7 de septiembre de 2025
Las animaciones modernas cambian de escena en segundos. Los niños se habitúan a divertimentos rápidos, sin tiempo para procesar lo que están viendo. Problemas de atención y desregulación emocional.

Videos online. Tomas que cambian cada tres segundos fuerzan a no perderse nada y esto incide en el comportamiento de los niños.
Foto: Shutterstock
«Las ruedas del bus rodando van, rodando van, rodando van, las ruedas del bus rodando van por toda la ciudad…». Canciones infantiles como esta no tienen nada de malo, salvo que, en los dibujos animados actuales, acompañan escenas trepidantes, que cambian cada cinco o doce segundos. Estas coloridas animaciones 3D, de ritmo acelerado, con ángulos, movimientos y planos variables, podrían asemejarse a una «droga» para los niños, que se acostumbran a los entretenimientos rápidos, tanto, que impiden que procesen lo que están viendo.
Un artículo de la revista Newsweek («CoComelon convirtió a mi hijo en un zombi») consignaba, en 2023, que CoComelon, un canal de youtube con melodías dirigidas a niños de 1 a 4 años y miles de suscriptores, en apariencia «seguro», puso en guardia a muchos padres. Estos notaron que afectaba negativamente a sus hijos. Que las tomas cambiaran casi cada dos o tres segundos, los forzaba a no perderse nada. Después de ver la señal, los niños se portaban mal más a menudo. La madre de un nene, que miraba hasta dos horas al día del canal, afirmó que este «estaba aturdido mientras lo veía… Daba un poco de miedo».
Ritmo rápido
En 2011, un estudio sobre Bob Esponja, que cambia de escenas cada once segundos (en comparación a cada 34, en un programa educativo), alertó por primera vez sobre el tema. ¿Las conclusiones? Ver un episodio de ritmo rápido puede perjudicar temporalmente la capacidad de atención de un niño y, a largo plazo, podría frenar su desarrollo del habla (apenas nueve minutos tendrían un impacto).
Como parte de la investigación, a 60 nenes de cuatro años se les asignó ver un show de televisión educativo, un programa de ritmo vertiginoso o dibujar por nueve minutos y, después, realizar unas tareas. Los investigadores examinaron sus funciones ejecutivas (relacionadas con la flexibilidad mental, la atención, la demora en la graitificación o la tolerancia a la frustración). La atención y el autocontrol de los niños que vieron un dibujo animado de ritmo rápido fueron significativamente peores que los del resto.
«Los medios de comunicación son un problema de salud pública; se necesitan enfoques de reducción de daños», planteaba entonces el doctor e investigador Dimitri A. Christakis en la revista de la Academia Estadounidense de Pediatría. También subrayaba que, si en 1970 el «niño típico» comenzaba a ver TV a los cuatro años, en el siglo XXI lo hacía a los cuatro meses de edad.
El psicólogo español Alberto Soler ha apuntado a la relación entre estos dibujitos y las rabietas, luego de advertir que Bob Esponja y La patrulla canina tienen entre 25 y 35 cambios de plano por minuto, mientras que Tom y Jerry, solo 8. Debido a que su cerebro está desarrollándose y posee una capacidad limitada para procesar información, «si un niño es bombardeado con estímulos que le gastan recursos mentales, luego no tendrá para otras tareas, pues su cerebro estará agotado», recalca.
La exposición a «medios basados en pantallas» ha ido en aumento. Es común ver críos «pegados» a un celular en los espacios públicos. Y ya se los conoce como «niños iPad».
Distractor
Para Enrique Lombardo, psicólogo, especialista en Docencia, docente e investigador de la Universidad Nacional de Mar del Plata, «lo que sucede depende de múltiples factores. Sin duda, que la madre se ocupe y el tiempo que dedica a ello es un determinante para el desarrollo infantil –dice el profesional–. El uso del celular como distractor es habitual para los nenes desde muy pequeños. Muchos padres y madres reconocen lo perniciosa que es esta conducta, pero al verse sobrepasados acuden a ese recurso, lamentablemente».

Sobreestimulación. Debido a que el cerebro del niño está desarrollándose, el bombardeado de imágenes desgasta recursos mentales.
Foto: Shutterstock
En Estados Unidos, nenes de 2 años se enganchan con las pantallas unos 49 minutos cada día. El tiempo que los pequeños pasan frente a los móviles o a la TV podría tener impacto en la comunicación, la motricidad gruesa, la motricidad fina, la resolución de problemas y la esfera personal-social. La etapa desde los 0 hasta los 5 años sería de cuidado y entrañaría consecuencias futuras. «Las interacciones humano-humano son esenciales en la construcción de conocimientos básicos para la vida social, durante los primeros cinco años la manipulación de objetos y el lenguaje resultan la base de la constitución de la inteligencia. La exposición prolongada a pantallas transforma al sujeto en un receptor pasivo de estímulos, que difícilmente pueda elaborar, además de limitar mucho el contacto social real», afirma Lombardo.
Según un reporte de la plataforma Sciencedirect.com sobre este tema y la importancia de la mediación parental, aunque los espacios educativos que promueven la inteligencia emocional y el juego imaginativo serían recomendables, sus «efectos positivos requieren la mediación activa de los padres». Ello, porque «a pesar de que una gran cantidad de programas son descriptos como aptos para bebés, muchos pequeños no poseen la habilidad de comprender sus contenidos y aprenderlos».
La Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, en inglés) recomienda que los nenes no sean expuestos a las pantallas hasta los 18-24 meses, a excepción del videochat con presencia de un adulto. Y que los de 2 a 5 años, solo tengan contacto hasta una hora al día.
«Esto es muy nuevo y, si bien podemos establecer algunas consecuencias y prevenirlas, aún no tenemos un acabado conocimiento del fenómeno», dice Lombardo, sobre un tema que pareciera reportar más riesgos que beneficios.
Por obvio que suene, que los padres se alejen de sus celulares, que hablen y jueguen con sus hijos o los motiven a practicar deportes o manualidades, podría ayudar.