13 de diciembre de 2024
Las apuestas online son un problema creciente, sobre todo entre jóvenes y adolescentes. Nueva ley en camino y la voz de los expertos.
Números rojos. 8 de cada 10 jóvenes y adolescentes de entre 13 y 24 años admitieron haber hecho apuestas online al menos una vez durante el último año.
Foto: Shutterstock
Según Unicef Argentina, 8 de cada 10 jóvenes y adolescentes de entre 13 y 24 años encuestados admitieron haber hecho apuestas online al menos una vez durante el último año, y de ellos, el 40% no habló nunca del tema con sus familias. Por su parte, el informe Apostar no es un juego, realizado por las Universidades de Buenos Aires, Morón, Hurlingham y Lomas de Zamora, estableció que tres de cada cuatro jóvenes apostadores le dedican hasta dos horas diarias al tema y la misma cantidad creen que las apuestas pueden convertirse en una adicción.
Las apuestas deportivas online son una realidad en la Argentina y son muchas las problemáticas que arrastran. En línea con esto, la Cámara de Diputados le dio media sanción a un proyecto de ley que limita su publicidad y la actividad en general. El mismo fue impulsado por la Coalición Cívica y debatido y consensuado por la mayoría de las fuerzas opositoras y organizaciones civiles especializadas en el tema.
La alarma se encendió por la presencia cada vez más extendida de las casas de apuestas, que auspician a los principales clubes de fútbol, a la selección y grandes figuras e influencers que aparecen en sus publicidades o las promueven. Además, con la omnipresencia de los teléfonos celulares y el acceso a billeteras electrónicas, las apuestas están al alcance de todos. De los adolescentes también.
Según el Consejo Federal por el Derecho a Jugar (CFDJ), una organización sin fines de lucro que desde hace cuatro años nuclea a más de 30 organizaciones en todo el país, hay algo más detrás de esta problemática, un entramado sociocultural que tiene como consecuencia esta nueva patología.
«En lo que hoy estamos llamando ciberludopatías, leemos el síntoma agudo de una avanzada generalizada de la lógica mercantil dentro de ese espacio-tiempo singular, de esa función de vitalidad que es el jugar», asegura el CFDJ en el documento «Pronunciamiento sobre apuestas en línea» que se puede encontrar en su web. Partiendo de la premisa de que «jugar no es apostar», distinguen al décimo segundo derecho de los niños, niñas y adolescentes, que habla del descanso y esparcimiento, de la nocividad que implican las apuestas.
Además, califica este avance de la monetización sobre los espacios lúdicos como una suerte de «nuevo extractivismo económico», en una actualidad en la que cada vez más cualquier acción y en cualquier momento de la vida debe ser rentable.
«Cuando hay apuesta –señala el documento–, el juego deja de ser un juego. La conversión del goce lúdico en la urgencia de extraer de ahí una ganancia, un rédito o una utilidad, es lo que enferma la capacidad de jugar. Ahí es donde ubicamos el problema. Incluso daña la función de jugar, que es estar en el tiempo sin demandas. En lugar de distraerte, relajarte, vincularte con otro y con otras, la actividad lleva rápidamente a entrar en un sistema de consumo exigente y voraz. Donde la lógica mercantil de ganar más y más rápido atenta contra la posibilidad de tener tiempo para tener tiempo».
Un límite. La Cámara de Diputados dio media sanción a un proyecto de ley que restringe la publicidad de casas de apuestas, entre otras regulaciones.
Foto: @DiputadosAR
En las respuestas de encuestas en relación con las apuestas digitales, el goce o la diversión no suelen entrar en escena, sino todo lo contrario: la rentabilidad está presente de una manera u otra. Por ejemplo, en el estudio ya citado de Unicef la mitad de los jóvenes asegura que su meta es ganar, mientras que en el informe de las universidades que reunió a unos 9.000 encuestados en más de 350 localidades de todo el país, 6 de cada 10 apostadores consideran que es poco o nada lo que han perdido.
Gonzalo Sanguinetti, psicólogo, docente universitario e integrante del CFDJ, habló sobre el tema en las audiencias realizadas en el Congreso para la elaboración de la ley regulatoria. Apuntó, precisamente, que jugar es lo contrario del paradigma que nos propone esta época: «Jugar nos enseña a perder el tiempo. No nos preguntamos cuál es el fin de jugar. No estamos jugando porque vamos a ganar algo. Porque hay una retribución de fondo, una ganancia prometida».
Sobre el tema, Mariano Calmels, educador y también integrante del Consejo, profundizó sobre este aspecto en contacto con Acción: «Mientras apostar aprisiona al sujeto, el juego lo libera. Mientras la apuesta insiste en un uso del tiempo productivo y rentable, el juego se posiciona como un tiempo improductivo e inútil y esa es su mayor riqueza. Mientras la apuesta va enfermando nuestra capacidad de jugar, el juego cura y tramita pesares, angustias, conectando a quien juega con lo vivo de sí mismo. Nosotros decimos allí dos cuestiones: jugar no enferma y jugar no es mercancía».
Especificidad digital
Si bien la generalización del uso de plataformas en los celulares quedó firme luego de la pandemia, y más en los adolescentes, cabe preguntarse por qué esto operó específicamente a favor de la ludopatía.
Desde la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires se lo ven con preocupación, pero no solo por los sitios de apuestas: «En los juegos y aplicaciones para chicos y chicas, donde nos invitan a comprar, por ejemplo, pequeños paquetes de figuritas, ya entra a jugar la monetización con la asociación de tarjetas de crédito de los padres y con el azar. Todo esto va sembrando un caldo de cultivo que después abre una ventana mucho más “amigable” a las apps de apuestas, ya desde temprana edad», analiza German Navas, abogado y delegado de la defensoría.
Sanguinetti, en la charla abierta sobre «Territorios digitales, adolescencia y apuestas online» –dada junto a la diputada Mónica Macha y la ONG El Faro Digital, entre otras, organizada por la municipalidad de Morón–, problematizó el término «territorio» en relación con lo digital: «Si no termina –dijo–, si no tiene límite, no podemos abandonarlo, ni podemos desertar, ni podemos irnos, ¿se trata de un territorio? Si la invitación de los territorios digitales es a jugar sin límites, porque todo es ilimitado, ¿se trata de un juego? Para que un juego sea tal tiene que poder terminar».
Sobre el tema, el médico psiquiatra especialista en consumos problemáticos Federico Pavlovsky, citado en el documento del CFDJ, apunta que «la forma virtual de jugar en estos sitios contribuye a la pérdida del dolor de pagar. El apostador no siente que esté perdiendo dinero, sino que solamente está jugando. Pagar físicamente duele porque uno hace tangible la pérdida».
Calmels, por su parte, retoma la idea de una práctica que condensa un signo de época: «Es parte de la instrumentalización de esta etapa del capitalismo financiero, capilarizado a través de las aplicaciones. Nos animamos a decir que incluso este avance voraz de la lógica del mercado es ya directamente la revocación de la infancia. No puede haber nada bueno en la promoción de niños “trader” a los 13 años, ni en la educación financiera. Es una concesión que revela el avance abusivo del mercado, sus lógicas y sus instrumentos en la subjetividad de los pibes y pibas».