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Costumbres argentinas

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Encuestas, fotografías, grabaciones y recopilaciones de cuentos realizados por la filóloga puntana Berta Vidal ofrecen un exhaustivo catálogo de los modos de ser y de hablar de los habitantes de nuestro país. La digitalización de un material invalorable.


(Pablo Blasberg)

 

A su doble condición de ser mujer y del interior –nacida en San Luis, en 1900–, pueda quizás deberse la falta de reconocimiento de esta estudiosa y lectora asombrosamente ávida, que aplicó en profundidad los descubrimientos del lingüista ruso Vladimir Propp y del psicoanalista Bruno Bettelheim, entre otros pensadores, antes que nadie en la Argentina.
Se llamaba Berta Elena Vidal de Battini y se graduó como filóloga de la Universidad de Buenos Aires en una época en que las mujeres a duras penas alcanzaban a estudiar. Hasta el último de sus días, en 1985, se dedicó a la docencia y siguió recopilando cuentos y leyendas populares y reelaborando su catálogo de infancia con las historias que le fueron refiriendo campesinos y maestros de todo el país.
Sus encuestas nacionales, originales e inéditas; sus fotografías y grabaciones, reunidas desde los años 40 hasta los 80, llegaron a la Universidad de San Juan dentro de 150 cajas con aproximadamente 180.000 folios que hasta ahora solo consultan especialistas. Se trata de una de las colecciones más peculiares sobre el modo de ser (y de hablar) de los argentinos que existen en la actualidad.
Digitalizada en parte, se puede consultar personalmente en el Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas (INILFI) Manuel Alvar, de la Facultad de Filosofía Humanidades y Artes de San Juan o a través de la página web (www.ffha.unsj.edu.ar/inilfi.htm).

 

Acervo nativo
La donación llegó en 1995, junto a su biblioteca personal de 4.500 volúmenes, tras la muerte de su esposo, por expresa determinación de este, que acaso buscaba preservar alguna clase de intimidad difusa; y desde entonces se encuentra en un lento y arduo proceso de digitalización y clasificación.      
En su compilación de cuentos populares (libro de los años 40 hoy disponible online en la Biblioteca Cervantes), Vidal de Battini recogió relatos en quichua, en Santiago del Estero, y en guaraní, en Corrientes, dos lenguas indígenas que aún hoy siguen vigentes en esas provincias bilingües. Del contacto con narradores onas, tehuelches y araucanos, tomó algunos cuentos en español y anticipó el desapego futuro de sus hijos escolarizados, que se negaron a aprender la lengua nativa.
Las encuestas hoy rescatadas formaron parte de un proyecto dirigido a las escuelas primarias nacionales para que los maestros colaboren con el relevamiento de los materiales lingüístico-etnográficos de la Comisión de Folclore y Nativismo del Consejo Nacional de Educación, del que ella formaba parte.

 

Lenguaje universal
Vidal de Battini escribió capítulos referidos a toponimia, nombres y apellidos (antroponimia), refranes, adivinanzas, coplas, gastronomía, vivienda, vestimenta, creencias y supersticiones gracias a sus «cuestionarios claros y accesibles para los maestros del interior profundo», según señala Aída González, directora del INILFI, quien agrega: «En ella encontramos la confluencia de dos líneas investigativas: la de los estudios lingüísticos dialectológicos y la del folclore espiritual». Discípula de Amado Alonso y de Pedro Henríquez Ureña, la sagacidad y el método de la filóloga puntana siguen despertando admiración.
Más de cien viajes le permitieron documentar, por caso, lo que llamó «el gran ciclo de los cuentos del tigre, del zorro y otros animales», el más numeroso y difundido de nuestra narrativa autóctona, documentado por ella en 136 versiones y variantes en todo el país y que «es heredero del conocido ciclo del lobo, el zorro y otros animales de los pueblos europeos».

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