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Pasaporte en cuestión

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María José Ralli

El avance de la vacunación promueve más aperturas e incrementa el contacto social. Cómo funcionan los pases sanitarios en el mundo y cuál es la situación en el país.

Francia. Una espectadora muestra su certificado para poder ingresar al partido entre Paris Saint-Germain y Racing Club de Estrasburgo.

(GEOFFROY VAN DER HASSELT/AFP)

La solicitud en varios países de un certificado de vacunación para ingresar a clubes, cines, teatros o incluso para viajar o asistir a lugares de trabajo abre el debate sobre el alcance de esta medida de fomento de la vacuna. Tras casi dos años de cierres y aperturas al ritmo de las olas de la pandemia que tiene aún en vilo al planeta, la única certeza es que la vacunación es la estrategia que hasta hoy logró frenar las curvas crecientes de casos.
En Europa son varios los países que adoptaron como herramienta de persuasión un pasaporte sanitario con el propósito de promover la vacunación y el objetivo de alcanzar tasas altas de inmunización, garantizar la seguridad de las personas que tienen contacto social y estimular a quienes están analizando vacunarse o no.
Con adeptos y detractores, en la Unión Europea el Certificado Covid o en algunos casos el «pase verde» abre la puerta de entrada a lo más parecido a la vieja «normalidad». Un ejemplo es Bélgica, que permite el ingreso tanto de ciudadanos como turistas a eventos de 1.500 personas solo si cuentan con lo que denominan un «billete Covid Safe», que además permite prescindir del uso de barbijo y de la distancia social. Para eso es preciso acreditar estar completamente vacunado como mínimo dos semanas antes, tener una prueba de haber padecido COVID-19 en los últimos seis meses, tener una prueba de PCR negativa que tiene validez para el mismo día del testeo y durante dos días más o bien una prueba de antígenos negativa.
En Francia, donde la resistencia es una de las más fuertes –con masivas movilizaciones–, el presidente Emmanuel Macron estableció por decreto, y hoy se estudia una ley que lo avale, que solo se ingresa a locales con aforo superior al 50% con «pase verde». Alemania sigue el mismo camino y Angela Merkel estudia convertir en ley lo que ahora es una reglamentación en algunos estados, si no aumenta el número de inmunizados o los casos vuelven a dispararse.
En Italia, en tanto, es obligatorio demostrar que se recibió al menos una dosis de la vacuna, haberse recuperado del virus o tener test negativo para ingresar a todos los lugares públicos cerrados. Y la lista sigue.

Registro digital
Los números reflejan que Argentina afianza su plan de vacunación y avanza con el control de la pandemia con varias provincias con cero casos nuevos y más de 15 semanas con disminución de casos en forma constante. Pero la pandemia no terminó y si bien hay jurisdicciones que se valen de tests negativos para circular o certificados de vacuna para ingresar a sitios cerrados, en el país no hay una medida uniforme.
Judit Díaz Bazán, subsecretaria de Integración de los Sistemas del Ministerio de Salud de la Nación, explica que «el pasaporte sanitario tal como está instalado, es el registro de la aplicación de la vacuna con la dosis aplicada y la fecha de aplicación». A través de la credencial digital Mi Argentina se puede acceder al certificado que acredita la inoculación contra el COVID-19, que refleja los datos personales y la información completa de la vacuna recibida: nombre, lote, cantidad de dosis y el lugar y fecha donde fue aplicada. Cada jurisdicción es la responsable de la carga de la información de todas las personas que se vacunan. «También registra si se realizaron métodos de diagnóstico o test de antígenos para ser presentados en caso que se requiera en medios de transporte o en algunas jurisdicciones que así lo solicitan», confirma Díaz Bazán pero aclara que «todos son registros que no excluyen la exposición al nuevo coronavirus, el transporte del mismo ni el contagio a otras personas». «Son medidas parciales que garantizan la seguridad de las personas en el momento en el que se analizan y para el contacto social», señala la funcionaria.
Si bien no hay criterios unificados para la solicitud del pasaporte sanitario en el territorio nacional, Díaz Bazán sostiene que el certificado «es un modo de estandarizar, que tiene su valor en este contexto», e insiste en que «sirve si se complementa con las medidas de aislamiento y protección que ya conocemos», y señala que «se van tomando decisiones a medida que hay evidencias de una pandemia en curso».

Decisiones federales
En el país las distintas jurisdicciones toman sus propias decisiones en materia sanitaria. La provincia de Jujuy, por ejemplo, estableció a mediados de agosto el pase sanitario para el uso del transporte público. Para poder viajar, los usuarios tienen que presentar ante el personal de control el carnet de vacunación que acredite la aplicación de al menos una dosis y lo mismo para quienes concurran a una dependencia pública. Un decreto provincial también obliga a los trabajadores de la administración pública a estar vacunados contra el COVID-19; quienes no lo acrediten no pueden prestar servicios y se les descuenta el día no trabajado. La Rioja, por su parte, solicita un certificado de vacunación o alta de COVID-19 para ingresar a lugares recreativos cerrados al igual que Salta y Catamarca. Y la provincia de Chaco, en tanto, acordó la implementación del Pasaporte Chaco con código QR que deben presentar quienes quieran asistir a locales nocturnos habilitados hasta las 2 de la mañana y con una capacidad de hasta el 70%,
La provincia de Buenos Aires finalmente no aplicó la medida. En diálogo con Acción, el sanitarista y jefe de Asesores del Ministerio de Salud bonaerense, Enio García, sostuvo que el anuncio de Axel Kicillof de ampliar el aforo en los bares y restaurantes en función de la cantidad de personas vacunadas «fue más promocional que una medida que efectivamente se pueda implementar». «Sí lo destacó a nivel discursivo por su efecto importante, porque no deja de salir de agenda el impacto de la vacuna, y es lo que queremos resaltar. Al vacunarnos podemos volver cada vez más a la normalidad, ampliar la capacidad de los bares, retomar el trabajo, hacia allí apunta el mensaje», señaló.
Para García «una persona que no tiene decidido vacunarse, no necesariamente se va a convencer por un pase sanitario», y subrayó que los que no se vacunaron aún «probablemente sea por una cuestión de acceso». «Por eso estamos haciendo la campaña con trenes sanitarios y casa por casa o con las postas en estaciones de trenes. La estrategia es esa para llegar a cada vez más vacunados», dijo.
Con o sin pasaporte, Argentina no tiene una alta resistencia a la vacunación, como sí sucede en varios países de Europa o en algunos territorios de Estados Unidos, con movimientos antivacunas que ponen en peligro la estrategia de inmunización colectiva. «En el país hay una adherencia grande», señala García, y advierte que «la acción es acercarse a quienes no se vacunaron y trabajar en el acceso». Con indicadores que reflejan una circulación similar a la prepandemia, el retorno al trabajo presencial y la escolaridad, la responsabilidad social sigue siendo el pase sanitario más efectivo.