30 de junio de 2021
Hasta el 30% de quienes atravesaron la infección pueden sufrir secuelas que se extienden durante varios meses. Un síndrome que desconcierta a los expertos.
Después. En el programa del hospital Álvarez, kinesiólogos, psicólogos y nutricionistas ayudan a los pacientes en el proceso de rehabilitación. (Télam)
Todavía no se sabe a cuántos afecta ni durante cuánto tiempo. Pero una proporción de personas que han tenido COVID-19 queda con secuelas. Es el long COVID, COVID largo o síndrome post COVID.
«Hay hasta un 30% de pacientes con síntomas persistentes –dice Alejandro Videla, médico neumonólogo, videpresidente de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR)– . Los más frecuentes son fatiga, dificultad respiratoria, tos y pérdida y alteraciones del olfato y el gusto. Algo menos frecuentes son los dolores musculares y articulares, la ansiedad, la depresión y la alteración cognitiva, la “niebla mental”». El neumonólogo agrega que se trata más de persistencia que de aparición de síntomas. «En pacientes con tomografía y función respiratoria normal vemos fatiga y dificultad respiratoria, algo que aún no entendemos», afirma.
Para Enrique Baldessari, jefe de Medicina Interna a cargo del Programa de Atención Integral post COVID-19 de la Fundación Favaloro, el síndrome post COVID se instala cuando los síntomas normales luego de cualquier infección viral importante –fatiga, falta de aire, tos, dolor de articulaciones, dolor de pecho– en lugar de extenderse dos o tres semanas cruzan la frontera de los tres meses. «Del total de pacientes con COVID-19, un 10% tiene síntomas después de ese lapso: ahí hablamos de long COVID», afirma Baldessari. Y menciona otros síntomas posibles: cefaleas, palpitaciones, trastornos del sueño, pérdida de la concentración, problemas dermatológicos, caída de cabello.
Sebastián Ameriso, jefe del Centro Integral de Neurología de Fleni, agrega: «Aún no sabemos si el post COVID es una enfermedad, varias, si las secuelas son permanentes o transitorias. Estamos en una etapa nueva».
Múltiples impactos
Para ingresar en las células humanas, el SARS-CoV-2 interactúa con la enzima convertidora de angiotensina 2, que es muy abundante en distintos tejidos. Por eso la infección puede causar un proceso inflamatorio multisistémico que empieza en el pulmón y se extiende a otros órganos: corazón, cerebro, riñones, páncreas, hígado. «Hay una condición que separa las aguas, que es haber pasado por terapia intensiva –dice Juan José Herrera Paz, jefe de Cardiología de Fleni–. Eso aumenta el riesgo de complicaciones neurológicas, cardíacas y respiratorias. Esos pacientes deben estar muy atentos».
Entre los síntomas cardíacos del post-COVID está el dolor de pecho. «No hay que menospreciarlo –dice Herrera Paz–. Podría indicar una miocarditis viral, un proceso inflamatorio que impacta en la mecánica cardíaca, que puede ocurrir hasta en el 60% de los que estuvieron graves. Lo mejor es un ecocardiograma y análisis de laboratorio». El cardiólogo agrega que en el post-COVID pueden persistir estados protrombóticos con riesgo de coágulos arteriales y venosos.
«Desde el punto de vista neurológico hay más quejas de tipo cognitivo: cefaleas, problemas de memoria y concentración –afirma Ameriso–. También síntomas anímicos, como desgano, falta de energía, depresión. Un síntoma frecuente es la pérdida del gusto y del olfato, que dependen de vías sensoriales con receptores periféricos en la mucosa nasal o bucal, desde donde parten conexiones nerviosas. Pero no hemos encontrado lesiones estructurales».
Ismael Calandri, especialista en neurología cognitiva de Fleni, especifica que los síntomas post COVID están más ligados con la atención que con la memoria. «Es una sintomatología similar a lo que veíamos antes del COVID como migraña crónica o fibromialgia. Están lentos, tienen mala calidad del sueño», reflexiona.
En ese sentido, Calandri puntualiza que las evaluaciones cognitivas de los pacientes post COVID no son preocupantes: «Las personas que han tenido COVID no muestran mayor daño cognitivo que la población general», dice.
Pero, ¿siempre hay que hacerse un chequeo post COVID? «Sí. Un paciente leve también puede tener miocarditis infecciosa, que puede aparecer luego de un cuadro viral. Por eso como mínimo hay que pedir una evaluación clínica, exámenes de laboratorio, radiografía de tórax y electrocardiograma para detectar la posible presencia de miocarditis, pericarditis y arritmias», afirma Baldessari.
Videla considera que no es obligatorio realizar chequeos a todos quienes hayan pasado por el COVID-19. «Queda a consideración del médico», afirma el neumonólogo. Coincide con él Mariana Andreetti, médica clínica. «El 90% de la gente la pasa con síntomas mínimos, están cansados, pero se recuperan normalmente –dice–. Si se tuvo una enfermedad que no dejó síntomas o secuelas, hacer una placa, un electro y análisis de sangre son recursos que, me parece, deberían ser usados cuando se necesitan».