9 de febrero de 2024
Los casos están en aumento y los especialistas advierten que cambió la dinámica en la transmisión de la enfermedad. Cómo la crisis afecta la prevención y el papel del Estado.
Brote. El mosquito Aedes aegypti, transmisor del virus en los seres humanos.
Foto: Télam
El dengue es hoy el virus transmitido por mosquitos más importante a nivel global y figura en la lista de las veinte enfermedades tropicales desatendidas elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El 2023 marcó un récord de casos en la región de América, con casi cuatro millones y medio de casos.
En Argentina se registró, en el mes de diciembre, el pico más alto en número de casos y, en enero, se contabilizaron más de 11.800, visibilizando un «cambio en la dinámica» de la transmisión.
Para la médica infectóloga y especialista en medicina del viajero Susana Lloveras, el último brote tiene la particularidad de que por primera vez hubo continuidad de la transmisión viral, incluso en invierno.
«Siempre tuvimos dengue en un período del año, dependiendo de la zona del país, de noviembre a junio del año siguiente; pero en 2023 en algunas regiones hubo transmisión continua, y esto es diferente a lo que viene pasando históricamente», explica Lloveras y sintetiza: «Es el primer año donde la transmisión del virus no tiene estacionalidad».
Este cambio en la dinámica se refleja en provincias del noroeste como Chaco, Formosa, Corrientes, donde se mantuvo la transmisión, mientras que en algunas zonas de la provincia y Ciudad de Buenos Aires, se registra una temporada de dengue «un poco adelantada», cuando habitualmente se da entre los meses de febrero y abril.
Un problema multifactorial
El dengue es una enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes aegypti, que se alimenta de sangre de alguien infectado y después de un periodo de tiempo puede transmitir la enfermedad al picar a una persona sana.
Para Lloveras, el abordaje tanto del dengue, como de todas las enfermedades denominadas arbovirales, implica una estrategia integral: el control vectorial, la comunicación con la comunidad, el diagnóstico, la atención clínica y lo que pueda existir en desarrollo de vacunas. «Estas enfermedades no son fáciles de erradicar, de lo contrario no tendrían la expansión que tienen hoy en día», subraya.
Son muchos los factores que influyen en este nuevo escenario epidemiológico: claramente el cambio climático es uno de ellos, sumado a las migraciones, la urbanización sin control y los llamados «determinantes sociales», como la imposibilidad de acceso al agua segura.
«El dengue se da en climas tropicales y subtropicales del planeta, pero también se da en zonas urbanas y semiurbanas, y todas las políticas influyen», sostiene la médica infectóloga y advierte que en las regiones donde no hay agua corriente, «es necesario acumular agua en contenedores para abastecerse, que se convierten potencialmente en un criadero de mosquitos».
La manera de controlar el avance del dengue es erradicar al mosquito, una tarea casi imposible, porque el vector tiene hábitos domiciliarios y se reproduce en bebederos de mascotas, floreros y todos aquellos espacios donde se acumula agua limpia. El problema «es complejo y multifactorial», y si bien el conocimiento de la población ayuda, la mejora de las condiciones de vida influye en el sostenimiento de la propagación.
Para pocos
Así como lo principal es no tener mosquitos dentro del domicilio y los alrededores, el uso de repelente es otra de las estrategias, en este caso, de protección individual. Necesaria sobre todo para quien tiene fiebre y sospecha que tiene dengue, para evitar que los mosquitos piquen y sigan circulando vectores infectados.
Ese cuidado hoy es un lujo que no todos se pueden permitir. El descontrol de precios de los repelentes durante el mes de enero y la falta de stock implican una barrera en el acceso que no solo afecta en forma particular, sino también de manera colectiva. A más circulación de mosquitos infectados, más transmisión de dengue.
Los Estados, como responsables de las políticas públicas, tienen un rol fundamental en la prevención y control de la enfermedad –el propio Ministerio de Salud de la Nación recomienda, para evitar las picaduras, «usar repelentes de acuerdo a la edad y según las recomendaciones del envase». También cuentan con las herramientas necesarias para hacer campañas de prevención, promover la atención oportuna y, en algunos casos, asistir a la población.
Un ejemplo es es el Instituto Biológico «Tomás Perón», del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, que fabrica repelentes y en 2023 logró su mayor producción histórica con la elaboración total de más de 13 millones de mililitros, que fueron distribuidos en hospitales y en el territorio bonaerense. Desde la cartera sanitaria informaron que «el producto aún no se encuentra a la venta, por lo que el repelente se está destinando a los operativos de abordajes territoriales en los barrios donde se identifican focos epidemiológicos donde, además de tomar las medidas de cuidado pertinentes, se reparten para prevenir el dengue y la encefalitis equina» (otra enfermedad transmitida por mosquitos).
La elaboración de repelentes desde laboratorios públicos es posible –lo hizo también la provincia de Santa Fe– y representa la posibilidad de acceder en forma equitativa a productos de protección, que hoy son para muchos inalcanzables.
«Este es uno de los tantos insumos que el Instituto puede hacer, y que lentamente aumenta su producción para en un futuro poder comercializarlo y ampliar la distribución», comunicaron desde el organismo y adelantaron que «el Estado bonaerense espera ansioso la sanción de la ley que ya se encuentra en la Legislatura que transforma al Instituto Biológico en una empresa con participación mayoritaria del Estado».
De lograrse, además de insumos como repelentes, la provincia podrá elaborar una mayor cantidad de productos para insertarse en el mercado farmacéutico con la producción pública de medicamentos. Del mismo modo, la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (Anlap) hoy garantiza el acceso a medicamentos de enfermedades olvidadas que nadie produce, salvo los laboratorios públicos, y promueve la producción en las diferentes provincias.
Cabe recordar que entre sus muchos artículos, el DNU 70/2023 propone la eliminación de la Anlap, que, de concretarse, sería de un inevitable retroceso, porque en definitiva es el Estado el que debe pensar en las necesidades del país y su gente, y garantizar acceso, igualdad y equidad.