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En los canales habilitados, aumentó la venta de juegos de mesa durante esta cuarentena. Más clásicos o más modernos, cartas, fichas y dados se presentan como una oportunidad de estar en casa alrededor de un tablero, compartiendo tiempo en familia.

Catán. Con ovejas, trigo y madera, los participantes juegan a colonizar una isla. (Jorge Aloy)

El mandato es hacer; ordenar, estudiar, limpiar, cocinar. Producir. Aprovechar el tiempo y negarse al ocio. Y aunque el juego no es solo inherente a los chicos, para los grandes, al tiempo hay que aprovecharlo porque si no estás paveando». Así reflexiona María Aramburu, diseñadora gráfica y profesora del posgrado en Juegos y Juguetes de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FADU), antes de hablar de aquellos grandes y niños que, con idénticas dosis de interés, desobedecen los mandatos y durante el confinamiento hogareño fruto de la pandemia se dedicaron –al menos en parte– a jugar.  
¿A jugar a qué? Pues hay muchas opciones hoy en el mercado que, con calidad e ingenio, congregan a la familia alrededor de una mesa con el único objetivo de divertirse y pasar un buen momento. Nada más ni nada menos. Desde lo más clásicos como el Juego de la Vida y el Scrabble hasta los más nuevos como el Carcassonne, donde los jugadores compiten por hacer puntos con las posesiones de ciudades, praderas y monasterios y el Catán, en el que los participantes juegan a colonizar una isla, pasando también por los más desafiantes, fantasiosos y complejos juegos de cartas y rol.
«La demanda creció durante estos días. No tengo los números exactos pero sé que en ciertas cadenas de jugueterías que venden por internet y en supermercados algunos títulos se agotaron y, ante la imposibilidad de abrir la fábrica, se repuso con lo que había en depósito», confirma Aramburu, quien es directora de Arte y Comunicación de Ruibal, pyme juguetera argentina que cuenta –entre muchos otros– con títulos como el Carrera de Mente, el Ludo y el Juego de la Oca. De acuerdo con la diseñadora, más allá de las cifras, en las redes –«que a priori fueron pensadas como una vía de reclamos y se terminaron convirtiendo en un canal de comunicación que expresa la experiencia con el juego»– hay un ida y vuelta con los jugadores, que ratifica el dato.

Más allá de las pantallas
Según explica la docente, aun en estos tiempos de hiperconexión, las pantallas y los juegos de mesa conviven en completa armonía; no hay dicotomía alguna entre los videogames y los tableros. Lo que cambia es el contexto. «Muchas veces el chico recurre a las pantallas porque está solo. Y no solo el chico. Pero hoy, a raíz de la pandemia, cuando no hay escuela ni oficina, es un tiempo de juego en familia y, al parecer, la gente sacó los juegos que tenía guardados en el armario», comenta, destacando la inclusión de los grandes en la propuesta lúdica.
Así lo entendió en los 70 la empresa argentina Yetem, la firma creadora del T.E.G. –Táctica y Estrategia de la Guerra–, que hoy cuenta con dos ligas de jugadores en Buenos Aires. Nacida con la premisa de que jugar no es solo un asunto de chicos, la firma se enfocó en los juegos para adultos, con otros títulos en su catálogo como el Espionaje –un juego de intrigas desarrollado en, entre otras ciudades, Tokio y Bombay–, y el 1000 Millas, una carrera de autos expresada en naipes. En el momento de su mayor auge, destaca Aramburu, la empresa contaba con un club de socios, con una sede que funcionaba de noche y se servía alcohol.
Lo cierto es que la segmentación es una de las claves del sector. En Devir Argentina, capítulo local del grupo Devir, compañía brasileña que cuenta con filiales en España, Portugal, Chile y México, tienen completamente identificado su sector del mercado. En su página web los perfilan como entendidos en cine, en novela de género, en cómic americano y en juegos de tablero alemanes. «Somos como ellos. Freaks, si quieres llamarnos así. Gente extraña en una sociedad que eleva a los altares de la religión mediática el deporte profesional, desarraigado del espíritu de superación del Barón de Coubertin, y denuesta los juegos de rol porque no los entiende, porque teme todo aquello que no sabe controlar: la imaginación», se presentan online y sin eufemismos.

Padres e hijos
De acuerdo con Juan Del Compare, Organized Play Manager de la empresa a nivel local, que en su catálogo cuenta con títulos como el Dominion, un juego de mazos construibles en el que cada jugador posee un reino, además de los ya citados Catán y Carcassonne, si bien los juegos de rol y cartas coleccionables están históricamente asociados con un público nerd o freak, los juegos de mesa están cambiando eso a una audiencia familiar. «Puede tener que ver también con que los nerds crecen, forman familias y comparten su afición con sus hijos», evalúa.
Según describe, su público tiene poder adquisitivo para hobbies y su rango de edad va desde niños hasta adultos, quienes, incluso, tienen en las nuevas propuestas la oportunidad de jugar de igual a igual con sus hijos. «Ofrecemos productos que los chicos quieren y los padres quieren que sus hijos usen, porque ven sus diversos beneficios de ocio positivo», precisa Del Compare. «Conocemos a los consumidores porque jugamos y compartimos eventos, conocemos los puntos de venta porque fuimos parte de ellos y conocemos el mercado porque fuimos parte de su construcción desde hace 25 años», continúa, definiendo a cliente y empresa.
También en Devir Argentina la cuarentena provocó un aumentó en la demanda, información que surge de los mensajes que les llegan por correo electrónico y por redes sociales, donde los potenciales clientes preguntan por sus productos y cómo adquirirlos. Asimismo, indican, se trata de un fenómeno que es mundial y todas las oficinas de la compañía están sintiendo el aumento. El aislamiento social preventivo, por otro lado, además repercutió en la oferta ya que al cierre de esta edición se habían demorado todos los trámites y los movimientos para la reposición de los productos.
«Internet y la televisión a la carta han provocado un cambio en el uso del tiempo libre que encierra a las familias en casa y ofrece la oportunidad de entretenimiento sin tener que salir. Esto se intensificó con la cuarentena», detalla Del Compare, en clave de actualidad. «Con el ocio relacionado con la tecnología, el grupo familiar se atomiza: uno mira televisión en el living, otro a su lado mira series en la tablet, mientras los chicos juegan con el celular o la consola en su habitación. Tarde o temprano llega el llamado a encontrar algo para hacer “todos juntos”. Y entonces aparecen los juegos de mesa», grafica.
«Los juegos de mesa son desencadenadores de tiempo de calidad y diversión en familia o, antes de la cuarentena, de reunión con amigos en noches de juegos», continúa. «Jugar aparece como la actividad más satisfactoria que podemos hacer sin salir de casa: compartir, ser reconocidos por nuestros allegados, hacer cosas en común con personas que nos importan, mantener el foco en una actividad agradable y ser protagonistas de pequeños éxitos», apunta Del Compare quien, en la actualidad, se encuentra testeando dos títulos inéditos en la Argentina: el Cerca y Lejos, un juego de aventuras narrativo, y el Dinosaur Island, que consiste en la gestión de un parque jurásico.

Características
Además de estar clasificados por edad, también hay líneas más o menos económicas y líneas deluxe. Hay juegos de mesa por 500 pesos, el clásico regalo de cumpleaños que se puede comprar en el supermercado, y están los que superan con holgura los 2.500, 3.000 y hasta 5.000 pesos, pensados y realizados por redactores, fotógrafos e ilustradores, con plásticos cuidados y materiales de calidad. Como ya se vio, también los hay nacionales e importados; títulos clásicos y ancestrales y novedades más a tono con el siglo XXI con versiones electrónicas e, incluso, originarios de ese universo, confirmando que no hay rivalidad entre el tablero y la pantalla.
De acuerdo con Paula Escribano, gerenta de Marketing de la juguetería Cebra, los rompecabezas fueron los productos estrella de la cuarentena. «Además, el Carrera de Mente, el Preguntados, el Uno y otros clásicos como el Rummy Burako funcionaron muy bien», detalla la ejecutiva de la cadena que cuenta con distintas vías de expendio: la venta telefónica, la venta online en su sitio web y su tienda oficial en Mercado Libre, además de los locales que comenzaron a reabrirse al cierre de esta edición. ¿El gasto promedio? Estimado en los 1.500 pesos. Otras fuentes del canal de ventas juguetero brindaron datos coincidentes.
«A través de nuestras redes sociales, los chicos nos enviaron sus fotos con los rompecabezas armados», comenta Escribano. «Lo cierto es que con los niños en casa, llega un momento en que los padres no saben qué más hacer», estima la ejecutiva, destacando que no es solo el público infantil el que combate el aburrimiento jugando. «En las fotos, también hay muchos adultos exhibiendo sus logros –esto es, los rompecabezas armados– muy orgullosos», finaliza.

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