La detección precoz, la vigilancia y el control de contactos apuntan a cortar la cadena de contagios y reducir la cantidad de casos. Cómo se implementan en la Argentina y qué papel cumplen en la apertura gradual del aislamiento.
28 de julio de 2020
Villa Azul. Un equipo de salud busca casos activos en el partido bonaerense de Bernal. (Télam)
Desde que se confirmó el primer caso de coronavirus en el país pasaron casi cinco meses, un tiempo que parece mucho pero es aún insuficiente para descifrar los mecanismos que permitan enfrentar una pandemia que obliga a plantear tácticas y estrategias a medida que la ciencia avanza en conocimiento.
Así como las primeras políticas sanitarias se enfocaron en medidas preventivas, hoy la detección precoz permite, mediante la búsqueda de contactos estrechos, cortar la cadena de contagios y reducir la cantidad de casos. Rastrear y aislar a todo aquel que estuvo en contacto con un caso sospechoso o confirmado es la clave de la anticipación en esta nueva etapa, donde la apertura gradual del aislamiento requiere, además de la responsabilidad social, nuevos enfoques.
«Las estrategias más exitosas son las que han tenido un buen sistema de detección temprana de casos, donde la clave es que la gente reporta los síntomas en cuanto los tiene, y hay una capacidad de testear a todas esas personas con síntomas, y luego identificar y aislar a todos los contactos de ese caso positivo», sostiene Rodrigo Quiroga, bioinformático e investigador asistente del CONICET.
La salida de una etapa de mitigación basada en medidas de aislamiento social requiere la administración de focos de contagio y una coordinación que permita, además de testear, rastrear y aislar contactos para lograr el objetivo de cortar la cadena de contagios. En esta etapa «es clave tener control sobre los infectados residuales y la posibilidad de un nuevo brote general. En esta fase, testear es indispensable», advierte Ernesto Resnik en un artículo publicado en el portal de noticias Cenital. Para lograr «rastrear y contactar» se necesita, además de una cantidad suficiente de test (ver recuadro), importantes recursos humanos preparados para hacerlos.
El Ministerio de Salud de la Nación junto con las distintas jurisdicciones enfocan ahora el trabajo en la detección precoz, el seguimiento de contactos estrechos y su aislamiento. Si se confirma la positividad de esos contactos, volver a rastrear y volver a aislar.
«El estudio de contactos es un componente básico para el control de la pandemia», dice Omar Sued, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología y miembro del comité asesor presidencial, y advierte que «es algo que se comenzó a mejorar mucho en las últimas dos semanas de vuelta a la fase 1, que permitió organizar equipos de voluntarios». En este sentido, las universidades están llevando a cabo la tarea de contactar a cada persona con resultado positivo para preguntar y hacer un listado de todos aquellos con los que estuvo en contacto. Desde una mirada epidemiológica, Sued explica que es crítico que cualquier persona con sospecha de COVID-19 o con COVID-19 positivo sea contactada rápidamente y, en base a esa llamada, identificar a todas las personas con las que estuvo 48 horas antes de los síntomas para ser aisladas. Y con síntomas positivos, hacer el estudio de PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa, la prueba que se utiliza para confirmar o descartar casos). «Es la única forma de cortar la transmisión; un estudio de contactos integrado a un sistema de rápido procesamiento permite reducir en un 65% los casos en estudio», agrega Sued.
El AMBA (Área Metropolitana de Buenos Aires) es la región que más casos concentra (el 92%) y tanto la provincia como la Ciudad de Buenos Aires vienen implementando programas que reemplazan la vigilancia pasiva por enfoques activos. Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, en el área del AMBA el dispositivo Detectar sumó cerca de 2.500 voluntarios para favorecer la búsqueda de contactos estrechos de casos confirmados de COVID-19, y suman un total de 6.500. «Este aumento está relacionado con voluntarios de universidades y de la administración pública nacional, como así también del fortalecimiento del abordaje territorial de Nación y de las jurisdicciones», dice la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, y advierte que el objetivo es «sensibilizar la vigilancia».
Programas y recursos
El Ministerio de Salud bonaerense lleva adelante, por su parte, el Plan de Detección Precoz y Seguimiento de Contactos Estrechos que se realiza desde el Centro de Telemedicina COVID-19 con capacidad para relevar precozmente contactos de 1.500 personas por día. Además, incorporó centros de telemedicina para hacer un seguimiento de casos sospechosos a partir de reportes de casos identificados y sus contactos estrechos.
«Estamos recibiendo 12.000 llamados diarios», advierte el viceministro Nicolás Kreplak y explica que para absorber esa demanda «hicimos un gran trabajo con los municipios e incorporamos a las universidades, con miles de voluntarios que trabajan en la articulación con los llamados a distancia, que si bien no tienen la eficacia de la visita a domicilio, para algunos sectores sociales es muy importante». Para el físico Jorge Aliaga, exdecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y asesor de la provincia de Buenos Aires, «si hoy se detecta a una persona lo mejor sería que esté en su primer día de síntoma, para poder rastrear con quién estuvo en los últimos tres o cuatro días. Si a una persona con síntomas se le hizo un hisopado, no hay que esperar a saber si es confirmado para empezar el rastreo de contactos. Hay que hacer el aislamiento antes de la confirmación».
Aliaga hace hincapié en que «la clave es comunicar correctamente para que la gente entienda que hay una estrategia para evitar que el resto del país se transforme en el AMBA. La forma más fácil de bajar la cantidad de casos es separar a la gente. Hay que buscar y encontrar estrategias distintas para cada situación. Y eso permite no solo manejar el problema del rastreo, sino que además aleja la saturación del sistema de salud».
En la Ciudad de Buenos Aires funciona el Centro de Operaciones de Emergencias (COE), desde donde se realiza una primera encuesta para evaluar la situación sanitaria y corroborar síntomas compatibles con el virus. Si la respuesta es afirmativa, el siguiente paso es una Unidad Febril de Urgencia donde se realiza el hisopado, para luego pasar al aislamiento.
A nivel nacional, se puso en marcha el Programa Activar, a cargo de la subsecretaria de Calidad, Regulación y Fiscalización, Judit Díaz Bazán, que cuenta con alrededor de 900 voluntarios de más de 10 universidades nacionales, para hacer acompañamiento territorial en las acciones de Detectar y en instituciones cerradas.