Sociedad

Barajar y dar de nuevo

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Las conquistas del movimiento de mujeres han obligado a los varones a interrogarse sobre sus privilegios. Talleres, conversatorios y otras iniciativas invitan a desmontar los lugares comunes de las identidades tradicionales de género.


Antipatriarcales. Cambios en la vida cotidiana y en las relaciones familiares. (Mauricio Centurión)

El feminismo no solo ha conquistado derechos para las mujeres sino que ha obligado a los varones a replantearse qué significa ser hombres en este contexto y qué papel deben jugar aquellos que apoyan las reivindicaciones de sus compañeras. En algunos casos, el machismo se exacerba y, en otros, se nota la confusión. Pero también están los que consideran que es necesario discutir la masculinidad tal como está concebida y apoyar la lucha de las mujeres pensando en un hombre nuevo.
Con el objetivo de replantearse los privilegios masculinos en las sociedades contemporáneas, surgen talleres como el que dicta Lucas Villalba para los varones de la Comuna 1 del espacio Nuevo Encuentro; Alejandro Aymú en el Centro Cultural de la Cooperación (CCC) o el de «Exploración de Masculinidades», de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de La Plata.

Insensible y poderoso
Lucas Villalba es operador sociocomunitario en perspectiva de género y promoción de derechos de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. Para él, cuando en nuestra sociedad se habla de masculinidad se está haciendo referencia al «parámetro con que validamos las conductas y prácticas en cuanto a la diferenciación y la contraposición con la “feminidad”. En tanto, la “masculinidad hegemónica” es aquella validada por la mayoría, que domina, que reina y que ejerce poder. Esta masculinidad es la que
al varón lo hace ver heterosexual, proveedor, fuerte, saludable, insensible, poderoso y patriarcal».
En los talleres se desarrolla un sentido crítico respecto de las prácticas cotidianas que se reproducen para seguir fortaleciendo el sistema patriarcal. «Ponemos en discusión y conceptualizamos en torno a temas que tienen que ver con complejidades como las sexualidades, identidad, feminismos y violencia», explica Villalba a Acción. La mayoría de los varones que asisten a los talleres llegan desorientados: dudan si lo que piensan o hacen respecto del machismo está bien o mal; no saben cómo relacionarse, no tanto con las mujeres sino más bien con los otros varones. «Hay espacios en los que se pone en juego la hombría y por más deconstruidos que se crean algunos, esos espacios refuerzan la pertenencia de macho heteropatriarcal, machista y sexista», explica.
Para Alejandro Aymú, periodista y coordinador del área de Comunicación y Géneros del Centro Cultural de la Cooperación, los talleres «ponen en tensión nuestras masculinidades. Eso implica, muchas veces, poner en evidencia un lenguaje, un sentido común, que puede leerse como una “traición” hacia nuestro género y a nuestros pares si podemos reconocer los mecanismos de complicidad machista que existen entre los grupos de varones. Entonces, poner en crisis ese modelo y esas prácticas implica no ser cómplices de esos ejercicios de violencias, esos sentidos comunes, lo cual conlleva, inevitablemente, un costo político en el interior de grupos de amigos o de pares».
Aymú no está de acuerdo con la expresión «nuevas masculinidades», ya que a su entender «siempre estuvieron pero nunca fueron visualizadas, porque hay un modelo hegemónico al que quienes somo identificados como varones desde nuestro nacimiento, debemos responder. Estos modelos alternativos lo que hacen principalmente es poner en crisis ese patrón y manifestar que existen diversas formas de habitar la masculinidad y que es posible hacerlo. Lo que implica fundamentalmente es abandonar el lugar de privilegio de poder y violencia con el que desde nuestras crianzas nos formamos».
Los talleres de masculinidad trabajan para que los asistentes cuestionen esos privilegios que habitan en el varón y discutan acciones machistas para identificarlas. En las clases suele debatirse sobre la pornografía en los grupos de WhatsApp, los chistes misóginos, los «piropos», aprender a no hacer comentarios sobre cómo están vestidas las mujeres y otros «micromachismos» tan habituales entre los varones.
Las nuevas generaciones de varones, criadas en medio de la lucha feminista, son las que más se cuestionan los comportamientos. En este sentido, alumnos de la carrera de Trabajo Social de La Plata fueron quienes propusieron la temática de género en los plenarios y debates presentados en las clases. «Esto condujo a profundizar los móviles o las raíces de los actos de violencia hacia las mujeres. Intentando dar un paso más en la búsqueda de las causas de estos fenómenos nos encontramos a la masculinidad como premisa básica», explica a Acción el psicólogo Ramiro Bravo, uno de los docentes que lleva adelante los talleres.

Intervención creativa
Durante las Jornadas de Género y Diversidad Sexual organizadas por la Facultad de Trabajo Social el año pasado, se realizó un taller de «Exploración de Masculinidades». «Fue mixto, con gente de distintas edades, profesores de otras facultades y disciplinas, padres de personas trans, estudiantes y militantes de organizaciones estudiantiles. El tema fue explorar las distintas masculinidades y poder pensar formas creativas de intervenir y tratar con las masculinidades hegemónicas», cuenta Bravo.
El modo de trabajar es a través del psicodrama. Así se les brinda a los alumnos la posibilidad de vincularse de un modo diferente al habitual: jugando, exteriorizando y objetivando sus saberes respecto de la masculinidad. «El taller sirve para encontrar un espacio no solo de contención, sino de elaboración y creatividad del modo de ser varón imperante en nuestra sociedad, y así adoptar una postura crítica que permita generar un proceso de cambio en la masculinidad de cada persona y de su entorno próximo como agentes de cambio», cuenta Bravo.
Por otra parte, hay varones que no asisten a ningún taller ni forman parte de un colectivo pero que también cuestionan los valores y las prácticas patriarcales. En uno de esos grupos se encuentra Daniel Borrelli Azara, quien junto con algunos de sus amigos fundaron MaM (Muerte al Macho): un conversatorio de varones que piensan nuevas masculinidades y cuestionan sus privilegios de género.
«Nacemos de la necesidad de acompañar la revolución de nuestras hijas, hermanas y compañeras. Es momento de repensarnos nosotros y movilizarnos para exigir cambios que pongan fin a la desigualdad», dice Borrelli Azara a Acción. En el conversatorio hay un contador, artistas, un camarógrafo, solteros, otros con hijos y todos tienen opiniones diversas pero un común denominador: «quieren renunciar a los privilegios otrogados por el sistema heteropatriarcal, que impone una sociedad sexista, clasista, racista y homofóbica y ser parte de una nueva sociedad más justa, libre y solidaria».
Los MaM estuvieron en el éter en la emisora online Sin Dial Radio con un ciclo que lleva el nombre del grupo para que las charlas no mueran en la pizza y las cervezas a puertas cerradas. «Planteamos un cambio, buscamos masculinidades que se separen de la opresión a otres, que aporten a la igualdad y que sean acordes a nuestras subjetividades». Como ellos, son muchos los varones que han tomado conciencia del contexto que los rodea y que luchan contra un patriarcado en el que no eligieron vivir. Y lo hacen, en ocasiones, contra la mirada desconfiada de algunos de sus pares, que los consideran no menos que traidores.

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