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Científicos en lucha

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Pasó un año desde que el Ministerio de Ciencia y Tecnología se comprometió a garantizar la continuidad laboral de los 500 investigadores afectados por el ajuste del Conicet. Aún siguen sin respuesta y el futuro es incierto para ellos y para el conocimiento en el país.


En diciembre de 2016, unos 500 científicos amanecían con la noticia del recorte presupuestario para 2017 en las áreas de Ciencia y Técnica, lo que representaba un 60% menos de ingresantes a la carrera de investigador del Conicet, pese a haber sido recomendados por la Comisión Evaluadora. Casi un año después, el destino sigue siendo incierto porque la promesa de que serían reubicados en universidades y otros organismos bajo las mismas condiciones laborales no se cumplió. Para hablar sobre el futuro de los científicos en el país, Acción juntó a tres investigadores de distintas agrupaciones que se movilizaron para defender sus puestos de trabajo y el futuro en general de la ciencia y la técnica en el país.
Guido Giorgi es sociólogo, doctorado en Estudios Políticos en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París y también en la UBA. Como científico, es desde diciembre de 2016 uno de los 500 afectados por el ajuste en el Conicet, donde estudia elencos de gobierno. Es decir, de dónde provienen aquellos que luego dirigirán los destinos de un país. Si llegan por trayectoria dentro de un partido o por vínculos de amistad, interés económico o porque representan a corporaciones u otros sectores. Esto permitiría pensar, señala Giorgi, integrante de la Red Federal de Afectados, cómo funciona la democracia y la representación política.
Roxana Toriano, en tanto, es investigadora del Conicet en el Instituto de Fisiología y Biofísica Bernardo Houssay y docente en la Facultad de Medicina de la UBA, y forma parte de la organización Científicos y Universitarios Autoconovocados Buenos Aires. Sus estudios en la biofísica de determinadas proteínas vinculadas, entre otras cosas, a la diabetes insípida o la neuromielitis óptica –una enfermedad neurodegenerativa parecida a la esclerosis múltiple–, preparan el camino hacia curas o tratamientos paliativos para frenar el avance de esas enfermedades.
Mercedes Krause, por su parte, es doctora en Ciencias Sociales e integrante de Jóvenes Científicos Precarizados, y se dedica a analizar la vida cotidiana de personas de diversas clases sociales y cómo se reproducen intergeneracionalmente las desigualdades sociales en las familias. A partir de su posdoctorado, se está adentrando además en las teorías de la interseccionalidad y plantea que estas desigualdades de clase no se viven aisladamente de, por ejemplo, las de género, edad, identidad sexual, sino que todas ocurren al mismo tiempo.
–¿Cuándo arranca el conflicto en el Conicet, concretamente?
Roxana Torino: El 27 de octubre de 2016, con una marcha importante en contra del ajuste que el Presupuesto 2017 tenía para la función Ciencia y Técnica. En diciembre aparecen las listas de quiénes habían ingresado al Conicet y quiénes no. Y se ve que hay 500 aprobados no ingresantes que no son estudiantes ni becarios, son doctores, en muchos casos posdoctorados. Esa es la primera medida explícita, la primera expresión de ese ajuste.
Guido Giorgi: Formalmente, estaba programado un ingreso de 900 doctores a la carrera de investigador científico. Durante todo 2016, el ministro Lino Barañao y los funcionarios del Ministerio dijeron que no iba a haber ningún recorte en los ingresos, pero cuando dan los resultados hay un 60% menos de doctores y doctoras que iban a formar parte del plantel de investigadores y científicos estables del Conicet. Ante estos resultados, el 19 de diciembre se toma el Ministerio de Ciencia y Técnica y cuatro días después se decide el levantamiento tras la firma de un acta acuerdo mediante la cual los funcionarios del Ministerio de Ciencia y Tecnología, con Barañao a la cabeza, se comprometen a una serie de cuestiones. Los 500 becarios que quedamos afuera fuimos recomendados para ingresar, pasamos todas las instancias de evaluación, que duran un año y que llevan por lo menos seis y siete años de preparación, nuestros pares y el sistema científico dijeron que debíamos ser parte del Conicet, pero por un ajuste intempestivo del presupuesto quedamos afuera.
Mercedes Krause: Es así, pasamos esta evaluación luego de trabajar precariamente más de cinco años para el Conicet, y en el momento en el que aprobamos un concurso para ingresar a planta permanente fuimos desplazados del organismo, por eso tuvimos que dar una discusión, porque éramos trabajadores no reconocidos como trabajadores, porque éramos becarios, y luego despedidos porque quedábamos en la calle después de trabajar tantos años para el Conicet.

–¿Qué pasó desde diciembre de 2016 hasta la actualidad?   
MK: Lo que vimos a lo largo de las reuniones de todo el año es que el acta acuerdo no se cumplió. Se comprometieron a garantizar la estabilidad laboral, la promoción, el mismo nivel salarial y las mismas condiciones de trabajo en términos de estabilidad para todos los afectados. El ofrecimiento era para ir a trabajar a universidades o en otros organismos de Ciencia y Técnica o en el mismo Conicet, pero aun así no se cumplió con todo eso. Tenemos becas precarias con una extensión hasta el 31 de diciembre y no tenemos contratos firmados para trabajar en universidades ni en otros organismos.
–¿Es viable el ingreso de estos 500 investigadores a las universidades tomando el actual contexto en el que el presidente les pidió ajustes?
MK: De parte del Ministerio y del Conicet afirman que el programa ya es un hecho, que nuestra incorporación a las universidades está totalmente avanzada, sin embargo los propios afectados no firmamos contratos todavía. Queda la incertidumbre en el marco de un ajuste para las universidades dentro del Presupuesto 2018 y para el sector de Ciencia y Técnica nuevamente.
RT: Para nosotros, este conflicto es apenas la punta de un iceberg porque dentro de poco tiempo van a salir los nuevos ingresos a la carrera del Conicet. Cada año se hacen evaluaciones por pares, hay científicos que evalúan el ingreso a la carrera de investigador de estos científicos que terminaron su formación doctoral y posdoctoral. Sabemos, por compañeros que integran esas comisiones, que hay un pedido explícito de que no se recomiende a tanta gente como el año pasado. Recomendado quiere decir que atravesó todos los estamentos de evaluación que se exigen, que son muy altos, para ingresar a la carrera de investigador científico. Por un lado, siguen sosteniendo desde el Ministerio que se mantiene el Plan Argentina 2020 que implicaba un crecimiento del 10% anual con una proyección para el crecimiento y disminución de la edad media de los científicos de la planta del Conicet, y contrariamente a eso, se pide que no se recomiende tanta gente. Por otra parte, se está diciendo que van a entrar como jefes de trabajos prácticos, JTP, y esos cargos se concursan abiertamente, cada tres o cuatro años. No se respetaron esos puntos del acta que hablaban de mantener las condiciones laborales.
MK: Tampoco se pudo negociar un nivel salarial mínimo para los que vayamos a ingresar a las universidades, es decir, que para muchos significa una reducción del 10%, el 20% y hasta el 40% de su salario. Además, no se está reconociendo la antigüedad como trabajadores del Conicet, solo nuestra actividad docente, la cual es variable para cada uno, por eso también fluctúa mucho el nivel salarial que vamos a tener en las universidades.
–¿Qué pasó desde aquel ministro Barañao que hablaba del Plan Argentina Innovadora 2020 a este de hoy?
RT: Es lo que muchos nos estamos preguntando. Cuando el ministro habla, o el jefe de Gabinete, Marcos Peña, habla de ciencia útil y ciencia inútil, emprendedurismo contra ciencia básica, lo que estamos haciendo es desguazar un proyecto de ciencia y tecnología que permite que un país en el siglo XXI tenga una sociedad soberana tecnológica y científicamente. Hoy hay un contexto de desguace de la producción pública de medicamentos, del Arsat, de la fabricación de aviones argentinos, del desarrollo de software para determinadas empresas de producción nacional.
GG: Más allá de que Barañao se haya quedado, el plantel de funcionarios por debajo de él cambió, quedó la figura que podía ser el interlocutor válido porque tenía cierto prestigio, pero el Ministerio cambió. Cuando Macri asumió, dijo que la Argentina tenía que ser el supermercado del mundo, y un supermercado no necesita de desarrollo técnico y científico, él piensa más en términos de comprar y adquirir patentes o tecnologías afuera, y el desarrollo de ciencia básica no es tan importante.
–¿Prevén que se puede llegar a producir una nueva fuga de cerebros?
MK: Es una posibilidad. Y que se deje de producir ciencia en el país es como plantear que se deje de producir educación de calidad, acceso a la salud de calidad, y así sucesivamente; podemos seguir nombrando derechos cuya responsabilidad de garantizar corresponde al Estado.
GG: Sí, la idea es depender de lo que se pueda comprar afuera y no producirlo acá. La Argentina se ha destacado históricamente por tener una capacidad de producción científica de alto nivel y lo que pasó en los últimos años es expresión de esto. Si yo soy un investigador doctorado en el exterior que volvió a la Argentina en los últimos dos años para ingresar a la carrera del Conicet y me ofrecen un salario de 21.000 pesos para dar clases, seguramente voy a buscar opciones afuera, es lógico.
–¿Consideran que el ciudadano común comprende la gravedad de que un país deje de hacer ciencia?
RT: En este momento y gracias a cuestiones que tuvieron que ver con la popularización de la ciencia, no solamente los programas de televisión como el de Adrián Paenza, sino también Tecnópolis, pudimos contarle a la gente lo que nosotros hacíamos. Cuando un país genera su propia ciencia y avanza, genera una masa crítica. Cuando hay un volumen de científicos trabajando, pensando en conjunto, transdisciplinariamente, la transferencia a la población está más cerca. La producción pública de medicamentos, de vacunas nacionales, de tecnología nacional, es un ejemplo. Esto no existe sin pensar en políticas públicas.
MK: Cada vez que se hizo público nuestro conflicto, tuvimos mucho apoyo de la sociedad en general; incluso cuando tuvimos las dos ocupaciones del Ministerio, los vecinos nos traían comida, bebidas, todo el mundo se solidarizaba permanentemente con la toma tocando bocina, fue algo masivo, estamos muy agradecidos.
–¿Qué cantidad de científicos tiene Argentina? En Australia se habla de nueve investigadores cada 1.000 habitantes…
RT: Acá son entre tres y cuatro por cada 1.000 habitantes.
GG: La idea del Plan Argentina 2020 era llevar ese número a cinco, para llegar a un promedio similar al que tienen países de Europa. Los países que han hecho saltos tecnológicos más altos tienen valores mucho más grandes, como por ejemplo Corea del Sur, Finlandia o Dinamarca.
RT: No es lo mismo pensar en un país periférico que necesita un crecimiento todavía de base, que un país que tiene otro tipo de tecnología y es un país central. Necesitamos más aún esa inversión y proyección.
GG: Justamente, esa desigualdad tiene que ver con falta de desarrollo tecnológico. Si tenés un mayor desarrollo en ciencia y tecnología en el mediano plazo vas a producir tus propias computadoras, tus propios celulares.
MK: Es sabido que la inversión en ciencia, ya sea básica o aplicada, está asociada estadísticamente con un crecimiento económico, pero acá estamos atrasando las discusiones, ya sea en esto o en la ciencia «útil o la ciencia dura», son caracterizaciones que son del siglo pasado.
GG: La dicotomía ciencia aplicada-ciencia básica es falsa, vos no podés tener ciencia aplicada si no tenés antes ciencia básica. Son dos procesos de producción de conocimientos distintos, no podés pretender tener tecnología para que las empresas mejoren su productividad o tener determinadas vacunas para mejorar la salud de la población si antes no hiciste miles de horas de experimentos base.
–¿Cómo ven el futuro del conflicto?
MK: Es muy difícil, yo como científica me considero trabajadora, vivo de esto, todos tenemos dedicación exclusiva a nuestra investigación, pero estoy muy preocupada y esperando que se resuelva por condiciones dignas de trabajo.
RT: Los que somos parte de la carrera de investigador del Conicet estamos acá no solamente porque nos solidarizamos, sino porque este es un problema de todo el sector de ciencia y de las universidades. El futuro no parece ser promisorio a la luz del pedido del presidente sobre más ajuste.

Fotos: Horacio Paone