Sociedad | VIRUELA DEL MONO

La epidemia que viene

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María José Ralli

La dinámica del brote y su expansión en 75 países finalmente impulsó la declaración de emergencia mundial. Las formas de contagio y la situación en Argentina.

Estado de alerta. Muestras del patógeno de la viruela símica en el Laboratorio de Virología de la Universidad de Washington.

Foto: Ducey/Gina/Getty Images via AFP/Dachary

«He decidido declarar una emergencia de salud pública de alcance internacional», dijo el sábado pasado Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud (OMS), quien tras convocar al Comité de Emergencias para evaluar el brote de ‎viruela símica en varios países y recibir asesoramiento elevó al máximo el nivel de alerta teniendo en cuenta el impacto de este evento y con el propósito de contener su expansión.
Si bien un mes atrás el Comité había desaconsejado emitir una «urgencia de salud pública de alcance internacional», la dinámica del brote y el número de casos notificados obligó a replantear definiciones. La semana pasada el director de la OMS se había manifestado «preocupado». Con un aumento exponencial de casos, la alarma global es el primer paso para evaluar la eficacia de las ‎intervenciones de salud pública en diferentes entornos y determinar cuáles estrategias funcionan y cuáles no.
La viruela símica es una zoonosis vírica, es decir, una enfermedad provocada por un virus que se transmite de animales a personas y que produce síntomas parecidos a los que se observaban en los pacientes de la viruela erradicada en 1980, aunque menos graves. Si bien la viruela símica se presenta principalmente en África central y occidental, su presencia viene aumentando en zonas urbanas con un fuerte impacto en Europa, que registra el 80% de los casos no endémicos. En Argentina el número de casos notificados asciende a 24, según informó el Ministerio de Salud el 27 de julio. La declaración de emergencia global es un llamado a la acción que apunta a encontrar una respuesta internacional coordinada para evitar que se convierta en una epidemia de mayor magnitud.

Formas de transmisión
La viruela símica se transmite de una persona a otra por contacto con lesiones o partículas respiratorias y los casos clínicos en los países no endémicos se manifiestan leves con lesiones en diferentes partes del cuerpo. Las pústulas en áreas genitales indican que probablemente la transmisión ocurre por contacto físico cercano, de boca a boca o sexual.
El director de la OMS señaló que «la gran mayoría de los casos notificados son de hombres que tienen relaciones sexuales con hombres» y subrayó que este patrón «representa a la vez una oportunidad para ‎aplicar intervenciones específicas de salud pública, y un desafío ‎porque en algunos países las comunidades afectadas se enfrentan a ‎una discriminación que puede hacer peligrar sus vidas». ‎
En diálogo con Acción, Tomás Orduna, médico infectólogo y jefe del Servicio de Patologías Regionales y Medicina Tropical del Hospital Muñiz, sostiene que «este nuevo modelo, que yo llamaría de eclosión occidental, está fuertemente asociado con prácticas sexuales de riesgo donde la multitud de parejas aumenta la posibilidad de tomar contacto con alguna persona positiva». «Es una cuestión probabilística», señala, y agrega que «muchos no advierten sus lesiones e incluso no saben que están enfermos; hay personas que pueden adquirir la infección sin presentar síntomas». A su vez, Orduna subraya la necesidad de no estigmatizar: «Si bien la mayoría de los casos reportados son hombres que tuvieron relaciones sexuales con otros hombres, es una patología que puede afectar a cualquiera más allá de su orientación sexual, edad o género».
Los síntomas más frecuentes son fiebre, dolor de cabeza, muscular o de espalda, inflamación de ganglios y cansancio. Entre uno y cinco días más tarde aparece una erupción en la piel hasta formar costras que luego se caen; hasta que no se hayan caído todas, una persona infectada contagia.
Orduna explica que la mayoría de los casos se registran donde «hubo un evento masivo amplificador» y destaca que, teniendo en cuenta que el patógeno ya genera en humanos mecanismos de transmisión propia sin necesidad de los animales, «seguir llamándola viruela del mono hoy podríamos decir que es una falacia».
Para Orduna, declarar el evento de importancia de salud internacional permite «articular acciones entre los países, aumentar la comunicación y actuar con los mecanismos de vigilancia epidemiológica». Sin embargo, dice, «15.000 casos no es pandemia, pero sí es importante la vigilancia porque hay más de 70 países con casos y hay una dispersión», con focos desparejos en distintos sitios de Europa occidental, aumento de casos en Estados Unidos y Brasil. «Es una zoonosis muy paradigmática –resume el profesional–: viene de los reservorios desde el centro de África y termina hoy generando una infección en un hotel en Nueva York».

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