La Red Nacional de Policías con Perspectiva de Género denuncia la discriminación y el maltrato que sufren a diario las integrantes de las fuerzas de seguridad. Reclaman instituciones democráticas y rechazan la criminalización de la pobreza.
27 de marzo de 2019
Nuevo reglamento. Presentaron un anteproyecto de ley para garantizar sus derechos. (Alejandro Rodríguez)
Policías, prefectas y gendarmes sufren a diario maltratos o discriminación por ser mujeres en instituciones históricamente machistas. Desde no tener un baño propio o ser obligadas a cumplir tareas administrativas o de limpieza hasta sufrir abusos, y en muchos casos ser silenciadas por la superioridad.
Así es como una intervención con una mirada de género es reclamada hoy por quienes se animan a hablar en medio de una ola feminista que parece llegar a cada rincón. Así, la Red Nacional de Mujeres Policías con Perspectiva de Género, presente ya en 14 provincias, se propone nuclear todas estas inquietudes y denuncias, unas 200 al año según el Ministerio de Seguridad de la Nación.
Para Gabriela Macías, oficial principal de la Policía de Santa Cruz, impulsora de la Red, los casos seguramente son aún más. Ella misma hace cuatro años fue acosada por un compañero, y además fueron vulnerados sus derechos cuando quiso hacer la denuncia: «Me pusieron la condición de que me desnudara adelante de cuatro hombres». Pero además la oficial, nutricionista de profesión y empleada en el área de bienestar de la fuerza, relata que luego se enteró de que durante la revisión siempre debería haber estado presente una mujer, derecho, como tantos otros, que ella desconocía.
Sobre la poca visibilidad de estos casos, repetidos en todo el país, la antropóloga social del CONICET Sabrina Calandrón, autora del libro Género y sexualidad en la Policía Bonaerense, lo considera una verdadera «paradoja» en una sociedad que clama por mayor punitivismo. Además, asegura que el papel de los medios es fundamental, ya que «no los construyen como casos de resonancia». Y agrega una cuestión más: «No son conmocionantes estos casos en la escena pública porque está la visión de las fuerzas de seguridad como históricamente conservadoras y encargadas de la represión. Esto, en la memoria de la gente, hace que los casos de abusos en mujeres policías no generen la empatía que podría haber con otras trabajadoras en esa situación».
Otra mirada
Pero el pedido de una perspectiva de género en las fuerzas va aún más allá. «No entienden que no todas estamos ávidas de salir a patear ranchos», cuenta su experiencia Mariela Aranda, perteneciente a la policía de Santa Fe hace 21 años, hoy comisaria supervisora y militante feminista de MUMALA (Mujeres de la Matria Latinoamericana). Para la fuerza, «si no repetís estereotipos o criminalizás la pobreza, sos una blanda y no servís», continúa, y profundiza qué sería para ella incluir esta otra mirada en la policía: «Sería para una institución democrática, permeable, humana, sensible. Y para que la violencia no sea la primera herramienta».
Así es como Calandrón detecta otras formas más sutiles de discriminación, como la menor posibilidad de ascensos: unos 20 de cada 100 posibles. También destaca la diferencia entre el grado jerárquico que puedan tener formalmente y la relación con los demás efectivos: «La construcción de autoridad para las mujeres es muy difícil. Son desvalorizadas y así las decisiones que toman muchas veces no son seguidas por la subalternidad».
En este marco es que la Red está proponiendo una participación distinta en las marchas de mujeres: «Que no se nos envíe con bastones y escudos, sino que se armen estaciones con folletería, toma de denuncias y asesoramiento. Para poder empatizar con las mujeres que allí se encuentran, que muchas veces no se animan a acercarse a una comisaría», explica Macías.
El próximo paso es el cambio del Reglamento de Policía al que todas las jefaturas del país están adheridas desde 1971 por un decreto de Agustín Lanusse, época en la que ni siquiera había mujeres en las Fuerzas. De esta manera, el 7 de marzo presentaron en el Congreso un anteproyecto de ley que contiene, por ejemplo, la figura de abusos o acosos e incluye a los embarazos o períodos de lactancia como derechos y no como obstrucciones en sus carreras. Ya han conseguido un amplio apoyo de las distintas bancadas. Parece que esta ola no se detiene.