Sociedad

Los caminos de la prevención

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«En los países con menos recursos hay más condiciones para el cáncer», sostiene una de las pioneras de la oncología clínica en la Argentina. Los factores sociales que deben acompañar el avance científico para derrotar a esta enfermedad.

Causas. «El factor externo número uno es el cigarrillo», dice Levin. (Gentileza FOE)

 

Puede considerarse al cáncer como una enfermedad relativamente «nueva» en la historia de la humanidad? Es poco probable, pero recién después de la Segunda Guerra Mundial se empezó a cobrar real dimensión de su importancia en términos de salud pública. Fue en la década de 1960 que surgieron las primeras líneas de tratamiento de quimioterapia, tema que comenzaron a estudiar por entonces el bioquímico Emanuel Levin, discípulo de Bernardo Houssay, y su esposa, la doctora Rosa Woscoboinik de Levin. A su regreso de Londres en 1961, con un bagaje de conocimientos nuevos sobre el tema, la doctora Levin se instaló en el servicio de Hematología del Hospital Ramos Mejía, en Buenos Aires, y desde allí dirigió la creación del Instituto de Oncología Clínica en lo que es hoy el Hospital María Curie, especializado en este tipo de enfermedades. Fruto de su larga trayectoria son las extensas investigaciones sobre el papel de las hormonas en ciertos tipos de cáncer y la creación, también, de la Fundación Oncológica Encuentro (FOE), «una institución creada por profesionales para la docencia, asistencia, prevención e investigación en cáncer», a la que hoy la economía de recursos ha llevado a centrarse específicamente en la prevención de cánceres ginecológicos (mamarios y de cuello de útero) mediante la realización de acciones que incluyen estudios de diagnóstico temprano gratuitos, con el objetivo, asegura, de «que todo el público tenga acceso a la prevención del cáncer».
Sobre el modo en que ha cambiado la percepción del público acerca del cáncer en las últimas décadas, Levin asegura, en diálogo con Acción, que «hay una conciencia mucho más importante de que es una enfermedad, y de que tiene tratamiento. Y los avances en este terreno se han dado a la par de avances en otras áreas de la medicina, como el diagnóstico por imágenes: hoy no solo tenemos ecografía, sino también tomografía, resonancia nuclear magnética y otras cosas como el PET (tomografía por emisión de positrones), todo lo cual ha hecho que se pueda descubrir el tumor con anterioridad, que se pueda tratar, y que los pacientes puedan tener resultados positivos por muchos años. Y la idea de que se puede cuidar mejor al paciente que ha sufrido estos procesos».
Acerca de la idea popular de que ahora «hay más cáncer que antes», la especialista asegura que, por un lado, «la gente vive más, y eso da más tiempo para la acción de sustancias carcinógenas. Hoy se vive hasta los 71 años y más, y hay agentes carcinógenos que necesitan más tiempo para desarrollar la enfermedad. Esto requiere mucha investigación. Todos los días hay cientos de revistas y decenas de científicos en todo el mundo que están tratando de desentrañar estos factores. De los factores conocidos, el que produce probablemente el mayor daño es el cigarrillo.  El tabaquismo ha ido creciendo desde la Primera Guerra Mundial, en que se empezó a desarrollar, y hoy, a pesar de toda la acción antitabáquica, sigue siendo el factor número uno de producción de cáncer.

 

El papel de las hormonas
Inaugurada en 1990 por iniciativa de Emanuel y Rosa Levin, la Fundación Encuentro creó un laboratorio de hormonas y cáncer en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, donde se trabajó intensamente con cinco hospitales que durante 15 años enviaron muestras de tejido mamario enfermo para la investigación de los receptores hormonales. «Después del fallecimiento de Emanuel, que estaba a cargo de esos análisis –relata Rosa Levin– no encontré ambiente propicio para continuar con estas investigaciones. Las causas del cáncer y la eficacia de los tratamientos se están estudiando en todo el mundo, pero para eso se necesitan fondos».

–¿De qué depende hoy el éxito de un tratamiento en casos de cáncer?
–De la detección temprana, y de tener los elementos que permitan llevar a cabo el tratamiento: mejores aparatos de radioterapia, mejores medicamentos, mejores técnicos en imágenes. Aquí llegamos a un punto que es unánimemente aceptado por la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC), que es que los países con menor grado de desarrollo tienen más posibilidades de tener pocos medios técnicos y científicos para tratar a los pacientes. Eso ya ni se discute. Yo puedo estar contenta cuando nuestros países toman mejores medidas contra esta enfermedad. Ahora: si hay problemas económicos, seguramente no va a haber plata para los estudios de diagnóstico y tratamiento oncológico. Está descrito que en los países con menos recursos, hay más condiciones para el cáncer. Y en la Argentina hay falta de aparatos y falta de conocimiento de la gente para hacerse los estudios. Cada hospital debería tener al menos seis mamógrafos, difundir el tema, mejorar los horarios de atención… Imagínese una mujer que tiene tres hijos, y tiene que pensar en ella, en ir al hospital a que le hagan un estudio cada dos años. Es una situación muy difícil para ella. Pero si va al hospital y la atienden en media hora, y sabe que si vuelve al año siguiente la van a atender en poco tiempo… Los países del Tercer Mundo son los que están en peores condiciones para frenar el cáncer. La UICC advierte que para 2020 va a haber en el mundo 20 millones de personas con cáncer, y que 14 millones de ellas van a estar en los países en desarrollo, y que nuestro compromiso actual permitirá elaborar planes para disminuir esta tendencia.
–¿Qué iniciativas rescata a este respecto?
–Uruguay, por ejemplo, es el único país que ha prohibido la entrada de cigarrillos importados. Gracias al presidente Tabaré Vázquez, que es oncólogo.
– ¿Y qué es lo que en la Argentina no se está haciendo a ese respecto?
–En principio la Argentina ha tomado una buena determinación, que fue la de crear en 2010 el Instituto Nacional del Cáncer. Es allí donde se deberían asignar los recursos para implementar la prevención y mejorar nuestra situación respecto de la enfermedad. Creo que cuando un problema es tan importante, la comunidad debe intervenir para que se aumenten los presupuestos, y también para colaborar. Creo que eso prestigiaría a las instituciones. Nosotros hemos estado recibiendo un poquito de dinero de parte del Ministerio de Desarrollo Social, con el cual podemos realizar nuestra campaña dos meses al año, pero no los doce meses del año. Los cambios sociales para lograr que el Estado se haga cargo de este déficit son lentos, y nosotros queremos hacer nuestro aporte. Por un lado, que el Estado se ocupe, y por otro lado, que también la gente se sensibilice sobre la importancia de este problema.