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Primeros pasos

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Daniel Víctor Sosa

El ministro Massa anunció un camino orientado a revertir turbulencias cambiarias y recuperar reservas. El gran desafío de controlar la inflación y dar respuesta a las demandas sociales.

Conferencia de prensa. En el Ministerio de Economía, Massa anunció los principales ejes de su gestión y sus decisiones iniciales.

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La segunda etapa de la gestión económica gubernamental comenzó con la puesta en valor del acuerdo forjado por las principales fuerzas políticas del Frente de Todos. De ese consenso surgió la necesidad de reformular el gabinete ministerial y la designación de Sergio Massa a cargo de un despacho unificado que integró al Palacio de Hacienda con las carteras de Agricultura y de Desarrollo Productivo.
Sobre esa plataforma se puso en marcha un programa con fuertes correcciones. «Fallamos como administradores», admitió el extitular de la Cámara de Diputados. Se refirió así a los desvíos permitidos en los últimos meses por Martín Guzmán. Y a la disparada del dólar ilegal luego de su abrupta renuncia.
El perfil de los anuncios realizados por Massa en las últimas horas dio sustento a interpretaciones de todo tipo. Era esperable, dados los distintos intereses en pugna y en búsqueda de un posicionamiento más favorable en la puja por la distribución de la riqueza acumulada y la que se vaya generando.
Los sectores oligopólicos y sus voceros mediáticos montan relatos que quieren ver un giro conservador, a partir del supuesto uso de dispositivos ortodoxos. Por ejemplo, los ligados al «orden fiscal». Desde ese flanco se presenta el cambio como una batalla ganada al Gobierno. Se oculta de ese modo que los objetivos principales de la cúpula empresaria de la ciudad y el campo, nacional y extranjera, se ligaban básicamente a una violenta depreciación del peso. Esa «salida» habría implicado mega ganancias inmediatas, apoyadas en una dramática transferencia de ingresos desde los bolsillos populares a las arcas de los más poderosos. Por eso se la descartó. Los más recalcitrantes opositores, sin embargo, no aflojarán, ilusionados con un acelerado deterioro (o ruptura) de la coalición gobernante, que abra camino más pronto que tarde al añorado modelo neoliberal.

Diagnóstico
Desechada la devaluación por innecesaria en la coyuntura (más allá de su impacto inflacionario cada vez que se usó el recurso), del diagnóstico de Massa se derivan objetivos coherentes con las metas que el propio FdT se trazó en 2019. Es cierto que entonces no se avizoraba una pandemia que obligó a paralizar la actividad, o una guerra europea que multiplicó los precios del petróleo y los granos.
Esa situación echó leña al fuego de la suba de precios, a la vez que fue agotando las divisas disponibles para el Estado. En tal sentido gravitaron el fuerte aumento en la factura de importación de gas y la luz verde de Guzmán para las compras anticipadas de los importadores. Completó el cuadro la demora en la exportación de gran parte de la cosecha de soja. Estas presiones llevaron al Tesoro a requerir una mayor asistencia del Banco Central para cubrir sus necesidades. De allí el efecto virtuoso que se espera del «orden fiscal». Principalmente, con la quita de subsidios a quienes no lo requieren. La segmentación de tarifas energéticas ya planteada en el breve interregno de Silvina Batakis (4 millones de familias pagarán lo que cuesta el servicio) será más amplia ahora, mediante un tope a las subvenciones que sobrevivan. El beneficio tendrá como límite un consumo bimestral de 400 Mw.
El esquema se apoya también en un planteo claramente productivista, base de un constante crecimiento de la recaudación fiscal. Una reactivación sostenida y más amplia será fuente de empleos. Y asegurará la generación genuina de dólares a través de las ventas al exterior y el consiguiente superávit comercial, para fortalecer las reservas monetarias. Estas últimas se engrosarán, adicionalmente, con el aporte de exportaciones adelantadas (del agro, la pesca, la minería, etcétera); desembolsos de organismos crediticios; y recompras de deuda soberana; mientras para reducir compromisos en pesos se avanza en un canje voluntario.
Superadas las urgencias momentáneas, la llegada permanente de divisas debería provenir de la performance mejorada de la agroindustria, los hidrocarburos, la economía del conocimiento y otros rubros. A tal fin se los apuntalará por vía de préstamos, incentivos fiscales y cambiarios. Muchas pymes que se conviertan en exportadoras se beneficiarán a su vez con financiamientos promocionales y un esquema de garantías específico.

Ingresos
La apuesta de Massa al crecimiento y a superar las turbulencias (cambiarias, inflacionarias) incluye, obviamente, al mercado interno. La prioridad es bajar la inflación («fábrica de pobres», definió), lo que se haría evidente recién desde septiembre en adelante. De confirmarse ese escenario se tonificará el consumo popular, mientras continuará incrementándose la nómina laboral privada.
Ese sería el contexto del reordenamiento de los planes sociales, con una masiva inserción en el mercado formal de trabajo, «fortalecimiento de cooperativas y protección en caso de situaciones de vulnerabilidad», prometió el ministro.
A la vez, la recomposición de los ingresos para trabajadores en blanco seguirá dependiendo de las tratativas paritarias, mientras se buscan mecanismos junto con entidades patronales y centrales sindicales que permitan recuperar ingresos. Lo ya anunciado incluye el aumento del salario mínimo, vital y móvil, y la mejora de las asignaciones familiares. Por otra parte, el próximo miércoles 10 se anunciará el índice de movilidad jubilatoria (que elevará los haberes para el último trimestre) y ya se anticipó un bono extra para compensar el retroceso reciente.
Massa encara un reordenamiento que apunta a reencaminar el proyecto original. Buena parte de los analistas le asigna chances, aún en un contexto que mantendrá, a corto plazo, incertidumbres y fuertes desafíos bajo la atenta mirada del FMI. 

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