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Claves del mundo Pro

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Sergio Morresi y Gabriel Vommaro, investigadores que siguieron de cerca la trayectoria política de Mauricio Macri, analizan sus primeros pasos en la presidencia.

 

Análisis. Morresi y Vommaro: polítólogo y sociólogo coinciden en que sectores progresistas subestimaron las posibilidades electorales del actual presidente.

Cómo hizo Mauricio Macri para ganar las elecciones presidenciales? ¿De qué manera consolidó al Pro? ¿Qué diferencias tiene con otras experiencias históricas de la derecha argentina? Muchos se hacen estas preguntas por estos días, pero un grupo de investigadores académicos viene intentando desde hace años responder a esos interrogantes. Gabriel Vommaro es sociólogo, doctorado en la École de Hautes Études en Sciencies Sociales de París e investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Sergio Morresi, en tanto, es doctor en Ciencia Política de la Universidade de São Pablo, Brasil. Ambos empezaron a indagar acerca de cómo se desarrolló el Pro mucho antes de sospechar que Mauricio Macri sería presidente. Su libro Hagamos equipo. Pro y la construcción de la nueva derecha en la Argentina compila el trabajo realizado durante años junto con un grupo de investigadores de diversas disciplinas. Este libro de investigación académica llega después de Mundo Pro, un trabajo periodístico sobre el mismo tema que logró gran repercusión.
–¿En qué medida el Pro combina populismo y liberalismo?
Morresi: Es un partido pragmático, que tiene rasgos liberales y rasgos populistas como cualquier partido en la Argentina. En ese sentido, no es tan diferente del resto. Sí es diferente de otros partidos que ocuparon el mismo rol o espacio en el pasado. Esto si pensamos en partidos de derecha, pero también si pensamos en el radicalismo, que más allá de algunos dirigentes, nunca fue un partido tan pragmático como se propone ser Pro. En eso se parece más al peronismo. No se propone convalidar una doctrina. No hay un documento de Avellaneda, no hay veinte verdades. No se quiere convencer a la ciudadanía. La idea es presentar un nuevo estilo de gestión, que incluye gente que no viene de largas trayectorias políticas y quiere aplicar esa nueva forma de gestión como si fuera un nuevo proyecto de país. Eso lo hace, efectivamente, distinto.
Vommaro: Que podamos pensar el populismo en el Pro tiene que ver con cómo comenzó a gobernar. ¿De qué hablamos cuando hablamos de populismo? Si consideramos lo que pensaba Ernesto Laclau, de una lógica dicotómica, esto no es un populismo. Si hablamos en términos de estilo de ejercer el poder, creo que es una centroderecha pragmático que puede tomar cómodamente del bazar de las tradiciones políticas elementos diferentes. También toma algunas cuestiones de los partidos populares argentinos, por ejemplo, su flexibilidad en la interpretación de las leyes.
–Sobre la base de lo que investigaron, ¿qué análisis hacen del baile de Macri en el histórico  balcón presidencial, el mismo al que salía Perón?
Vommaro: Hay un proyecto de sociedad en Pro, que tiene que ver con la idea de un partido del hacer, donde el management ocupa un lugar central. Ese repertorio de acción del mundo privado, la idea es llevarlo al mundo público, porque hay alguna virtud ahí para extrapolar. Ahora, estéticamente el Pro también tiene un proyecto. Y el proyecto del Pro es de no conflicto, de felicidad. Los tres dirigentes que asumieron los gobiernos de Nación, Ciudad y Provincia hablaron de felicidad.
Morresi: Y de amor.
Vommaro: Sí, el amor y la felicidad son términos que el peronismo también utilizó mucho. No son dos términos extraños a la filosofía política de este país. Lo que ocurre es que la felicidad era la felicidad del pueblo y el amor, el amor al líder y viceversa. Acá, tiene que ver mucho más con la realización personal, en un formato más vinculado a la autoayuda que a la épica popular. La fiesta, en este caso, ocupa un lugar importante. Es similar a la fiesta de fin de año de una gran corporación. Lo sorpresivo es que se haya trasladado de Costa Salguero al balcón histórico de la Plaza de Mayo.
–¿Qué rasgos encuentran en la figura de Macri como líder político?
Morresi: El Pro es un partido que se construye alrededor de un líder. Macri era una figura pública mucho antes de dedicarse a la política. Decidió no ser fagocitado por el peronismo, sino hacer su propio partido. Logró armar su propio equipo. Es un equipo muy diverso internamente. El Pro es muy heterogéneo. En las encuestas que hicimos, se ven las diversas procedencias y no piensan igual los que vienen del radicalismo, que suelen ser más de centroizquierda, que los peronistas o los que vienen de la Ucedé. Lo que mantuvo unido a toda esa gente es el lugar de un líder. Macri se comporta como primus inter pares, de manera tal que las acciones de cada facción compiten por la mirada de ese líder. Muchas veces, Macri no es un tomador de decisiones: lo digo pensando en esas leyes en las que dio libertad de acción.
Vommaro: Tienen ideas económicas, no obstante, en las que son muy homogéneos y son ideas de centroderecha. Es importante la decisión de Macri de crear y mantener un partido. Francisco de Narváez decidió no hacer un partido propio. Pero el gran espejo es Elisa Carrió, que armó diferentes formaciones políticas y las fue desarmando al ritmo de los posicionamientos coyunturales. En cambio, los posicionamientos coyunturales de Macri se acoplaron bien con la evolución del partido. Si mirás el gabinete nacional, la mayoría de los puestos relevantes son cuadros partidarios del Pro, «Pro puros». Son Pro formados en el Pro, como Marcos Peña o Fernando de Andreis. Hicieron carrera adentro del partido. Algunos tenían participación anterior, otros no tenían nada. Otro punto tiene que ver con la construcción ética y estética de Macri: él hizo un fuerte trabajo para despegarse de todo lo que lo vinculaba con ser un empresario frío, ajeno o contrario a lo público. Esa conversión de «Macri» a «Mauricio» trae una serie de atributos afectivos. Macri se rehízo como personaje público. Era un recién llegado en 2003. Tiene trece años de carrera política. O veinte, si contamos Boca. Después de mostrar las arrugas, mostrar a su hija, ya nadie se acuerda de que a Macri le daba impresión el contacto físico.
–¿El progresismo subestimó a Macri?
Vommaro: Claro que sí.
Morresi: Cuando nosotros empezamos nos decían: «¿Para qué van a investigar eso, si es un tonto que, cuando se le acabe la plata, se pincha?». Ese prejuicio tiene que ver con entender la política de una manera muy tradicional y no haber sabido leer la crisis de 2001. Nada de esto hubiera sido posible sin esa crisis. Incluso, sin los 90. El neoliberalismo aplicó una reforma que atacó a la sociedad por entero. No solo a los sectores populares, sino también a la clase media-alta profesional y a sectores del empresariado. La sociedad reaccionó activándose. Del lado popular, surgieron los sectores piqueteros y también sindicatos. Pero hay que tener en cuenta que del lado de sectores empresariales, también se crearon think tanks, fundaciones, consultoras. Macri, igual que Néstor Kirchner, entendió que tenía que tomar parte de esa sociedad que se movilizó en 2001. Para el progresismo pasó desapercibida esa otra parte de la activación social, que provenía de las clases altas.
–¿Qué diferencias encuentran entre el Pro y el kirchnerismo, con respecto al personalismo?

Morresi: La idea del equipo es central para el Pro. Con las inundaciones, Daniel Scioli se había ido de viaje y su ausencia fue el tema central de indignación. Cuando fueron otras inundaciones en la Ciudad, la ausencia de Macri fue señalada con indignación, pero no implicaba la ausencia del Pro, porque había otras partes del equipo, que de hecho cobraron mucha notoriedad, como María Eugenia Vidal.
Vommaro: No solo entre el Pro y el kirchnerismo hay diferencias ideológicas, sino de estilo de construcción política y de arraigo sociocultural. La idea de los equipos no es solo algo que le puede haber traído Jaime Durán Barba. Es también consistente con la traducción al mundo político de los formatos de acción del mundo privado. En el mundo de la gran corporación, el trabajo en equipo es básico. Es una virtud. Buena parte de las políticas públicas del Pro tienen que ver con tomar cuestiones del mundo privado. Fijate los Centros de Gestión y Participación (CGP) porteños, allí hay gente pensando en cómo es tu experiencia de contacto con la comuna o con el Estado. No pasa porque el hospital tenga los insumos, sino porque puedas sacar el turno por Internet, que llegues al CGP y te encuentres con un lugar agradable. Esas cosas son calcadas de la idea de la experiencia de compra. Están todo el tiempo pensando en cómo mejorar la experiencia del consumidor. El kirchnerismo, estéticamente, está pensado en relación con otros mundos sociales.
Morresi: Venimos de varios años de una estética del sacrificio, de pongamos el hombro para que los que no pudieron salir, salgan del infierno. Y ahora vienen y te dicen: no te sacrifiques más. Vamos a hacer lo posible para que vos disfrutes. Vamos a hacer una fiesta. Todo en el sentido del placer. Es fuerte el contraste.
–¿La inclusión de los gerentes o ceo tiene arraigo en esta idea de «meterse en la política»?
Morresi: Es la lógica de que el país está mal gerenciado y que debe ser gerenciado por quienes tienen éxito en el mundo capitalista. El problema de eso implica que la buena administración solo es posible en el mundo privado, porque hay un único objetivo: el lucro. En la gestión pública, no solo hay múltiples objetivos, sino que hay demandas contradictorias. Eso va a depender de la negociación política.

Vommaro: En Pro hay un proyecto civilizatorio y refundador que tiene que ver con transformar a una sociedad pesada y estatalista en otra flexible, de emprendedores, con un Estado socio del mundo privado. A eso se adosa otra promesa: la republicana. El Pro la fue adquiriendo en la medida que se fue perfilando como gran opositor al kirchnerismo. La promesa de un estilo menos confrontativo, de un respeto por la transparencia o de la división de poderes, que fue dejada de lado por el kirchnerismo. Estas dos promesas pueden estar en tensión, porque quizás para reformar la sociedad no alcanzan los buenos modales, dado que aparecen resistencias plebeyas e igualitarias.
–El Pro ha confrontado con distintos sectores. Por ejemplo, con los gremios de docentes…
Vommaro: Pero sin la impronta de Cristina Kirchner de mantener el conflicto como una lógica de construcción de poder. El Pro confrontó con los gremios docentes y después arregló.
–¿Qué diferencial les agregó Macri a los partidos de derecha?
Vommaro: Macri no llega solo con el Pro, llega con los radicales. Su alianza se parece más al espacio no peronista: se parece más a la Alianza que a la Ucedé.
–Un tercer partido, como era –salvando las distancias– el FREPASO.
Vommaro: Con dos novedades, primero, que es una alianza de centroderecha. Segundo, que el radicalismo ya no es el socio mayor, sino el socio menor.
Morresi: El Pro no podía ganar solo. Ganó en una situación que se le fue ajustando como un guante a la mano. Eligió el nombre Cambiemos en un año en donde todos hablaban del cambio, desde Sergio Massa hasta Daniel Scioli. Tomó la decisión de no cerrar con Massa y mantener el Pro puro. Le dijo no al espacio peronista no kirchnerista y consiguió votos de ese espacio igual. Y, por supuesto, hubo desinteligencias del partido gobernante: fractura del peronismo en dos, fracturas internas del kirchnerismo que imposibilitaron una buena campaña.
–De hecho, cuando Macri gana la Ciudad también lo hace por una fractura: Jorge Telerman y Daniel Filmus.
Vommaro: Claramente, cuando Macri gana la Ciudad lo que se había fracturado era la coalición ibarrista. Macri se queda con una pequeña parte de eso y le permite ganar. Pero recordemos que Martín Lousteau se benefició de una coalición similar, que se armó en las urnas y a pesar de los dirigentes. No debemos exagerar las victorias a la hora de analizar el crecimiento de unos y la caída de otros. Lo importante es saber qué va a pasar con este experimento nuevo en el poder. Tenemos que mirar qué es este nuevo no peronismo de centroderecha y cómo logra combinar su proyecto con su estilo de conducción. También qué va a pasar culturalmente con el Pro, porque el peronismo fue un gran productor cultural (Tecnópolis, el Bicentenario) y construyó símbolos, que se vieron luego en esa militancia de base y cultural. ¿Cómo va a lidiar con eso el macrismo?

Morresi: Hasta ahora hizo eventos y no hitos.  Me intriga mucho cómo el Pro va a gestionar en condiciones no favorables. Al lado de las gestiones de algunos municipios de la provincia, la Ciudad de Buenos Aires es Disneylandia. Buena parte de esa gestión, que en el contraste era maravillosa, se pudo hacer porque Buenos Aires es una ciudad rica. En la política nacional, no sé hasta qué punto funciona la lógica del CEO, porque algún sector de la sociedad va a tener que resignar parte de sus salarios o de sus ganancias. La resignación (de salario, de ganancias, de derechos) nunca formó parte de la lógica del Pro. No sé cómo el Pro va a lidiar con el no éxito en la gestión.

—Werner Pertot
Fotos: Juan C. Quiles / 3 Estudio

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