Voces | ENTREVISTA A JUAN CARLOS JUNIO

Batalla de ideas y valores

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Jorge Vilas - Fotos: Juan Quiles/3Estudio

El dirigente reflexiona acerca del rol del cooperativismo, el 20° aniversario del Centro Cultural de la Cooperación y la situación del país. La deuda social como prioridad.

JUAN QUILES/3ESTUDIO

Con una vasta y fecunda trayectoria en el movimiento cooperativo y en la actividad cultural y política, Juan Carlos Junio asumió recientemente un nuevo desafío: es el presidente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, cargo al que accedió, según explica, «a partir de una circunstancia triste y dolorosa, sorpresiva para todos nosotros, que fue el fallecimiento de nuestro querido compañero Edgardo Form. Yo era vicepresidente segundo, soy miembro del Consejo de Administración del IMFC desde hace muchos años, y desde allí es que asumo la presidencia».
Junio dirige el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, que este año cumple 20 años de vida en su sede de la avenida Corrientes y, además de celebrarlo con un amplio programa de actividades a lo largo del año, lo hace incorporando una nueva sala en un edificio emblemático para la cultura: Diagonal Norte 943, en pleno centro porteño. «Ese fue el lugar de nacimiento en 1930 del teatro independiente en la Argentina, le cabe al Instituto el mérito de haberlo comprado para salvarlo en su momento», explica el dirigente. «Ahora tenemos otro teatro, hay un gran simbolismo en todo esto, se llama Espacio Experimental Leónidas Barletta del CCC, que hoy por hoy también ya es un gran símbolo. Tenemos un desafío y un atributo más para intervenir en la cultura, vamos a experimentar una especie de fusión entre disciplinas de las ciencias sociales y las artísticas en actividades experimentales con jóvenes investigadores de las áreas sociales y las áreas artísticas», concluye.
Adscripto a la presidencia del Banco Credicoop y secretario general del Partido Solidario, Junio fue diputado nacional en el período 2011/2015 y recuerda y valora en forma permanente al referente histórico del movimiento cooperativo, Floreal Gorini.
–¿Cuáles son los lineamientos principales de su gestión al frente del Instituto?
–Se trata de la continuidad, no solo de la gestión de Edgardo, sino de una gestión que está inspirada en una cultura, en una visión ideológica, política y cultural, que viene de Floreal Gorini y que nosotros, todos, sentimos que tenemos que continuar. Esa impronta no es otra que la visión de un movimiento cooperativo como un movimiento de carácter social, cultural, con una fuerte convicción de movimiento económico y de participación social, lo que Floreal llamaba un cooperativismo participativo, comprometido con su época. ¿Qué es el cooperativismo comprometido con su época? Es el compromiso con los grandes problemas del pueblo, con los grandes problemas de la sociedad, los problemas económicos y sociales, los problemas de salarios, las clases medias y sus preocupaciones, lo específico nuestro que es el crédito como servicio para favorecer el aparato productivo de carácter nacional, la cultura nacional, la defensa de los derechos humanos, todo lo que tiene que ver con el feminismo y el género, los temas ecológicos, teniendo en cuenta que esta sociedad capitalista moderna tiene un componente de desenfreno que no trepida en violentar la propia naturaleza. Y, por qué no decirlo también, un cooperativismo comprometido con los problemas políticos del país, ya que en el plano de la política también se dirimen los rumbos, la marcha de la sociedad, del colectivo social, de la nación. Tenemos presencia en el movimiento cooperativo nacional e internacional, y vamos a sostener esa presencia. De tal modo que estamos atendiendo esas cuestiones, ejerciendo nuestro derecho a peticionar, ejerciendo el derecho de pronunciarnos frente a los grandes problemas de todo tipo; en ese sentido, es lo que se viene haciendo desde siempre y, por supuesto, mi idea es darle continuidad.
–En noviembre se cumplen 20 años de la inauguración del CCC en la avenida Corrientes. ¿Cómo evalúa la proyección lograda en este tiempo?
–Floreal, cuando pensó en el centro cultural, tenía el objetivo principal de hacer un aporte a la disputa cultural entre unos y otros valores, los valores de la derecha, del individualismo, de la cultura competitiva, de la meritocracia, frente a los valores nuestros, de la solidaridad, de lo colectivo como proyecto de los seres humanos y de las sociedades, es decir, el destino de cada ser humano relacionado con lo colectivo, y el destino de los pueblos también está relacionado con un proyecto colectivo, de carácter social o de carácter cultural, o como región, o como provincia, o como nación. Y alrededor de esa disputa ideológica de fondo es donde luego se mueven los mecanismos de poder. Desde esa disputa ideológica de fondo es hacia donde después, en la medida que tienen una idea o la otra, los pueblos rumbean. La idea de Floreal es que vivíamos, a fines de los 90, una derrota ideológica, que se habían impuesto mayoritariamente los valores del neoliberalismo, yo diría moderno, una forma reaccionaria modernizada, fundada por Thatcher y Reagan, entonces había que crear un centro cultural donde el movimiento cooperativo pudiera hacer su aporte. Nosotros no lo vamos a resolver, pero sí tenemos la vocación, los recursos, los cuadros para hacer un aporte. Y decía dos cosas principales: el Centro Cultural de la Cooperación tiene que ser un polo de la cultura democrática, progresista, transformadora, y a su vez tiene que ser un ámbito donde podamos generar una corriente de jóvenes intelectuales, artistas, tanto de las ciencias sociales como de las artes, que tengan una ideología progresista, que estén comprometidos con la lucha por llevar a cabo esa ideología en los planos culturales, mediáticos y políticos, y contribuir a la creación de una camada.
–¿El resultado, a dos décadas del inicio, es positivo?
–Yo diría que ambas cuestiones están muy encaminadas; ya hay en el CCC una generación de hombres y mujeres que vinieron muy jovencitos, teatristas, titiriteros, investigadores, educadores, historiadores, economistas, sociólogos, artistas plásticos, de las más de 20 disciplinas que tenemos, además de una biblioteca muy importante, una editorial para publicar nuestra propia producción, así que ya hay una buena camada que de algún modo expresa aquel objetivo y aquellos sueños que planteaba Floreal, que ya influyen en la sociedad, que ya están en los medios de comunicación con su palabra que es nuestra palabra. En ese sentido, creemos que estamos bien encaminados.

JUAN QUILES/3ESTUDIO

–¿Habrá actos y debates en el marco de la celebración del aniversario?
–Sí, claro. Y uno de los ejes fundamentales será pensar en la batalla de ideas hacia el futuro. Porque desde aquello que proponía Floreal a fines de los 90 hasta hoy han pasado muchas cosas y seguirán pasando. Lo tenemos planteado como un debate a lo largo del año, yo diría que no solo sean protagonistas nuestros propios investigadores e investigadoras, sino convocar a intelectuales y artistas para ver el derrotero de la batalla cultural hoy hacia el futuro. Ese es uno de los ejes. No es que tengamos la respuesta a ese dilema, sino que nos interesa que nuestro aniversario pueda ser un hito en ese debate. Y por supuesto estamos viendo qué vamos a hacer en el epicentro, en noviembre, cuando sea efectivamente el cumpleaños. Convocamos al Ministerio de Cultura de la Nación para que sea partícipe de esto, que es un acontecimiento que supera al propio centro cultural y al movimiento cooperativo. Además, este año es el centenario del nacimiento de Floreal Gorini, y lo vamos a incorporar como un atributo simbólico y celebratorio más. Su impronta personal es determinante en nuestra formación histórica y en lo que nos marcó pensando en el futuro.
–Una de las características del movimiento nucleado en el IMFC, y usted lo decía, es el involucramiento en los debates nacionales sin dejar de lado la disputa política. ¿Cómo se plasma ese pensamiento en la actividad cotidiana?
–Nosotros, desde el IMFC, siempre defendimos una idea, que no es partidaria ni mucho menos, de defensa del derecho, y yo diría la necesidad, de que los dirigentes sociales, no solo nosotros, el dirigente de un club, de un sindicato, de una sociedad de fomento, de una universidad, sean protagonistas frente a una suerte de falso apoliticismo, de que los luchadores sociales no deberían participar en política. Eso es una trampa ideológica que nunca aceptamos, por lo tanto, defendemos la participación política, algunos de nosotros tuvimos acceso a mecanismos de representación, Carlos Heller es un diputado muy destacado, ahora como presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda, yo fui diputado nacional, Edgardo Form fue legislador porteño, y muchos otros compañeros y compañeras en todo el país tienen cargos en instancias ejecutivas o en concejos deliberantes. Para nosotros lo local es muy determinante, porque es el contacto con la sociedad, con el pueblo. El Banco Credicoop, la principal entidad del movimiento, tiene 274 filiales, que son 274 casas cooperativas, y lo que importa es que ese gran núcleo social y cultural sostenga una gran superficie de contacto con la comunidad. Nos interesa tonificar y fortalecer esa presencia y desde allí jugar un papel en la lucha y en el proceso político de esta coyuntura actual, que es una coyuntura de disputa.
–Estamos en un momento clave, a la salida de un acuerdo con el FMI que puso de relieve el peso de los compromisos asumidos por el Gobierno anterior sobre las posibilidades de desarrollo del país. ¿Cuál es su análisis?
–Es una gran trampa que dejaron para el país y la ciudadanía; en la debacle de su plan económico, el macrismo entró en default, aunque ahora lo disfracen, y no trepidó en recurrir al FMI. Lo hizo porque es su vocación y su ideología política, y coincidió con que el entonces presidente estadounidense Donald Trump tenía una gran determinación en favorecer al macrismo para que no triunfe lo que después fue el Frente de Todos y entonces, en fin, instrumentaron este crédito que incluso es violatorio de los propios estatutos del FMI, y nos deja esa carga fenomenal. Nosotros tenemos en la Argentina 19 millones y medio de pobres, tenemos sectores de las clases medias bajas postergados, hay una gran mayoría del pueblo que está afectado por esta gran crisis económica y social. Por lo tanto, el reto principal, en mi opinión, es atender la deuda social. La clave es que el Gobierno pueda sostener el rumbo en el sentido de distribución de la riqueza y para eso inevitablemente va a tener que transitar una zona de conflicto con los sectores del poder económico concentrado. Esto tiene salida en la medida que se logre interpelar, interpelar al pueblo para que crezca su participación, para que crezca su protagonismo, todos los días, en todos los ámbitos, que haya un crecimiento de la participación. No es lo mismo un pueblo que está en una situación de quietismo que un pueblo que es protagonista. Así que por allí creo que pasa el reto de estos próximos dos años para poder sostener el rumbo en 2023.
–Está clara la disputa con la derecha por el rumbo del país, pero la discusión del acuerdo con el FMI puso de relieve divergencias en la alianza de gobierno. ¿Se puede dar esa batalla con tensiones en el frente interno?
–A mí eso me preocupa, no voy a decir que no, pero no me asusta. En la medida en que esto no se transforme en una suerte de antagonismo irreductible creo que vamos a convivir con una situación de debate. Para mí no hay nada más importante que la unidad. Tenemos que avanzar cada vez más en ir encontrando una amalgama entre la unidad y un proyecto común. Creo que justamente lo que se discute es que hay matices en el rumbo y en la intensidad del proyecto económico. Y esos matices aparecen porque hay sectores económico-sociales a los que hay que enfrentar. Creo que ese es el escenario que vamos a tener que transitar. Nosotros, desde el movimiento cooperativo, haremos los esfuerzos por aportar a la unidad y a los contenidos sociales y de progreso.

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