Sociedad

La hora de la vacuna

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La cobertura cercana al 90% necesaria para frenar la circulación del coronavirus tardará varios años. Mientras tanto, proteger a los grupos de riesgo es la única manera de evitar las formas más graves de la enfermedad. Qué es la inmunidad de rebaño.

(Foto: Télam)

Suele decirse que las vacunas son víctimas de su propio éxito y que el hecho de que hayan sido tan efectivas hace que la gente no perciba a las enfermedades como un riesgo, simplemente porque no las ve.   
Sin embargo, más de dos millones y medio de muertes por año se evitan gracias a las vacunas, una de las herramientas de la salud pública de más impacto después del agua potable. Desde fines del siglo XIX hasta hoy, demostraron que, además de ser efectivas, tienen un costo menor que el que implica tratar la enfermedad y contribuyen a disminuir la mortalidad en el mundo.
Gracias a las vacunas se logró erradicar la viruela, la poliomielitis en gran parte del planeta y, a la vez, acotar el riesgo de enfermedades como el sarampión y controlar otras como el tétanos o el síndrome de sordera congénita.
«Tenemos sobrada y contundente evidencia científica de que las vacunas son un beneficio y una de las intervenciones en salud pública más importantes. Los programas de inmunización controlan enfermedades que antes eran un problema y hoy no lo son, como el tétanos neonatal o la difteria, de alta mortalidad en niños menores de dos meses», sintetiza Florencia Bruggeser, médica infectóloga, secretaria de Capacitación de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE) y encargada del área de Epidemiología del Hospital Ramón Santamarina de Tandil. Es por eso que generar confianza en las vacunas es tan necesario como el mismo acto de vacunar.
Vacunarse no es solo una cuestión individual, porque si bien el primer objetivo es evitar enfermarse o disminuir riesgos, hay otro objetivo, no menos importante, que es social y de salud pública: no transmitir la enfermedad.
«La vacuna tiene un rol personal pero también un rol social», sostiene el diputado y médico Pablo Yedlin, presidente de la Comisión de Acción Social y Salud Pública de la Cámara Baja y autor de la Ley de Vacunas promulgada en enero de 2019 (ver recuadro). El legislador explica que así como hay grupos que pueden recibir vacunas, hay otros que no, y su protección depende del resto. Un ejemplo claro es la vacuna contra el sarampión, si toda la población se vacuna, genera protección a quienes no pueden recibirla: menores de un año, pacientes trasplantados que toman medicación inmunosupresora o pacientes con enfermedades oncológicas.
Bruggeser coincide y destaca el rol solidario de las vacunas, que para el Estado argentino son un bien social en el que prevalece la salud pública por sobre el interés particular. Es por eso que en el país, las vacunas incluidas en el calendario son obligatorias «no desde una mirada paternalista de un Estado que quiere obligarnos a ser sanos, sino desde un Estado que obliga a vacunarse para proteger al vecino, proteger al compañero de aula o de jardín de infantes que no se pudo vacunar y que tiene riesgo de enfermarse», ejemplifica Yedlin.
Para alcanzar la inmunidad colectiva se necesita que haya un cierto porcentaje de la población que esté vacunado. «Una cobertura ideal de vacunación sin dudas sería el 100% de la población objetivo, a quienes está dirigida esa vacuna», señala Bruggeser y advierte que para la mayoría de las enfermedades el programa de inmunización es eficaz con coberturas que superan el 95% en forma sostenida y homogénea.

Cuenta regresiva
Argentina ya comenzó a implementar su Plan Estratégico de Vacunación COVID-19 que prevé la inmunización por etapas y en forma gradual en tanto vayan llegando las dosis. El orden de prioridad de los grupos a vacunar se realiza «considerado un marco bioético fundado en los principios de igualdad y dignidad de derechos, equidad, beneficio social y reciprocidad», indicaron autoridades nacionales.
Como esta vacuna no formará parte del calendario, inicialmente no será obligatoria, aunque es probable que esto cambie a medida que haya más disponibilidad. «Para lograr el efecto rebaño vamos a necesitar una cobertura cercana al 90% de la población, y eso por supuesto no se va a poder conseguir en los primeros años porque la producción mundial de vacunas no va a dar abasto», adelanta Yedlin.
En un principio, la estrategia de vacunación no logrará evitar la circulación del virus sino que intentará prevenir las formas graves y las muertes por COVID-19. Poco antes de finalizar el año comenzaron a distribuirse a las provincias las 300.000 dosis de la vacuna contra el Coronavirus, para la inmunización de los grupos con mayor riesgo de infectarse con el virus SARS-CoV-2, como es el personal de salud. Según manifestaron desde la cartera de salud nacional, «la distribución, que posee una logística federal, equitativa y proporcional, fue realizada de acuerdo a un cociente basado en cantidad de médicos y centros de salud habilitados y la prioridad de esta partida es el personal sanitario». El Gobierno aportará progresivamente 50 millones de vacunas e insumos necesarios para inmunizar a la población objetivo.
Yedlin advierte que aunque haya comenzado el plan de vacunación,  «vamos a vivir una segunda ola, como todos los países». En este sentido, el objetivo deseado es que cuando llegue ese momento, el país haya podido vacunar a su población de riesgo y «tener menos muertos e internados en terapia intensiva».
Argentina tiene un sistema de vacunación sólido, donde las vacunas además de obligatorias, son gratuitas. En cada rincón de las provincias hay centros de vacunación públicos con personal capacitado y estructuras que dan respuesta en forma eficiente y rápida. Con estos antecedentes, se espera que la campaña de vacunación contra el COVID-19 sea exitosa. «Es muy parecida a muchas campañas de vacunación antigripal, vacunamos prácticamente los mismos grupos de riesgo», dice Yedlin.
La vacunación contra el COVID-19 «será un desafío y un gran logro porque vamos a contar con una vacuna segura y efectiva», dice la médica infectóloga. El trabajo territorial será clave para llegar a todo el país. Para esto se puso en marcha el Plan de Voluntariado Universitario, un convenio que rubricaron el Ministerio de Salud y el Ministerio de Educación con 54 universidades nacionales, que incorpora voluntarios de todas las carreras para participar de la campaña nacional de vacunación. Porque las vacunas son un derecho que debe garantizar el Estado, pero también son una responsabilidad social y un compromiso de todos. 

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