Sociedad | Campaña Talud Continental IV

Anémonas, estrellas y ciencia argentina

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Jorgelina Hiba

Una cámara en el fondo del mar convirtió a un grupo de investigadores en figuras inesperadas de un streaming hipnótico. Biodiversidad, orgullo y conexión entre ciudadanía y sistema científico en tiempos de ajuste.

Calamar de aguas profundas. La campaña se trasmite en vivo por el canal de Youtube del Schmidt Ocean Institute.

Foto: conicet.gob.ar

La fascinación colectiva que desató durante la última semana una transmisión científica que muestra en directo una porción de fondo submarino que está a 300 kilómetros de la costa marplatense y a más de 2.500 metros de profundidad abrió varios debates al mismo tiempo, que van desde el contenido que les interesa a «las audiencias» hasta la relación (evidentemente estrecha) entre los argentinos y los logros de su sistema de ciencia y tecnología, sintetizado muchas veces bajo la sigla del Conicet (Concejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). Las imágenes en altísima calidad que transmite la cámara del robot de la campaña científica «Talud Continental IV», que recorre las profundidades del Atlántico sur, muestran varias cosas, además de la enorme variedad de especies marinas que habitan ese lugar desconocido: primero, que la naturaleza en estado prístino sigue cautivando la atención humana de forma casi hiptónica: las olas del mar, el crepitar del fuego, las nubes que corren por el cielo, un atardecer o un amanecer, o las maravillas naturales que ya existen y están ahí a miles de metros de profundidad renuevan la conexión más atávica del humano y su entorno, sin necesidad de nada más. 

«Estamos muy asombrados por lo que vemos aquí abajo y nuestras expectativas están ampliamente superadas desde el punto de vista científico», explicó a la radio de la UNR Nahuel Farías, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras de la Universidad Nacional de Mar del Plata que forma parte de la expedición embarcada desde hace una semana. Para el científico, la repercusión ciudadana de la transmisión en vivo es tanto o más sorprendente que los propios hallazgos marinos: «El impacto mediático y publico no para de crecer y es algo que nos tiene sorprendidos y contentos. Nos parece muy alentador que la gente esté interesada por lo que hacemos, es una curiosidad sociológica saber el por qué de este impacto».

Rumbo sur. La travesía se realiza a bordo del buque de investigación Falkor, provisto con equipamiento oceanográfico de última generación.

Foto: conicet.gob.ar

Orgullo ciudadano
Según Farías, la expedición permite ver en tiempo real no solo la biodiversidad del fondo marino, sino también sus interacciones e incluso aquellos elementos no naturales introducidos al sistema por la acción humana, como una bota caída desde algún buque y una bolsita de plástico. «Hasta el momento hemos visto un sistema bastante prístino, con muchas cosas novedosas. La gente estuvo eligiendo qué cosas les sorprenden y reaccionan con memes como el de la Estrella Patricio, la remolacha o el limoncito», dijo el experto, que agregó que la exploración permitirá abrir y fortalecer estudios de especies como los cangrejos, camarones y langostas.

Los comentarios que aparecen en vivo durante la transmisión abren otra de las pistas que ayudan a entender por qué decenas de miles de personas conviertieron a este «anti-streaming» (nadie grita, nadie insulta, el tono es pausado y lento, no hay golpes de efecto ni inteligencia artificial) en el fenómeno audiovisual del invierno argentino: las palabras orgullo, ciencia argentina, soberanía y Conicet se repiten una y otra vez, reforzando la idea de la fuerte identificación que existe entre una porción importante de la ciudadanía y el sistema científico-tecnológico nacional, atacado como nunca antes, en lo presupuestario y en lo discursivo, por el actual Gobierno nacional libertario.

«Esta exploración tiene una riqueza que se comparte, y que la gente participe de lo que se hace científicamente es algo que se viene generando desde hace tiempo desde la universidad pública», agregó Farías desde el barco que explora el cañón submarino Mar del Plata, una región de alta biodiversidad y escasamente estudiada del Atlántico sur con supervisión del Conicet y financiamiento internacional. Para Manuel Irigoitía, biólogo marino, el interés masivo ciudadano sirve para reafirmar también la importacia del sistema público de investigaciones científicas: «Quiero destacar que esto que vemos en directo es solo una parte, quizá la más visible y espectacular, de un trabajo que se hace desde hace años y que implica profesionales formados, proyectos científicos y tiempo, mucho tiempo de estudio y de trabajo. Eso es la ciencia argentina y es muy valioso que se reconozca su valor, en tiempos donde es muy cuestionada y muchos investgadores tenemos sueldos que rozan la línea de la pobreza», agregó el científico.

Belleza natural inconmensurable, comunión ciudadana con el sistema científico tecnológico nacional y altísima tecnología disponible y gratuita para poder disfrutar en vivo de «nuestro» fondo marino son algunos de los elementos que ayudan a entender por qué, durante algunos días del invierno austral, Argentina pudo sostener una conversación pública de calidad sobre lo más esencial e importante de la vida en la Tierra.

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