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El centro y la periferia

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En tiempos de crisis mundial, la recuperación del pensamiento de uno de los economistas latinoamericanos más importantes del siglo XX revitaliza estrategias válidas para enfrentar nuevos desafíos.

 

Ferrer en la Tuñón. «La idea de que la realidad hay que verla con ojos propios tiene validez universal», señaló el ex embajador. (Horacio Paone)

Prebisch fue el líder de un grupo de jóvenes economistas que conformaron lo que luego se llamó estructuralismo latinoamericano, que tenía como fundamento ver la realidad nacional y la del mundo desde la propia perspectiva. Como decía Arturo Jauretche “lo nacional es lo universal visto por nosotros mismos”», aseguró el economista y ex embajador en Francia, Aldo Ferrer  en la charla El centro y la periferia en Raúl Prebisch, que se llevó adelante en el marco del Seminario Permanente de Pensamiento Latinoamericano, en la sala González Tuñón del Centro Cultural de la Cooperación.
Su trayectoria como docente, funcionario –fue titular del Banco Central de la República Argentina– y académico lo posicionan como uno de los economistas latinoamericanos más importantes del siglo XX, en particular por sus aportes teóricos fundamentales –como la tesis del deterioro de los términos de intercambio explicado por las diferentes dinámicas de los países del centro y de la periferia respecto del ciclo económico, y como principal teórico de los modelos de sustitución de importaciones y de las teorías del desarrollo de los años 50 y 60– «porque marcaron una gran crítica a la economía neoclásica en general, y las ventajas comparativas ricardianas en particular, y creo que también fue el punto de partida de nuevas reflexiones en todo el continente», señaló Martín Burgos, coordinador del departamento de Economía Política y presentador de la charla.
Formado bajo el paradigma neoliberal, Prebisch se desencantó de la visión económica ortodoxa cuando se declaró la crisis del 30, y a partir de ese momento comienza a construir su visión heterodoxa y estructuralista. A mediados de la década del 30 el economista tucumano llega a la conclusión de que Argentina no debía volver al modelo agroexportador previo a la crisis, no sólo por el viraje más proteccionista de los países hegemónicos (Estados Unidos, Inglaterra), sino también porque el país debía reducir su exposición a las fluctuaciones externas, como la retracción de las exportaciones argentinas y la afluencia de capitales financieros.
«Prebisch –sostuvo Ferrer– tuvo una virtud poco frecuente entre los economistas, ser un economista que tuviera responsabilidades de gobierno, al mismo tiempo que era un hombre de pensamiento capaz de reflexionar sobre su experiencia y teorizar con esa experiencia. Y eso lo fue expresando como profesor en la Facultad de Ciencias Económicas donde tuve el privilegio de ser su alumno en su cátedra y en un seminario de reflexión, donde comienza a desarrollar sus ideas que luego proyectaría en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, la Cepal, a partir de 1948».
Como director de estudios económicos de la recientemente creada Secretaría Ejecutiva de la Cepal, primero, y como Secretario Ejecutivo después, aquella visión que había ido formando en su experiencia argentina, la proyecta a nivel internacional, y «constituye lo que después se llamaría el Estructuralismo Latinoamericano: una tentativa de observar al mundo desde nuestra propia realidad. También comienza con la formulación de una teoría, uno de cuyos puntos centrales era que en un mercado mundial en el cual hay centros industriales altamente desarrollados con gran capacidad financiera y, por otro lado, países especializados en la producción primaria, importadores de manufactura y exportadores de capital, se genera una relación asimétrica, una relación centro-periferia que no es consistente con el desarrollo de los países periféricos. A partir de allí surge una serie de aportes, entre ellos, el que se constituye como el punto clave del planteo estructuralista inspirado por Prebisch, el del deterioro de los términos de intercambio. Junto con un economista alemán, Frank Singer, desarrollaron la idea de que había una tendencia secular al abaratamiento de los precios de las materias primas respecto de las manufacturas, y que por tanto había un intercambio desigual. O sea, había un deterioro de los términos de intercambio de la producción primaria, y eso llevaba a que los frutos del progreso técnico se concentrara en los países industriales. Y que esto, como consecuencia, no sólo era una forma inequitativa de distribuir el ingreso mundial, sino que era también un obstáculo para el desarrollo de los países de la periferia. Entonces, a partir de allí, van surgiendo propuestas de política económica». Industrialización, integración latinoamericana y distribución del ingreso más equitativa fueron las estrategias para superar los escollos que debían enfrentar las economías periféricas.
Para Ferrer, la nueva crisis mundial desatada en 2008 y que continúa hasta nuestros días muestra la vigencia de los aportes de Raúl Prebisch al pensamiento económico: la  importancia del desarrollo industrial integrado, la diversificación de la estructura productiva, su visión sobre la coordinación entre el Estado y el mercado y la relevancia de la cooperación internacional.  «En este nuevo escenario que se ha abierto después del fracaso del Consenso de Washington y del predominio en la mayor parte de Latinoamérica de proyectos políticos que tienen otro tipo de inspiración, ha vuelto a actualizarse la vigencia de la propuesta estructuralista. Se puede decir que ha vuelto Prebisch, que ha vuelto aquel viejo enfoque planteado sobre la base de algunas premisas que tienen validez universal y que son atemporales. La idea de que la realidad hay que verla con los ojos propios es fundamental», cerró Ferrer.

Mirta Quiles