Sociedad

De puerto en puerto

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Para generar conciencia sobre los recursos naturales y el medio ambiente, un grupo de activistas y navegantes recorre el país por tierra y agua, sumando en sus travesías a los habitantes de los lugares que visitan. La historia del velero La Sanmartiniana.


(Carlos Pico/Gentileza Fipca)
 

La presencia es soberanía», afirma taxativamente Julio Urien, presidente de la Fundación Interactiva para Promover la Cultura del Agua (FIPCA). Al frente de esta iniciativa viene recorriendo el país desde hace casi una década, por agua y por tierra, junto con cientos de integrantes de organizaciones sociales, sindicales, religiosas, académicas y políticas, para generar conciencia sobre los recursos naturales y el medio ambiente en el territorio nacional. La creciente extranjerización de la tierra y la escasa presencia de navegantes y embarcaciones locales en el mar argentino fueron los disparadores de este proyecto que se inició con la compra de un velero escuela, bautizado La Sanmartiniana. Con esta nave circularon por varios ríos y toda la costa marítima hasta la Isla de los Estados, y en su periplo las poblaciones de cada lugar en donde amarraba el velero tenían la posibilidad de navegar y conocer sus territorios de una forma poco habitual.
Una de las primeras expediciones encaradas por La Sanmartiniana fue la navegación del río Paraná, entre Posadas y Buenos Aires, durante varios meses de 2013 y 2014. De esa travesía participaron más de 1.000 jóvenes que se iban rotando en cada una de las escalas que se realizaron en una veintena de localidades portuarias. Del viaje, pero también de las múltiples actividades que se hicieron en tierra, fueron parte los pueblos originarios, trabajadores rurales, estudiantes universitarios, tareferos e integrantes de distintas agrupaciones políticas. «Fue una experiencia muy interesante, salíamos a navegar con los sectores populares, que son los que tienen poco acceso a la náutica porque es cara y bastante elitista», rememora Urien, que es teniente de fragata retirado, grado militar al que lo promocionó Néstor Kirchner en 2005, al tiempo que lo nombraba presidente del Astillero Río Santiago. Es que la carrera militar de Urien quedó trunca luego de que el 17 de noviembre de 1972, siendo guardiamarina, encabezó una sublevación en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) negándose a reprimir al pueblo que se preparaba para recibir al general Juan Domingo Perón. Aquella acción le valió su detención hasta la firma del indulto por Héctor Cámpora en 1973. Luego, fue perseguido por la Triple A, y encarcelado nuevamente por la última dictadura militar, donde fue torturado hasta que lo liberaron en octubre de 1983. «En la década de los 90, con el neoliberalismo que implementó Menem, y antes en la dictadura, nosotros perdimos los puertos nacionales y la flota fluvial –señala Urien–. De todas estas cuestiones íbamos hablando con los jóvenes mientras navegábamos, y también de la necesidad de ocupar ese espacio».

Rumbo sur
Algunas de las organizaciones que participan de los proyectos de Fipca son la Asociación de Trabajadores del Estado, Suteba, el Sindicato portuario, la Unión Obrera Metalúrgica, Foetra (Sindicato de las Telecomunicaciones), el sindicato de los Gráficos, el MUOCRA (Movimiento Unificado de Obreros de la Construcción) y la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).  
La segunda expedición de La Sanmartiniana se dirigió rumbo al sur, desde el puerto bonaerense de Dock Sud, en Avellaneda, hasta Ushuaia. Fueron más de 2.000 kilómetros de navegación bastante inusuales, ya que prácticamente no hay veleros que vayan en esa dirección, entre otros motivos porque el Atlántico Sur, según afirman los expertos, es un mar muy difícil y de tormentas bravas. El mecanismo fue el mismo que en la travesía previa: las tripulaciones a bordo se iban turnando por tramos. Y así llegaron hasta la Isla de los Estados.
En esa ocasión también pasaron más de 1.000 jóvenes a bordo. «Fue un hecho histórico porque en San Antonio Oeste, o incluso en Puerto Madryn o San Julián, nunca llegaba un velero argentino, y menos con jóvenes –subraya Urien– . En cada lugar nos quedábamos una semana y salíamos a navegar con la gente del lugar, viendo la necesidad de generar conciencia marítima. Y en el sur se planteó mucho la problemática de Malvinas, que están ocupadas por una potencia colonial».
En Ushuaia la tripulación de La Sanmartiniana se quedó varios meses y aprovecharon para salir al mar con integrantes del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC), del Conicet. Estos científicos no tenían acceso a embarcaciones que los llevaran mar adentro para hacer las tareas de campo que requieren sus investigaciones, así que aprovecharon el ofrecimiento de La Sanmartiniana. Pero hacia fines de 2015, en medio de una tormenta de la que pudieron salvarse los tripulantes, la nave naufragó y llegó averiada a las costas de las Islas Malvinas, de donde fue rescatada, luego de las gestiones diplomáticas pertinentes, y ahora se encuentra en etapa de reparación (ver recuadro).
Estas dificultades no detuvieron, sin embargo, las andanzas de Fipca. Por el contrario, impulsaron a sus integrantes a recorrer la parte continental del país. En este sentido, en 2017 se realizó la Primera Marcha por la Soberanía a Lago Escondido, en la región de El Bolsón, en la provincia de Río Negro. Esa zona fue adquirida por el magnate inglés Joe Lewis, quien no permite que nadie tenga acceso al lago pese a que el Superior Tribunal de Justicia de Río Negro ordenó su libre acceso y la decisión fue ratificada en diversos litigios. «No es posible que Joe Lewis se haya apropiado de un lago y no deje entrar a los ciudadanos argentinos», señala Urien.
Para acceder a Lago Escondido existen dos vías: un sendero de montaña, de difícil trayecto, por el que se tarda tres días en llegar; y el camino de Tacuifí, vehicular, que permite arribar al lago en menos de una hora desde la ruta 40. La ley establece que entre un lugar público y otro tiene que haber lo que se llama un «camino de servidumbre» que conecte ambos lugares. En este caso esa conexión la daría el camino de Tacuifí, habitualmente cerrado por Lewis.
Fipca ya lleva realizadas cuatro Marchas por la Soberanía a Lago Escondido, dos veces pudieron hacerlo por el camino de Tacuifí luego de presentar recursos de amparo y la autorización de la Justicia. La última marcha se hizo en febrero de este año y participaron 140 personas de diferentes lugares del país. Pese a los amparos de la Justicia, dos integrantes de Fipca sufrieron un atentado cuando navegaban el lago en el kayak inflable que habían llevado. Los empleados de Lewis salieron en dos lanchas, embistieron el kayak y lo dieron vuelta. «Me tiraron del kayak junto a mi compañero David Ramallo (de Radio Gráfica)», cuenta Andrea Gatabria, delegada de ATE-Capital en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. «Mientras estábamos en el agua nos empezó a bajar la temperatura corporal porque el agua era fría, y ellos en realidad lo que hacían era girar alrededor nuestro con la lancha mirándonos. Nos dejaron un rato ahí, y cuando empezamos a perder la reacción de nuestro cuerpo, porque el frío te va entumeciendo, nos sacaron del agua». Por este atentado hay una causa penal en curso.
Gatabria se integró a Fipca desde la primera Marcha por la Soberanía a Lago Escondido y participó en varias movidas, como la caravana que se hizo el año pasado a la Triple Frontera para proponer ese lugar como una zona de paz y de integración con los pueblos paraguayo y brasileño, en contra de la militarización, y en defensa del Acuífero Guaraní. «Y luego, junto al pueblo boliviano, desde Villazón, denunciamos la entrega de la explotación de litio a empresas extranjeras», recuerda Gatabria.
Pronto estará lista La Sanmartiniana para salir a marcar presencia en los ríos y mares de argentinos mientras Fipca sigue caminando con paso firme por el territorio nacional.

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