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Juegos de mente

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Florencia Vidal

Varios deportistas se han referido a lo emocional como un factor importante al enfrentar una competencia. ¿Cuán determinante es? Hablan los especialistas.

Exigencia. «Dibu» Martínez hizo pública la visita a su terapeuta tras sufrir dos goles en la derrota contra Arabia Saudita.

Foto: Poujoulat/Dachary/AFP

Los dos penales que Emiliano «Dibu» Martínez contuvo contra Países Bajos fueron decisivos para continuar con el sueño mundialista de nuestro país. Previo al encuentro, Louis van Gaal aseguró públicamente que si se llegaba a esa instancia definitoria, su seleccionado tendría ventajas.
Martínez capturó las expresiones del entrenador neerlandés y se las mostró a su psicólogo. «Prendió la dinamita», dijo el arquero. Pero no es la primera vez que el futbolista hace referencia al trabajo mental que realiza desde hace años. Tras la victoria de Argentina frente a México y el desahogo por la posibilidad de no quedar afuera en la primera ronda, habló del golpe que significó la derrota ante Arabia Saudita y evidenció la necesidad de la asistencia de su psicólogo para afrontar el mal momento. «Que te pateen al arco dos veces y te metan dos goles es difícil de tragar. Sé que tengo 45 millones de argentinos detrás mío y le podría haber dado más a ese partido. Me dolieron muchísimo, no pude dormir por dos días. Tuve muchas sesiones para estar con la mente fría».
En los últimos tiempos, fueron varios los deportistas que se refirieron a lo psicológico como un factor determinante a la hora de enfrentar una competencia. Simon Biles, considerada la mejor gimnasta de la historia, luego de abandonar los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, confesó que enfrentaba demonios en su cabeza. El año pasado la tenista japonesa Naomi Osaka también decidió no competir en Roland Garros para priorizar su salud mental. Fue en 2004, mientras jugaba una final en ese mismo torneo, cuando Gastón Gaudio inmortalizó la frase «Qué mal que la estoy pasando». Y la lista sigue…

Desempeño
La psicología aplicada al deporte es una ciencia que surgió a principios del siglo pasado, principalmente en la antigua Unión Soviética. Más tarde, en 1965, se desarrolló en Roma el primer Congreso Mundial. En nuestro país, la especialización ya cuenta con 30 años de aplicación y profesionalización a partir de la creación de la Asociación de Psicología del Deporte Argentina. Sin embargo, es en la actualidad donde la cuestión, de alguna manera, logra romper con cierto prejuicio, motivado quizás por desconocimiento, y se hace más visible. Pero, ¿cuál es la función del psicólogo especializado en deportes y de qué manera puede impactar en el desempeño de un deportista o de un equipo?
En su libro Psicología del jugador de fútbol – Con la cabeza hecha pelota, Marcelo Roffé, psicólogo, asesor externo del cuerpo técnico de la selección de fútbol de José Pekerman para el mundial de Alemania (2006) y presidente de la Sociedad Latinoamericana y del Caribe de Psicología del Deporte y la Actividad Física, explica que el trabajo se basa principalmente en la observación y el tratamiento de cuatro aptitudes.
En primer lugar está la motivación, es decir el interés por jugar, entrenarse, divertirse y ganar, que está ligada con el planteamiento de los objetivos. Le sigue la confianza. Roffé asegura que es decisiva, ya que un futbolista bien entrenado físicamente, con condiciones técnicas pero sin esta capacidad, rinde un 50% de su potencial, lo asaltan pensamientos negativos y es más fácil que se lesione. «Sin confianza dudará en arriesgar en una jugada, en gambetear al arquero, en rechazar o en salir jugado si es defensor». Luego está la concentración. Y, por último, el control de las presiones, tanto internas como externas, es decir los insultos del público, las críticas del periodismo o los comentarios en las redes sociales.
María Julia Raimundi, doctora en psicología e investigadora especializada en esta disciplina, menciona también el abordaje de factores facilitadores relacionados con los procesos grupales, la comunicación, el liderazgo y la cohesión de un equipo y otras cuestiones que tienen que ver con habilidades para la vida, el afrontamiento de lesiones y la posibilidad de mantener una carrera saludable con la prevención de conductas de riesgo como puede ser el consumo de sustancias.
Esta especialidad, explica Raimundi, permite entrenar los factores psicológicos que hacen al rendimiento, pero también al bienestar general del deportista, para que no solo construya una identidad respecto del deporte que sea elegida y no impuesta, sino que pueda aprender herramientas que le permitan sobrellevar momentos difíciles.
Se trata de gestionar las emociones para poder construir un clima interno de autoconfianza, de concentración y afrontamiento de la adversidad. «Ante una situación de error, que puede causarle enojo a ese deportista, es necesario tener una estrategia para olvidar, porque el error puede suceder mucho y es parte del juego, pero la idea es que eso no nos obstaculice el hecho de seguir intentándolo, focalizándonos en la tarea que hay que hacer y centrándonos en lo único que el deportista puede controlar, que es su propio rendimiento –explica la profesional–. Al deporte de élite llegan los mejores, en el sentido de los más preparados en lo táctico, técnico y físico, y con la demanda que tiene un evento de gran magnitud, como es un mundial o los Juegos Olímpicos, la fortaleza mental definitivamente puede hacer la diferencia», dice Raimundi. 

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