Sociedad | Caso Loan

Un aquelarre de hipótesis

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Ricardo Ragendorfer

De la teoría del extravío a la trata, infinidad de conjeturas rodean a la desaparición del niño correntino que mantiene en vilo al país. Un rompecabezas cuyas piezas aún no terminan de encajar.

Plaza Cabral. Multitudinaria marcha de antorchas por Loan en la ciudad de Corrientes.

Foto: Joaquin Meabe-ID

Esa fotografía, la del almuerzo en la casa de doña Catalina –la abuela del niño Loan Peña– podría ser el afiche de la película que, en la actualidad, mantiene en vilo a todo el país. Porque allí, en perspectiva, palpita el significado de la palabra «siniestro» en su sentido freudiano; o sea, la súbita conversión de «lo familiar» o «lo hogareño» en un territorio extraño, inhóspito y amenazante. 

Tomada al promediar el mediodía del 13 de junio, tal imagen exhibe a los comensales muy enfrascados en sus mostacholes, sin siquiera mirarse entre sí. ¿Qué pensarían entre bocado y bocado?  

Ya se sabe que, poco después, a ese pibe de cinco años se lo tragaría un secreto que aún no salió a la luz, sin que en semejante enigma interviniera alguien ajeno a esa comilona. Beneficiada por tal certeza arrancó la pesquisa.

Pues bien, he aquí una historia hecha con fragmentos. 

Imagen: Ministerio de Seguridad

Cambio de carátula
«No descartamos ninguna hipótesis», sería, desde el comienzo, el lema de los investigadores. Y fue originalmente recitada por el comisario Walter Maciel, cuando más de 600 policías provinciales bajo su mando, junto con un número indeterminado de pobladores, no sin el apoyo de buzos tácticos, bomberos, baqueanos, perros y drones, peinaban los pastizales aledaños a la localidad correntina de 9 de Julio, mientras un ejército de cronistas y camarógrafos cubría tal coreografía. 

El show había comenzado con bombos y platillos

A continuación, fue arrestado Antonio Benítez (yerno de la anfitriona), junto Daniel Ramírez (un amigo que él invitó) y su novia, Mónica Villapi. El trío fue imputado por «abandono de persona», dado que había acompañado a Loan al monte del naranjal, donde –presuntamente– se esfumó. Es que aún se imponía la creencia del «extravío». 

Sin embargo, con el paso de los días eso se diluyó.   

«No descartamos ninguna hipótesis», soltaron entonces, al unísono, los fiscales provinciales Guillermo Barry y Juan Carlos Castillo. 

Recién el 22 de junio se sumaron a los detenidos otros dos invitados: nada menos que la directora de Producción del Municipio, Verónica Caillava, y su esposo, el capitán retirado de la Armada, Carlos Pérez. Se les imputaba el delito de «captación se persona con fines de explotación agravada» (una pericia con perros había detectado el olor del chico en un vehículo del marino). Y tal calificación fue extendida a los tres primeros encartados. Es que ya prevalecía la creencia de la «trata». 

¿Acaso el esclarecimiento del asunto era, apenas, cuestión de horas, así como deslizaban los movileros? 

Lo cierto es que, antes de concluir ese sábado, hubo una nueva sorpresa: la caída en desgracia del comisario Maciel, quien fue a parar tras las rejas por «encubrimiento» (el tipo había «plantado» una zapatilla de Loan en el trayecto hacia el naranjal). Un bochorno que arañó a las altas esferas de la provincia. 

Tanto es así que, el lunes –a 11 días de la desaparición–, el gobernador Gustavo Valdés, un radical aliado al régimen libertario, rompió el silencio. Y sus palabras fueron: «No descartamos ninguna hipótesis».

¿Acaso esa frase en realidad expresaba la desorientación absoluta de los investigadores?

Pero vayamos por partes. 

Almuerzo familiar. La fotografía tomada el 13 de junio, nudo de una historia hecha de fragmentos.

Foto: NA

«Ordenar la investigación»
Aquel mismo día, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, supo anunciar su ida a Corrientes. Por nada en el mundo se perdería su figuración en esta trama. 

No era para menos. Lo sucedido con Loan había causado en el espíritu público un interés desaforado y estremecedor. Fue como una costura fugaz de todas sus grietas. Una socialización del estupor, sin ausentes ni excluidos. Y exageradamente rica en todo tipo de interpretaciones condenatorias. Nadie, de un lado al otro del arco ideológico, se privaba de volcar su parecer al respecto.

En rigor, su correlato periodístico no le fue a la zaga, transformando con empeño la noticia policial en un entretenimiento puro. Transmitida en tiempo real por todas las señales de noticias, con cada paso de la investigación ante la mirada de millones de espectadores. Un despliegue coral con opinadores de toda laya y afines al señalamiento irresponsable de presuntos sospechosos. En definitiva, una gesta mediática oscilante entre Gran hermano y Lombroso. 

Claro que existió una escalada para llegar a ello, siendo uno de sus hitos el caso de la familia Pomar, compuesta por un matrimonio y sus tres hijas de corta edad, quienes desaparecieron en noviembre de 2009, cuando viajaban en automóvil desde la localidad bonaerense de José Mármol hacia Pergamino. 

El trabajo de la prensa fue hechizante y, por 24 días, derivó –frente a la inacción policial, cuyos voceros también apelaban al célebre «no descartamos ninguna hipótesis»– en un dramático festival de informaciones apócrifas que incluían sospechas de narcotráfico, deudas de juego, violencia familiar, abuso sexual y, por último, tres homicidios seguidos por un discretísimo suicidio.

En resumidas cuentas, el misterio concluyó al toparse un albañil con los cadáveres alrededor del vehículo volcado, tras una arboleda ubicada junto a la Ruta 31, donde los Pomar habían sufrido un accidente el día de la partida.

Volvamos a la desaparición de Loan. 

Bullrich, con una comitiva de custodios distribuidos en seis camionetas blindadas, llegó a la ciudad correntina de Goya para entrevistarse con la jueza federal Cristina Pozzer Penzo, sobre quien recayó el expediente instruido por los fiscales provinciales Barry y Castillo, puesto que únicamente en su fuero se puede instruir una causa por trata. 

–Venimos a ordenar la investigación –informó Bullrich a los cronistas, tal vez sin reparar en la ambigüedad –dentro de esta frase– del verbo.

Y agregó: 
–También impondremos la estrategia de custodiar la confidencialidad de la pesquisa. Y cualquier filtración policial o ministerial será sancionada. 

De modo que la causa quedó así encriptada en un cono de silencio. 

Sin embargo, al preguntársele si no era en este momento un escollo la desfinanciación, efectuada desde el Poder Ejecutivo, del Comité de Lucha contra la Trata de Personas, ella, con mirada esquiva, violó su propio pacto de silencio con una primicia: 

–En relación a lo del niño Loan, lo de la trata no corre más.

Entonces, los cronistas le pidieron precisiones. Y su respuesta fue:

–Vean, no descartamos ninguna hipótesis. 

Lo que se dice, una historia con final incierto.  

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