24 de noviembre de 2022
Una multitud se dio cita en la Plaza de Mayo para despedir a la histórica presidenta de la Asociación Madres, que hoy descansa en el emblemático espacio.
El último adiós. Un puñado de sus compañeras esparció las cenizas de Hebe al pie de la Pirámide.
Foto: NA
Como cada jueves desde hace casi 46 años, en la Plaza de Mayo marcharon las Madres. Una marcha distinta, porque hoy las cenizas de la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, descansan para siempre a los pies de la Pirámide de Mayo.
A las 15:30, puntualmente, un puñado de ancianas con su distintivo pañuelo blanco, junto con el cura Paco Olveira y un par de allegados, cruzaron la reja que encierra el monumento a mitad de la Plaza y esparcieron sobre la tierra ajada las cenizas de Hebe de Bonafini. Miles de personas acompañaron el rito. Algunos pocos, con el cuerpo pegado a las rejas. Los más, desde lejos, con los cuerpos apretados, como pujando por el último abrazo de Hebe de Bonafini, al ritmo de redoblantes, bombos y cánticos entrecruzados.
Tras la bendición del padre Paco, las cinco Madres que acompañaron la ceremonia colectiva regaron la tierra donde fueron dispuestas las cenizas ‒junto a un crucifijo enviado por el papa Francisco‒ y con marcha lenta se alejaron de la Pirámide y se dirigieron hasta la carpa emplazada junto al escenario montado para esta ocasión.
La marcha de este jueves se desarrolló alrededor de la Plaza, no de la Pirámide como desde hace más de cuatro décadas, debido a la cantidad de personas que se dieron cita desde el mediodía para despedir a la referente de la Asociación. Movimientos sociales, partidos políticos y funcionarios nacionales y provinciales dijeron presente y colmaron la Plaza, pero también jóvenes, adultos y ancianos «sueltos», sin ningún tipo de identificación, estuvieron allí.
Sin lugar a dudas, el momento más emotivo fue cuando las cinco Madres subieron al escenario. Ancianas, agobiadas por el calor y emocionadas por lo vivido estos últimos cuatro días, cada una de ellas exaltó la figura y la personalidad de Hebe. Todas dejaron en claro que la lucha continúa, acompañadas por los miles de jóvenes que colmaron la Plaza. «Hebe no se fue, está con nosotros», dijo Visitación de Loyola, la mayor de ellas, con 98 años; «Hebe nos va a iluminar para ver cómo tenemos que seguir. Ella nos va a dar fuerza, desde donde esté», resaltó emocionada Josefa «Pina» de Fiore. «Aquí estamos con la fuerza de Hebe, con los discursos que nos ha dejado y nos marcó ayer, hoy y siempre. Eso nos va a guiar de hoy en más», sostuvo a su turno Irene de Chueque, de la filial Mar del Plata de la Asociación. «No es sencillo hablar en esta plaza, no es fácil. Hoy Hebe nos deja para que continuemos con la lucha y con esa enorme responsabilidad de que una vez por todas podamos construir esa patria justa, libre, soberana, equitativa. Compañeros, continuemos el camino», expresó Sara Mrad de filial Tucumán. «Vamos a seguir la lucha con lo que ella nos enseñó», remarcó al final Carmen Arias.
La principal referente de los movimientos de denuncia del terrorismo de Estado murió a los 93 años. En sus últimos 46 años de vida, «Kika», aquella ama de casa del barrio El Dique, de la localidad bonaerense de Ensenada, se convirtió en Hebe, esa «rebelde, “loca”, fanática y luchadora», como ella misma se definió en una entrevista. Esa mujer que dejó de lado su vida anterior para buscar a sus hijos y a su nuera, para luego buscar a todos sus hijos, a los 30.000.
«Se fue una gigante de la historia argentina. Así lo entendieron miles de personas que concurrieron a la Plaza de Mayo, que ahora es su casa para siempre. No fue solo una referente sin par de la resistencia a la dictadura sino también una protagonista decisiva de la etapa postdictatorial que, como revolucionaria, se proyectó hacia el futuro. Nos va a faltar su voz cada jueves, pero nos deja un legado enorme», sintetizó el biógrafo de Hebe de Bonafini, autor de La historia de las Madres de Plaza de Mayo y La rebelión de las Madres y director de Acción, Ulises Gorini.
«Por más que nos tapen, estamos. Por más que se pongan mil milicos adelante, estamos. Por más que no les guste, estamos. Y si nos matan, seguiremos estando», vociferaba a grito partido Hebe de Bonafini, al borde del cordón policial, a las puertas de la Catedral metropolitana en el tradicional tedeum del 9 de julio de 1990. Hoy quedó más que demostrado que seguirán estando.
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