15 de junio de 2024
En una decisión inédita, un tribunal porteño absolvió a una mujer francesa acusada de haber secuestrado a sus hijos. La decisión se sustentó en la idea de que proteger no es delito.
En lucha. «Acá es muy difícil, sufrí mucho maltrato, discriminación», dice Michelle, que busca la manera de volver con sus hijos.
Foto: Rolando Andrade Stracuzzi
Arriba de un colchón hay banderas de todos los colores. Una tela, escrita con acuarela de color violeta, dice: «Justicia por Michelle y sus hijxs, absolución para Michelle, restitución de sus hijos». Otra dice: «Red de víctimas de violencia». Hay banderines con el lema «Ni una menos» y un puño cerrado, que acompañan a otro cartel con el mensaje feminista «Yo sí te creo», del colectivo en contra del abuso sexual en las infancias. Unas fotos de niños abrazados y riendo, amarillentas por el paso del tiempo, son parte de este altar que se completa con unas páginas que llevan la firma de un juez, en donde se determina la absolución de una madre acusada de secuestro de sus hijos y solicita perspectiva de género en las sentencias. Un fallo inédito a nivel nacional y latinoamericano que sentará precedente para otros casos.
El altar pertenece a Michelle Laure Youauou y es parte de su casa, en una de cuyas paredes también se encuentra el recorte de un diario que titula: «El drama de una mujer francesa que denunció el abuso de sus hijos, pero quedó detenida en Argentina por su secuestro».
Michelle es ciudadana francesa, pero nació en África y tuvo, según cuenta, una infancia muy dura. Luego de sufrir el abandono por parte de sus padres, llegó a Francia y conoció a un ingeniero civil de mucho poder, con el que tuvo dos hijos. Fue maltratada durante años, pero su límite llegó cuando uno de sus pequeños, de 5 años en ese entonces, le contó que su padre había abusado de él. Ella hizo la denuncia en la policía local, pero «un juzgado civil determinó la falta de mérito y desestimaron constantemente todas las denuncias que hizo Michelle», explica Sara Barni, su abogada en Argentina.
El 8 de mayo de 2016 Youauou decidió escapar con sus hijos a la Argentina en busca de refugio. Una vez acá, se presentó ante el Consulado francés y dio aviso de su necesidad de protección. Ante esto, según se observa en la documentación a la que tuvo acceso Acción, el Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires solicitó «tener en cuenta la voluntad de los niños de no retornar a Francia y ponderar la prueba de manera conjunta». El documento indicaba, también, que, en razón del abuso declarado por los niños, proceder a la restitución de los niños a Francia significaba «colocarlos en una situación de grave riesgo para su salud física, psíquica y emocional».
Pero el padre interpuso una denuncia para que sean restituidos a Francia y la jueza Ana Paula Garona Dupuis, del juzgado civil 87, estableció, el 2 de julio del 2018, que así sea. Michelle había escolarizado a sus hijos y sobrevivía como podía. Desobedeció a la Justicia y se escondió con los menores. Finalmente, los encontraron, restituyeron a los niños y, luego de estar unos meses en la cárcel, a Michelle la juzgaron por secuestro y le retuvieron su pasaporte.
Cinco años después, el 6 de marzo pasado, Sergio Adrián Paduczak, el juez titular del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional número 22 de Capital Federal, falló a su favor.
«Es un milagro. Sara Barni, mi abogada, me ayudó a tener fe, ella investigó y demostró que era grave lo que había pasado. Había pruebas de que mis hijos habían sido abusados, y que yo no los había secuestrado, sino que los traje a la Argentina para protegerlos», dice Michelle en su departamento ubicado en el barrio porteño de Constitución. Su abogada preside la asociación civil Red Viva, que defiende a niños, niñas y adolescentes que son violentados.
En los fundamentos de la sentencia, a la que Acción tuvo acceso, el juez Paduczak expuso que la mujer en todo momento procedió con el fin de proteger a los niños, «colocándose a disposición de la Justicia», y entendió que en función de la totalidad de las pruebas llevadas pudo asegurarse de «que los menores sufrieron un daño que repercutió en la imputada, lo que la llevó a accionar del modo en que lo hizo».
Tras considerar numerosos testimonios y pruebas, el juez Paduczak aseguró en los fundamentos del fallo del 13 de marzo del 2024 que absolvió a Michelle de todo delito, que «no se probó en la investigación ni en el debate que una ONG, junto con el organismo técnico de defensa de los derechos del niño, dos profesionales de la salud mental y finalmente la imputada y sus abogados hayan creado una farsa a los efectos de dilatar la entrega de los menores».
En la sentencia, el juez indicó que «la imputada se encontró afectada por su propia historia de violencia, en un país extranjero, en un estado de vulnerabilidad importante. Sumado a ello, un organismo encargado específicamente de proteger los derechos de los menores aconseja no entregarlos, bajo riesgo de sufrir graves perjuicios. Dos profesionales del campo de la salud mental que entrevistaron a los menores opinaron lo mismo. En consecuencia, era imposible exigirle que actuara ajustada a derecho».
Tras mencionar que Michelle se disculpó por incumplir la norma y manifestó mucho temor por sus hijos y que por tal motivo decidió ocultarlos, el magistrado evaluó que dicha excusa era atendible y que era «absolutamente creíble que la madre haya sentido un peligro grave e inminente en perjuicio de sus hijos que la motivara a actuar como lo hizo. Es decir, no cometió un delito, sino que los protegió, incluso a costo de su propia libertad».
«Es una resolución con perspectiva de género, tomó mucho de nuestros argumentos y resulta un fallo inédito en Argentina y Latinoamérica y sentará jurisprudencia en otros casos», adelantó la letrada Barni, quien dijo que demandará al Estado argentino y al francés por el abandono que sufrió Michelle.
Tras ocho años, la Justicia argentina le devolvió el pasaporte a Michelle, sin el cual se vio imposibilitada de trabajar y recurrió a la ayuda de organizaciones como Red Viva para poder sobrevivir y llevar a cabo este juicio lejos de sus hijos.
Reconstruir una vida no es fácil. Rearmarse psicológicamente, tener un respaldo legal de una abogada, un trabajo. Todas esas son cuestiones que le faltan a Michelle para volver a Francia por sus hijos. «Acá es muy difícil –dice–, sufrí mucho maltrato, discriminación, el idioma, pero bueno, tengo que pensar cómo hacer para ir a Francia y poder ver a mis hijos». «Psicológica y físicamente, estamos profundamente rotos con mis hijos, hace cinco años que no los veo, el progenitor evitó que tuviera todo tipo de contacto», dice.
Al hablar del progenitor de sus hijos, Michelle transpira: «Tiene gente que lo protege». A sus espaldas la acompaña un póster de Miles Davis con una trompeta. Ella es cantante en una banda y rearma los pedazos de su vida a través de la música. Es agradecida y fuerte. Toca su pasaporte y mira con firmeza a Sara Barni, su abogada y amiga.