Sociedad | Cambio demográfico

Pirámide invertida

Tiempo de lectura: ...
María José Ralli

Por primera vez, los adultos mayores superan en número a los más pequeños. Aumento de la esperanza de vida y caída de la natalidad: una combinación que desafía al sistema solidario de salud.

Tendencia. Hacia 2050 la población mayor de 65 años rondará el 25%, un crecimiento acelerado.

Foto: Facundo Nívolo

El envejecimiento de la población en Argentina dejó de ser una proyección futura y, por primera vez en la historia, los mayores superan en número a los más pequeños, un fenómeno que transforma la pirámide poblacional y plantea nuevos desafíos para la organización social y sanitaria.

Para tomar dimensión, los números revelan que la proporción de personas de 65 años y más pasó del 7% en 1970 a casi el 12% en 2022, un cambio demográfico que golpea de lleno al sistema solidario de salud, que se sostiene con los aportes de trabajadores activos para garantizar la cobertura médica de los jubilados y pensionados.

Al aumento de la esperanza de vida se suma, además, una caída sostenida de la natalidad, una creciente informalidad laboral y una fragmentación del sistema que ponen en tensión la sostenibilidad del modelo actual y en jaque el derecho a una vejez saludable.


Estrategias integrales
Un informe reciente del Consejo Económico y Social de Buenos Aires (Cesba, 2025) evidencia que uno de cada cuatro porteños tiene más de 60 años, con una tendencia que seguirá en aumento, mientras que una investigación de la Universidad Austral (Mercopress, 2025) advierte que hacia 2050 la población mayor de 65 años rondará también el 25%, un crecimiento acelerado que achica la relación entre activos y pasivos que hoy se estima en cuatro trabajadores por cada jubilado y podría pasar a apenas uno y medio en las próximas décadas. El panorama se agrava con una informalidad laboral que supera el 35% y erosiona aún más la base financiera del sistema solidario.

Pero, además, el envejecimiento trae un aumento en enfermedades crónicas y dependencia, elevando la demanda de servicios especializados y cuidados prolongados, por lo que el Cesba advierte que es urgente reorganizar los servicios sanitarios y sociales, priorizando la atención domiciliaria y comunitaria para evitar institucionalizaciones prematuras. Y apunta a la necesidad de políticas públicas integrales que promuevan inclusión social, accesibilidad, formación profesional en geriatría y planificación urbana amigable con las personas mayores.

Romina Rubin, vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría, coincide con esta realidad y en el marco del encuentro «Envejecimiento poblacional. Un nuevo desafío para la reforma del sector salud», advirtió que «Argentina es uno de los países más envejecidos de la región» y que «la población mayor de 80 años es la que más crece», aunque el aumento de la expectativa de vida no implique incrementar los años saludables o libres de discapacidad, con un sistema sanitario que no está preparado.

En este punto, Rubin propone desarrollar un «plan de detección precoz de fragilidad» en atención primaria y formar «enfermeras de enlace o referentes gerontológicos», teniendo en cuenta que solo hay 700 geriatras en todo el país, y recalca que la Atención Primaria de la Salud es una de las mejores estrategias para repensar la política sanitaria para este sector de la población que seguirá creciendo exponencialmente.


Una bomba
Silvia Gascón, magíster en Dirección y Gestión de Bienestar Social y Servicios Sociales y directora de la maestría en Gestión de Servicios de Gerontología en la Universidad Isalud, describe esta radiografía poblacional como «una bomba» cuya gestión «ya deberíamos haber comenzado hace tiempo».

En diálogo con Acción, Gascón subraya que esta transformación social impacta tanto en las familias –que hoy tienen menos potenciales cuidadores– como en el sistema sociosanitario, con demandas de cuidados en «las dos puntas de la vida»: la infancia y la vejez. Y apunta que el sistema de salud argentino «tiene inmensas deudas, especialmente en la formación de profesionales, que salen sin preparación para abordar el envejecimiento y las enfermedades crónicas».

Además, para la especialista la fragmentación y el desfinanciamiento del sistema «dificulta la cobertura y calidad de atención, en un país con más del 50% de pobreza» y destaca que «la oferta en salud sigue siendo para la madre y el niño, cuando la población mayor que vive después de los 70 sigue creciendo».

Frente a la pregunta sobre soluciones concretas para la sostenibilidad, Gascón destaca tres ejes clave: «Primero, es necesario promover modelos económicos que apuesten a la equidad y justicia distributiva; segundo, generar empleo formal para fortalecer la base financiera del sistema; y tercero, crear conciencia social sobre la necesidad de cuidados en ambos extremos de la vida».

«Hemos avanzado en la formación de cuidadores, pero falta un sistema que gestione y financie los servicios necesarios», sostiene al mismo tiempo que cuestiona el edadismo, esa mirada prejuiciosa que encasilla a las personas mayores en un estereotipo incapacitante. «Antes, las familias tenían muchos hijos para cuidar a sus mayores, que además vivían menos años. Hoy la carga recae sobre menos cuidadores, principalmente mujeres, que a menudo ya son mayores ellas mismas. La falta de un sistema organizado produce angustia y obliga a institucionalizar antes de tiempo, contra la voluntad de los propios mayores», afirma.

Otro déficit, resalta, está en la formación sanitaria, con establecimientos de salud pensados para enfermedades agudas y no para problemáticas crónicas y complejas de la vejez, como pérdida de movilidad o memoria, con pocos profesionales preparados para una atención integral.

Finalmente, la profesional subraya que el derecho a envejecer con dignidad excede el sistema de salud. «Necesitamos ciudades amigables, transporte accesible, veredas seguras y tecnologías que acompañen, con educación previa para que las personas mayores puedan vivir plenamente en sociedad».

Y concluye con una advertencia que también encierra esperanza: «Podemos envejecer bien, incluso con múltiples enfermedades, siempre que evitemos la dependencia. Para eso necesitamos transformarnos en una sociedad del cuidado, que priorice a los más vulnerables y deje de proteger solo a los más poderosos».

Estás leyendo:

Sociedad Cambio demográfico

Pirámide invertida

Dejar un comentario

Tenés que estar identificado para dejar un comentario.