Mientras comienza a cambiar la orientación de las políticas heredadas del macrismo, la ministra de Seguridad afronta el escenario inesperado de la pandemia y el aislamiento social. La coordinación con las provincias y la formación de los efectivos, entre sus prioridades.
15 de julio de 2020
Con un bajo perfil mediático y una larga trayectoria académica, la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, repasa en detalle las acciones concretas que en este breve tiempo ha llevado a cabo su cartera, así como los inesperados desafíos que se le plantearon al comenzar la cuarentena, desde tener que trasladar efectivos de distintos puntos del país para realizar los controles de circulación, hasta deber encargarse de la repatriación de quienes quedaron aislados en el exterior al comienzo de la pandemia.
Antropóloga, profesora de la Universidad Nacional de Quilmes, fue subsecretaria de Formación del Ministerio de Defensa de la Nación entre 2009 y 2011, cuando estaba al frente de la cartera Nilda Garré. Frederic fue acercándose a las posiciones del Frente de Todos a partir de su participación en la agrupación de intelectuales Agenda Argentina, durante el período macrista. Allí Santiago Cafiero, hoy jefe de Gabinete, puso el ojo en sus ideas sobre seguridad.
Al preguntarle por las reiteradas críticas de su par bonaerense, Sergio Berni, les baja el tono, pero destaca la importancia de quienes han sido elegidos por el voto popular y agrega que los demás «somos cartón pintado». Por eso asegura que la dejan tranquila sus conversaciones con el presidente Alberto Fernández y con el gobernador Axel Kicillof, remarca que los funcionarios no son imprescindibles y que «podría haber sido otra la elegida para el Gabinete y hoy seguramente estarían pasando cosas muy parecidas a las que están pasando. Creo mucho en las construcciones colectivas y los que ocupamos ciertos lugares debemos ser la expresión de esa construcción».
–¿Cuáles eran los desafíos que esperaban encontrar al asumir?
–Una idea trabajada en Agenda Argentina era mejorar el bienestar de las fuerzas de seguridad. Las condiciones en que desarrollan su tarea es un tema importante para la calidad del trabajo y cómo se trata al ciudadano. Otro lineamiento central era tener una mejor evaluación de los procedimientos y el desempeño en el accionar de las fuerzas. La otra es tratar de mejorar en el área de investigación criminal de la Policía Federal. Que no sea una fuerza que reemplace a las provinciales, sino apuntar a las grandes organizaciones y redes. Por otra parte, además de esos temas que veníamos trabajando, nos encontramos con un ministerio muy porteñocéntrico, sin una mirada federal. El patrullaje en la frontera estaba muy fragmentado a través de convenios puntuales con ciertas provincias. También recibimos una cuestión muy compleja con respecto a los aborígenes en el sur de nuestro país, en la zona del lago Mascardi. Nosotros tratamos de darle otra orientación a esa problemática. La Justicia nunca aportó evidencias de la presencia de organizaciones terroristas. Hay, sí, muchos hechos de vandalismo que provocaron destrozos considerables, pero no se han encontrado arsenales ni nada que nos haga decir que está en riesgo la seguridad nacional. Nosotros no estamos utilizando a las fuerzas federales como principal línea de choque. Estamos acudiendo a otros actores para poder llevar este conflicto a una mesa de acuerdo.
–¿Qué escenario le plantea la cuarentena al Ministerio?
–Nos pone ante muchos desafíos. Se conformó el Comando Unificado COIVID-19, que fue de gran ayuda porque es un espacio donde llegan todos los pequeños conflictos: transportistas que querían pasar de una provincia a la otra, gente que había quedado varada, o que tenía a sus familiares lejos y necesitaba volver a Buenos Aires. Todas estas situaciones se procesan ahí y se las coordina con los otros ministerios. Otro desafío enorme fue la repatriación de argentinos en el exterior, a cargo de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Hubo que coordinar con personal de Sanidad de Fronteras y con el Ministerio de Transporte para poder llevar a la gente que volvía a los hoteles para que queden aislados o a sus provincias.
–En su momento se mencionó la posibilidad de hacer «ciberpatrullajes» para medir el humor social durante este período. ¿De qué se trata esta medida tan cuestionada?
–Nosotros nos encontramos con resoluciones que sabíamos que estaban de la gestión anterior y que derogamos y cosas que no sabíamos que existían. Por ejemplo, lo del ciberpatrullaje. Nadie lo advirtió, era una resolución que tenía una ambigüedad muy grande entre la tarea de inteligencia, la de prevención y la de investigación. Nosotros dictamos una nueva resolución que rompiera con eso, le dimos intervención a las organizaciones de la sociedad civil y hay una mesa consultiva con diputados de la oposición para que puedan monitorear el funcionamiento de ese protocolo. La idea fue convertirla en una figura preventiva con las fuentes digitales abiertas que excluyó las redes sociales, Facebook o Twitter. Lo que permite, en un tiempo en el que mucha gente está interactuando en internet, es encontrar señales de alerta que obligan a las fuerzas a dar rápidamente intervención a la Justicia. Es simplemente alertar en tiempo de pandemia. O sea: cuando el aislamiento preventivo obligatorio se termina, cesa esa resolución. Y una cosa importante es que eliminamos el delito de intimidación pública.
–Sergio Berni dijo que no reciben apoyo del Ministerio nacional, que no trabajan en conjunto y que no habla con usted desde marzo.
–Con provincia de Buenos Aires estamos trabajando desde enero, cuando se estableció una mesa de comando unificado. Ahí nos pareció importante la participación de las Secretarías de Seguridad de los municipios. Estamos trabajando en La Matanza, en Quilmes, hubo operativos de saturación en Lomas de Zamora, San Fernando y Malvinas Argentinas. Hubo fuerzas federales en combinación con policías de la provincia en base a los mapas del delito hechos en cada lugar a partir de las denuncias que manejan en los municipios. Así somos más eficientes y apuntamos a lugares más complicados. El hecho de incorporar a las Secretarías de las municipalidades hizo que la coordinación sea más robusta todavía. Pero te aclaro que ni Berni ni yo estamos sentados en esa mesa. Allí trabajan las segundas líneas. De todas maneras, a Berni lo vi hace pocas semanas.
–El ministro bonaerense tiene un perfil más punitivista, contrario al suyo, ¿se puede trabajar en forma coordinada de todos modos?
–El país tiene una diversidad enorme de ministros de Seguridad que hacen cosas muy diferentes. Las provincias son autónomas, cada provincia puede definir su política de seguridad. Y eso lo decide el gobernador. Insisto, acá lo importante es quién es elegido por el voto popular, el resto somos cartón pintado: estamos, pero podemos no estar. Hasta ahora lo que ha hecho la provincia de Buenos Aires en materia de seguridad te diría que no es muy diferente a lo que hicimos nosotros, más allá del discurso. Tampoco en los diálogos que he tenido con el gobernador y hasta con el mismo Berni. Yo veo mayores diferencias con el accionar en otras provincias, algunas también del mismo signo político que Nación. Creo que el federalismo implica un respeto a esa diversidad y hay que lidiar con eso.
–El caso de Facundo Astudillo Castro, quien despareció cuando se dirigía a Bahía Blanca procedente de la localidad bonaerense de Pedro Luro, pasó al fuero Federal. ¿Qué participación está teniendo su ministerio en la investigación?
–Estamos trabajando en la investigación a través de la Policía Federal como auxiliar de la Justicia. Y con el Sistema Federal de Búsqueda (SIFEBU). También dimos respuesta a las consultas que hizo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos enviando a Cancillería, a través de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, los detalles de nuestra participación dentro del programa SIFEBU.
–¿Hay un incremento de la denominada inseguridad en el Conurbano durante la cuarentena?
–A nivel nacional, lo que nosotros vimos, por la cantidad de homicidios y datos de las investigaciones criminales preliminares, es un descenso de un 75% de los delitos durante los primeros dos meses de cuarentena. Pero cuando subió la circulación, comenzó otra vez a subir el delito. Hubo sí en provincia de Buenos Aires algunos hechos muy violentos en el último mes.
–En este último período se difundió una serie de ataques a silobolsas, ¿cómo analiza lo que está ocurriendo?
–Para nosotros es muy importante tener información sobre lo sucedido. Y también sobre las denuncias judiciales. Para, no solo prevenir, sino también contribuir a la sanción. Yo propuse que, en el Consejo de Seguridad Interior, se junten los ministros de Agricultura y de Seguridad de las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires y nos brinden información para hacer una georreferenciación de dónde están ocurriendo estos hechos y tener una política más proactiva. Y aclaré que este no es un delito federal, pero nos moviliza porque estamos hablando de un recurso alimentario, que además deja divisas importantes para nuestro país. Es un recurso estratégico. El presidente así lo considera, por eso me pidió esa reunión con los productores y el ministro de Agricultura.
–Entre lo heredado de la gestión anterior se encuentra la llamada «doctrina Chocobar». ¿Cuesta desterrar ese concepto de las fuerzas?
–No creo que esa sea la mentalidad de todas las fuerzas. Ya en su momento cuando Patricia Bullrich reivindicaba ese accionar, yo hablaba con gente de Gendarmería o de la Federal y muchos me decían que era una barbaridad o que el código de procedimiento penal dice otra cosa. Es probable que algunos efectivos hayan estado de acuerdo con la «doctrina Chocobar», como algunas personas de la sociedad, pero no todos. Y evitar que ese comportamiento ocurra es una tarea constante que implica trabajar sobre el adiestramiento y sobre el reentrenamiento de las fuerzas. Por eso vamos a armar un centro de reentrenamiento por el que pasen no solo las fuerzas federales, sino también las provinciales. Es central tener un espacio donde el personal pueda revisar el Código Penal, las prácticas, reentrenarse para eso y reflexionar sobre lo que hacen. Y no nos referimos solo a la formación básica, vamos a apuntar a lo que pasa en los 30 años posteriores.
Fotos: 3Estudio/Juan Quiles