Sociedad

La culpa no es del guanaco

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El gobierno provincial decidió dar marcha atrás con la norma que habilitaba la caza de camélidos, sancionada a fines del año pasado con el argumento de que su superpoblación amenazaba la producción de ganado ovino. Los verdaderos factores de riesgo.


Patagonia. Es el único lugar que conserva una población extendida del camélido. (Diego Giudice)

Tras idas y vueltas, finalmente se prohibió la caza y comercialización de guanacos en Tierra del Fuego. A fines de noviembre de 2018 una modificación a la ley provincial 101 habilitaba la caza de esta especie en el territorio fueguino por el plazo de un año, así como la comercialización de su carne. Luego de que organizaciones ambientalistas, incluso la propia Secretaría de Ambiente, Desarrollo Sostenible y Cambio Climático, sugirieran el rechazo a la norma, la gobernadora Rosana Bertone decidió vetar dicha modificación.
Uno de los argumentos que esgrimían los impulsores de la ley era la superpoblación de guanacos, situación que entra en conflicto con la producción tradicional local, principalmente ganado ovino, ya que ambas especies competirían por la pastura disponible. No obstante, hay quienes aseguran que los verdaderos problemas pasan por el aumento de los perros llamados asilvestrados y por el robo de ganado, cuyo peso en la provincia es muy fuerte.
«En Tierra del Fuego el guanaco está protegido por ley desde la década del 90, no se podía cazar ni comercializar ninguna parte del animal, pero ante la presión de algunos sectores la Legislatura provincial aprobó de la noche a la mañana, en un tratamiento sobre tablas insólito, una ley que permitía la caza y la comercialización. Desde la perspectiva del productor hay demasiados guanacos, porque considera que compiten con el pasto disponible para los otros animales. Ahora, los guanacos en realidad están recuperando los valores poblacionales que tenían antes de la llegada del europeo. En Tierra del Fuego, del lado argentino, estimamos que no hay más de 50.000 animales», advierte en diálogo con Acción el geólogo e investigador principal del Conicet, Adrián Schiavini, quien se desempeña en el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC).

Problemas y soluciones
Históricamente, el guanaco se distribuía desde Perú hasta Argentina y Chile pero hoy el único lugar donde hay una población extendida geográficamente es la Patagonia. En todo el resto del rango de distribución se encuentran bolsones de poblaciones del camélido, aisladas y que no están conectadas entre sí. Para Schiavini, el verdadero problema está constituido por dos fenómenos bien claros: los perros asilvestrados, es decir, los canes que vagan de la ciudad hacia el medio rural en busca de comida, y el robo de ganado.
«Los perros ingresan a una chacra y pueden matar animales no porque sean malos, simplemente porque están haciendo lo que el hombre les enseñó a hacer durante milenios. El tema es que como predadores son malos, torpes, cuando corren a una oveja lo hacen casi por diversión, y con este comportamiento un perro puede matar 50 ovejas en una noche, o lastimarlas. En tanto, el otro gran problema es el robo continuo de ganado. En el caso de Tierra del Fuego se arman campamentos lejos de los caminos para ir faenando en forma sutil animales», indica el geólogo.
Según el investigador, para resolver este conflicto «es el Estado quien debe tomar medidas, solucionando los problemas pero también interviniendo en la cadena de valor del guanaco y regulando sobre todo la comercialización de su fibra, que posee un alto valor, para evitar los “oligopolios”». A su vez, Schiavini insta a repensar el sistema de cría, optando por la forma intensiva, sobre todo en una Patagonia con cada vez menos pasto, debido sobre todo al cambio climático.
«Claramente la solución no pasa por eliminar el guanaco. Tal vez se deba pensar en concentrar la hacienda en determinados lugares y que sea el hombre quien les provea la comida sin que tenga que andar libremente por el campo consiguiendo pasto como pueda», concluye Schiavini.

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