavedra y Martín Lousteau, diferentes y hasta contradictorias entre sí, podrán ser resumidas por los candidatos ganadores de la interna?
El kirchnerismo, por su parte, evidentemente tuvo un caudal inferior en relación con las elecciones de 2011. Es dudoso, sin embargo, que esa comparación sea realmente útil, ya que por entonces la figura de Cristina Fernández y la gestión del Gobierno nacional estaban en el centro de la disputa. Y como casi siempre sucede, la polarización en las elecciones presidenciales es muy superior a la que se da en las legislativas, como las Paso 2013.

 

Proyecciones
En  todo caso, una referencia insoslayable es la elección de 2009, cuando el kirchnerismo porteño obtuvo el 11,60%, mientras que el 11 de agosto alcanzó el 18,99%. Justamente esto es lo que permite que si en 2009 ingresó sólo un diputado a la Cámara Baja, ahora entrarían tres legisladores, incluyendo a Carlos Heller (ver recuadro). En el total nacional, el kirchnerismo está cerca de repetir los guarismos de 4 años atrás y en la distribución de escaños no perdería presencia en el Poder Legislativo e incluso podría incrementarla.
Un hecho sobresaliente de las recientes primarias es, sin dudas, la emergencia de Sergio Massa quien, en muy poco tiempo de campaña –ya que anunció su candidatura en el límite del plazo de presentación de listas–, logró cosechar el principal caudal electoral nada menos que en la provincia de Buenos Aires.  Al principio se esforzó por mantener un discurso ambiguo, que no ofreciera flancos a la crítica ni por izquierda ni por derecha, en base a un perfil conciliador, no beligerante. Pero es interesante analizar el discurso del intendente de Tigre en el cierre de la campaña y ni bien se sintió ganador. Frente a empresarios reunidos por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción, Massa criticó la política energética, la agropecuaria y la relación de Argentina con el mundo. Además, instó –algo que repitió muchas veces desde el domingo de las elecciones– a «dejar atrás el pasado».  Es muy posible, con todo, que a pesar de no esconder ahora sus posiciones claramente de derecha, su caudal electoral se incremente porque, más allá de que Francisco De Narváez ratificó que no se bajará de su candidatura, es probable que una parte de sus votantes se vuelquen hacia el intendente de Tigre por aquello de apostar a ganador y ejercer el denominado «voto útil».
Sin embargo, para que este éxito de Massa trascienda a nivel nacional va a tener que disputar y mucho contra otros representantes de la derecha política, en especial la peronista, que también tienen aspiraciones de proyección hacia todo el país. Es el caso del gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, ganador en su distrito, y hasta del propio Mauricio Macri, pese a los inconvenientes que muestra para la construcción política más allá de la General Paz. De la Sota debió volver sobre sus pasos pese a ratificar su hegemonía en la provincia. Es que poco quedó de aquella apuesta conservadora plasmada en el acuerdo que había suscripto con Francisco de Narváez, cuarto en las Paso bonaerenses, Hugo Moyano, quien acompañó al empresario colombiano, y Roberto Lavagna. El ex ministro de Economía, por caso, se pasó, pocos días antes de las primarias, a las huestes del tigrense y dejó en el olvido el acuerdo suscripto en Córdoba.

 

Lo que vendrá
Vencido por Massa en la provincia, es obvio que Martín Insaurralde cosechó un caudal electoral menor al esperado. Quizás esto sea lo que más afectó el ánimo de las filas kirchneristas que, si bien no aseguraban un triunfo del intendente de Lomas de Zamora, lo cierto es que sí auguraban que la diferencia que podría darse con el Frente Renovador no sería tan amplia. El menor conocimiento público de este candidato y las demandas sociales aún insatisfechas pueden explicar, en parte, el resultado obtenido. En el kirchnerismo se espera, sin embargo, que de aquí a octubre, en la medida que se difunda mucho más la imagen de Insaurralde, logre acortar la brecha con la massismo.
Otros liderazgos concentran fuerzas en resultados locales y mantienen expectativas de proyección nacional. Es el caso del socialista Hermes Binner, quien revalidó títulos en Santa Fe, al frente de la lista de candidatos a diputado, y el ex vicepresidente Julio Cobos, quien a partir de su holgado triunfo en Mendoza vuelve a instalarse como figura central del radicalismo.
Los dos meses siguientes auguran un panorama bastante abierto y de difícil predicción en cuanto a cómo se va a definir la correlación de fuerzas para los próximos dos años. El oficialismo pone en juego las bancas obtenidas en 2009, es decir, en una elección en la que fue derrotado en la provincia de Buenos Aires, por lo cual aún con el resultado registrado en las Paso mantiene un ajustado control del Congreso. Lo que es seguro es que el reparto de fuerza política que determine el resultado de octubre va a ser decisivo para saber en qué contexto se va a gobernar el país en los dos años que restan del mandato de Cristina Fernández y de qué manera se arribará a la elección presidencial de 2015.

Jorge Vilas