Una encuesta nacional busca conocer si hay diferencias en el modo en que descansan los habitantes de distintas regiones del país. Los resultados permitirán construir un mapa del sueño y podrían derivar en una discusión acerca de cambios en el huso horario.
12 de abril de 2018
(Latinstock)
De qué manera dormimos los argentinos. Esa es la pregunta-problema para esta indagación a nivel nacional que espera obtener unas 450.000 respuestas cuando finalice. El estudio, denominado Crono Argentina (www.cronoargentina.com), busca conocer cómo es el sueño a nivel poblacional, comunitario y tener un mapa del modo en que duermen las personas. Mediante una encuesta online se les pregunta cuántas horas por día duermen, qué pasa los fines de semana, cuánto tiempo se exponen a la luz solar, cuánto tiempo salen, si son más diurnas o nocturnas, cómo es su rendimiento escolar o en momentos de esparcimiento y si se despiertan durante la noche y por qué motivo, entre otras cuestiones.
«Esto es información importante, que la gente tenga un autoconocimiento de sus hábitos. Además, si tenemos una buena base de datos que cubra el territorio vamos a poder evaluar si hay diferencias norte-sur, este-oeste, en función de la cultura, edad, género, etcétera. Contar con esos datos nos va a permitir hacer cruces con una cantidad de variables sanitarias, es información de base pero también permite trazar políticas públicas a posteriori», señala en diálogo con Acción Diego Golombek, director del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad Nacional de Quilmes, biólogo e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y uno de los responsables del proyecto junto con las doctoras María Juliana Leone, también investigadora del Consejo, y Marina Giménez, de Holanda.
No solo el reloj clásico con números y agujas es el que define a qué hora hay que levantarse, estudiar o trabajar. Existe el reloj biológico, que es aquel que regula en cada persona los tiempos de cada actividad y que se ubica en el cerebro, en los núcleos supraquiasmáticos.
«Si bien todos tenemos un reloj biológico, todos somos variables, hay personas más matutinas y otras más vespertinas, y personas extremadamente matutinas o vespertinas, son distintos cronotipos, por lo tanto, en estos extremos seguramente en algún momento entren en conflicto o con la vida laboral o escolar o con la vida del ocio, la persona muy matutina hacia la tarde a lo mejor ya está somnolienta y se le complica una actividad de esparcimiento, en cambio a una persona más vespertina se le complica un trabajo o un horario escolar que empiezan muy temprano», indica Golombek.
Reloj personal
Otro de los conceptos que está en íntima relación con esto es el jet lag social. Si bien este fenómeno ocurre cuando una persona viaja y atraviesa distintos husos horarios, esto también puede ocurrir sin moverse de casa. «Es cuando el horario que te marca el reloj biológico es diferente al horario social. Todos tenemos algún grado de jet lag social porque en mayor o menor medida todos nos despertamos con reloj despertador, es decir, no nos estaríamos despertando en el horario que el reloj biológico nos estaría marcando, algunas personas lo tienen mucho más desfasado, como los adolescentes, cuyo reloj biológico es claramente más tardío, los que van al colegio en turno mañana tienen un jet lag social grandísimo. Hay evidencia de que retrasando un poquito el horario escolar, empezar a las 8.30 de la mañana la escuela, habría beneficios en la salud como en el rendimiento académico».
Consultado por Acción respecto de cuál sería el huso horario que mejor se adapta a la geografía argentina, Golombek opina que el actual no es el mejor. «Estamos en menos tres, que significa tres husos horarios al oeste del de Greenwich, esto equivale a estar en la mitad del océano Atlántico, no donde se debiera estar. Argentina es larga y ancha, con lo cual habría que discutir si no nos conviene uno o dos husos horarios, o en todo caso para las provincias más andinas un cambio de horario de verano e invierno. Es complicado, pero estar al menos en menos cuatro sería más saludable y en algunas provincias más andinas un menos cinco podría ser correcto».