A través de la práctica de disciplinas circenses, una escuela de un barrio humilde de la Ciudad de Buenos Aires transmite valores como el trabajo en equipo y el respeto por el otro. Un proyecto que reconcilia a los chicos con la institución educativa.
24 de mayo de 2017
Técnicas. Clase de tela en el galpón de la escuela Nº 21 del Distrito Escolar 19. (En la Vuelta)Dos largas telas, una roja y otra verde, cuelgan de los hierros del techo hacia el fondo del galpón; cerca de la entrada hay un trapecio. Una veintena de adolescentes hacen sus ejercicios acrobáticos en las telas, a dos metros del suelo. Una chica se sostiene, sube, baja; a ella la sigue uno de los varones, el más osado del grupo. Ha estado escuchando y observando atentamente la demostración del «profe» Diego Curiali. El pibe se cuelga con tanto arrojo que de inmediato queda cabeza abajo a casi cuatro metros de altura. Traba los pies y se cruza la tela en la espalda. «¿Ahora qué hago?», pregunta balanceándose en el aire. Que ponga un nudo para arriba, que tire las piernas para atrás y el torso para adelante. El chico lo hace, gira sobre sí mismo. «¡Muy bien, muy bien, muy bien!», se entusiasma el profe. Y el valiente del curso se desenrosca y cae, casi demasiado rápido.
La situación transcurre en el galpón cubierto de la Escuela N° 21 del Distrito Escolar 19 en el barrio Fátima, de Villa Soldati, Ciudad de Buenos Aires. «Esto era una escuela rancho», dice Raúl Nudel, coordinador de la actividad y delegado de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE). «Esto empezó en 2001 y se fue estructurando en equipos. En 2004 se unifica con otros programas que había. Eran centros culturales, deportivos, juveniles, y de ahí se forma este programa. A lo largo del tiempo los trabajadores que estábamos fuimos teniendo un contrato más sólido, y ahora la mayoría estamos como docentes, cada uno con su título y su historia propia».
Herramienta social
El programa al que pertenece la experiencia depende del Ministerio de Educación porteño y se llama Club de Jóvenes y Chicos. Tras sortear los recortes que en el área Cultura dejaron fuera del sistema a muchos de los docentes de educación no formal en la ciudad, sigue beneficiando a un millar de chicos en forma gratuita, en quince sedes escolares, en la mitad de las cuales se enseña circo, como en Villa Soldati.
«Los jóvenes y adolescentes están peleados un poquito con la institución educativa. Nosotros proponemos que transiten por el edificio de la escuela desde otro lugar», enmarca el profesor Ricardo Benítez, coordinador general del Programa desde el año 2012. Y precisa: «La cultura de circo tiene mucha llegada a los adolescentes. Transmite valores como el trabajo en equipo, el poder confiar en el otro a pesar de las diferencias. Es una herramienta social muy fuerte. Más allá de la técnica del circo, algo se tienen que llevar».
«La idea es que los chicos vengan a distraerse», agrega Carla Cepeda, profesora de circo y trapecio. A ella lo que la interrumpe son unos repentinos aplausos. En la otra punta del galpón una de las chicas acaba de hacer una gran pirueta en la tela. «Esa caída se llama escape. Es la caída con un freno antes de llegar al piso. Si llega al piso estamos en problemas… Es increíble ver la transición, el temor con que empiezan y la confianza que agarran en un mes. Algunos vienen y dicen “no, yo no me puedo ni sentar”. Y a la segunda vez están a dos metros con una sonrisa de oreja a oreja. Esto les da mucha seguridad personal. Es maravilloso cuando reconocen de lo que son capaces».
Sentados en el piso alrededor del profe Diego, los adolescentes escuchan: «Hay gente que ni se imaginaba lo que podía hacer», les dice. «Ahora se dan cuenta de que cuando trabajan duro, pueden. La verdad es un honor tenerlos acá. Algunos se van a tirar… van a hacer mil cosas en el aire… Pero ustedes de acá se llevan algo más, se llevan el corazón. El arte para que sea arte tiene que tener vida y alma». Los chicos asienten, en fascinado silencio. Y después continúan aprendiendo. Hacer el rol, girando sobre sí mismos, es ahora su rol de jóvenes circenses.