30 de junio de 2024
Los humedales del Paraná sufren intervenciones antrópicas inéditas, como ganadería y urbanización, para «pampeanizar» su paisaje con fines productivistas. Reunión de expertos.
Ecoturismo. Una actividad permitiría mantener la integridad cultural de territorios naturales como las islas del Paraná.
Foto: Shutterstock
Con su identidad en juego como nunca antes ocurrió, el vastísimo sistema de humedales que componen el último tramo del río Paraná padece amenazas generadas por acciones humanas con el objetivo de transformar parte de su naturaleza en sistemas de producción agropecuaria, con la ganadería de islas como actividad predominante. Sobre los diferentes usos del territorio giró el debate del último Foro Nacional de Humedales realizado en la ciudad santafesina de Villa Ocampo a principios de junio, en un escenario marcado por la agresiva política del Gobierno nacional de desmantelamiento de la institucionalidad ambiental en Argentina.
A pesar de eso, o quizá con eso como motor para seguir apostando por espacios de diálogo y encuentro, el casi centenar de científicos, ambientalistas, técnicos de Parques Nacionales, operadores de turismo de naturaleza y funcionarios de Santa Fe, Chaco y Corrientes que asistieron al encuentro intercambiaron experiencias e información sobre los usos sustentables de estos ecosistemas, que a pesar de brindar innumerables servicios ecosistémicos y de ser grandes aliados ante el cambio climático, sufren a nivel global una destrucción aún más acelerada que los bosques.
Rol del Estado, desarrollo del ecoturismo, ganadería sustentable con manejo inteligente y racional del pastoreo y de las cargas animales y reglas de ordenamiento del territorio fueron algunos de los temas principales de debate en Villa Ocampo bajo el lema «La conservación de los humedales como fuente de desarrollo y trabajo regional». La geografía ayudó, ya que esa ciudad oficia como portal de ingreso al maravilloso Jaaukanigás, un área protegida de casi medio millón de hectáreas que se despliega en el extremo noreste de Santa Fe.
Conversión a pastizal
En ese marco se discutió sobre los desafíos de conciliar la producción agropecuaria con la conservación del ambiente, con la ganadería de islas como caso testigo. En ese punto vale destacar los datos difundidos desde la Fundación Humedales para el Delta del Paraná: según esa organización, existen al menos 654 polígonos con terraplenes y endicamientos artificiales que cubren unas 247.168 hectáreas, lo que representa un 12,36% de la superficie de ese ecosistema. Si se suman las extensiones de todas esas obras, se llega a una longitud total de 8.893 kilómetros repartidos entre las tres provincias que componen el Delta (Entre Ríos, Buenos Aires y Santa Fe), aunque la gran mayoría se encuentran en islas entrerrianas. Entre los principales usos de estas construcciones aparecen la ganadería de islas, las plantaciones forestales, las urbanizaciones y otros usos de tipo industrial.
Estos datos, cuya última actualización se hizo a mediados de 2018, muestran hasta qué punto ha avanzado la antropización de esta región, cuya biodiversidad es clave para garantizar tanto la salud del ambiente como la humana. «Estas construcciones alteran los ritmos hidrológicos y transforman el paisaje original del humedal para convertirlo en un pastizal pampeano, lo que a su vez tiene impactos en la vegetación, la fauna y los suelos. Todo esto, a la larga, atenta contra la propia producción», subrayó el biólogo de la Universidad de San Martín, Rubén Quintana.
Transformación. Acciones humanas amenazan con modificar parte del Paraná en sistemas de producción agropecuaria.
Foto: Shutterstock
Luis Luisoni, ingeniero agrónomo del INTA Reconquista, dijo que se pueden hacer mejores prácticas ganaderas en humedales «con manejo del pastoreo controlado y cargas animales controladas, así como con sistemas de pastoreo rotativo y alternativas al uso del fuego». «El pastoreo es un disturbio y su manejo tiene fuerte influencia sobre los humedales. Se debe tener en cuenta las características de los pastizales», explicó.
Turismo verde
¿Se puede conciliar producción con cuidado del ambiente? La respuesta es positiva y, durante el Foro, se expusieron ejemplos de sobra de posibles caminos para avanzar hacia un desarrollo que no ponga en juego a la naturaleza. En ese sentido avanzó la exposición de Eduardo Mosso, veterinario con amplísima trayectoria en las áreas ambientales del Estado santafesino: «Se puede hacer turismo sustentable en los humedales, la conservación puede ser una fuente de desarrollo y de trabajo. El ecoturismo es una oportunidad que permite, además, mantener la integridad cultural de territorios habitados desde hace mucho tiempo, como las islas del Paraná».
Mosso detalló los diferentes efectos del humano sobre los ecosistemas, que van desde cambios transitorios (como los vertidos contaminantes en los cuerpos de agua) a cambios crónicos que, a largo plazo, establecen nuevas condiciones en los ecosistemas, como ocurre con las aplicaciones recurrentes de agroquímicos, los diques y embalses, la deforestación o las urbanizaciones.
Por su lado Cristian Álvarez, de la Secretaría de Turismo de Santa Fe, explicó que la provincia tiene un potencial enorme de «turismo activo con destino humedales», más que nada en sus tres sitios Ramsar, que es como se designa a humedales de importancia internacional: el Jaaukanigás, el Delta del Paraná y la laguna de Melincué. «La conservación es un valor importante, que además está ligada con el patrimonio cultural. Hasta hace poco la pesca era el emblema del turismo regional, pero estos años fueron apareciendo otras opciones relacionadas con lo natural, como navegaciones en kayak, avistaje de aves o cabalgatas», detalló.
Áreas protegidas
El crecimiento del turismo de naturaleza a nivel global abre posibilidades nuevas en geografías que son adecuadas para esta tendencia, como los humedales santafesinos. En ese sentido avanzó la propuesta de Alejandro Luciani, del Ministerio de Ambiente provincial, quien explicó que el objetivo de la actual gestión es tener un 30% del territorio provincial bajo algún tipo de protección para 2030. «Santa Fe tiene un déficit de planes de ordenamiento territorial y el Ministerio de Ambiente recibe solo el 0,12% del presupuesto provincial. Nosotros nos comprometemos a mejorar eso, tener cuerpos de guardaparques y trabajar en educación ambiental».
Luciana Manelli, directora provincial del Sistema de Áreas Protegidas, dijo que en ese punto Santa Fe arrastra «una deuda como Estado», tras lo cual argumentó que tener parches de naturaleza al resguardo significa contar con herramientas de conservación «a largo plazo» que sirven para «protegernos como sociedad, natural y culturalmente». En Argentina, el 16% del territorio cuenta con algún tipo de protección: lejos, todavía, de la meta global del 30% adoptada tras la Conferencia de Naciones Unidas sobre Biodiversidad (COP 15) que tuvo lugar en Canadá hace poco más de un año, que fue calificado de «histórico», ya que apunta a revertir décadas de destrucción ambiental, lo que amenaza a las especies y a los ecosistemas del mundo, incluidos los humedales del río Paraná.