Voces | ENTREVISTA A CLAUDIA CESARONI

«Una pena de muerte en vida»

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Alberto López Girondo

El asesinato de Fernando Báez abrió un debate en el que la voz de la abogada se destacó por su crítica a los lugares comunes punitivistas. El «festival de perpetuas».

Foto: Juan Quiles/3Estudio

Abogada y magíster en Criminología, Claudia Cesaroni es autora de varios libros sobre la temática. Es docente y trabajó en la Procuración Penitenciaria y en la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Este verano fue, como se dice, «furor en las redes» por sus posturas contra la corriente punitivista en los juicios que más impactaron en los medios: contra los jóvenes que mataron a Fernando Báez Sosa y las autoras del el crimen del niño Lucio Dupuy. «Me cuesta mucho no decir cosas, no intervenir en la discusión pública con temas que a mí me interesan y donde me parece que tengo una mirada que no es la más habitual –asegura–. En el caso de los chicos llamados “rugbiers” –yo no los llamó así porque ni siquiera todos son rugbiers– se construyó una especie de estereotipo clasista un poco traído de los pelos. Las cosas que dije este verano las empecé a decir hace tres años, cuando sucedió el hecho. Lo que empecé a decir fue “ojo, porque se está hablando de un homicidio con alevosía y eso quiere decir prisión perpetua, y eso hoy es una pena de por vida”. Eso produjo también muchos insultos, pero en ese momento la exposición del caso era mucho mayor y, por ende, cualquier posición que no fuera exactamente lo que todo el mundo decía».
¿Por qué tanta mediatización?
–No soy experta en medios, pero recuerdo que otro verano fue el caso Lola Chomnalez, y también 24 x 24. Otro fue Nisman, mucho antes Monzón, Olmedo. Hay que llenar el verano con algo que sea atractivo. También en este caso incidió el rol de (Fernando) Burlando, porque la querella le dio una entidad para el mal, a mi manera de ver las cosas, que probablemente otros juicios no tienen. Todos los días él era como una estrella, el juicio empezaba más tarde porque él tenía que hacer declaraciones a la prensa. Luego está la característica de los victimarios y de la víctima.

«Las propuestas de reforma no las escribió Blumberg sino su asesor jurídico, Roberto Durrieu, quien fue subsecretario de Justicia de Videla.»

Los victimarios son de clase media.
–Sí, pero en términos de, comillas, «atractivo para el morbo», son ocho pibes contra otro pibe. El otro caso, más horrendo si cabe, también de morbo: una mamá lesbiana con su compañera, con todo el discurso de odio y el aprovechamiento para construir mensajes odiantes.
¿Este tipo de condenas es fruto de las reformas de Blumberg-Petri?
Todo empieza en algún sentido con estas reformas manoduristas brutales con otro caso que tuvo mucho impacto, como fue el asesinato de Axel Blumberg, en marzo de 2004. Todas las propuestas que hizo el padre fueron aprobadas. Yo siempre cuento que las propuestas de reforma no las escribió Juan Carlos Blumberg sino su asesor jurídico, que ya falleció, Roberto Durrieu, quien fue subsecretario de Justicia de Videla y uno de los arquitectos jurídicos del Terrorismo de Estado. Ese señor escribió el petitorio que Blumberg presentó en la marcha del 1° de abril de 2004. Y nuestro Parlamento votó esas reformas escritas por un funcionario de la dictadura. Los legisladores que se atrevían a rechazar algo, sin embargo, decían: «Esto no sirve, lo sabemos, pero la demanda de la sociedad…». Algo que me parece muy grave es el discurso de que «con el dolor de las víctimas no se puede discutir». Y ahora me decían lo mismo, cómo iba a discutir la perpetua. Con eso de que con el dolor no se discute se hacen cosas que producen más dolor. La última reforma es de 2017, a propuesta del diputado Luis Petri (del PRO), también tras un hecho que provocó mucha conmoción pública que fue el femicidio de Mica García, una militante del Movimiento Evita, hermosa, luminosa, solidaria. La brillante solución fue quitarles prácticamente la libertad condicional a todos los presos que cometan delitos desde 2017.

¿Delitos penales?
–Sí, pero no solo delitos de sangre. Hay una larga lista que incluye la tenencia de estupefacientes para la comercialización. Una persona podía tener cuatro años y seis meses, y ahora la tiene que cumplir de punta a punta. Se ha terminado en la práctica con lo que teníamos y tienen los países que miramos como modelo, el «régimen de progresividad de la pena». Significa que a medida que la persona presa cumple ciertos requisitos de comportamiento tenía acceso a salidas transitorias hasta los dos tercios de la condena y luego libertad condicional. Si es prisión perpetua, antes de Blumberg los tenía a los 20 años, hasta 2017 a los 35 años, y ahora nunca. Ahora a estos pibes, a Nahir Galarza, a la mamá de Lucio y todas las perpetuas que están poniendo –porque hay como un festival de perpetuas– se les está diciendo: «Vos no vas a volver a salir a la calle hasta dentro de 50 años». Eso no ha evitado que se repitan crímenes. El femicidio se incorporó al Código Penal con prisión perpetua. ¿Hay menos femicidios ahora? Por eso decimos que es pura venganza. Como en nuestro país no hay pena de muerte, lo más parecido a la pena de muerte es la muerte en vida. 

Foto: Juan Quiles/3Estudio

Otro caso fue el de Maribel Salazar, la mujer policía asesinada en la estación Retiro del subte
–Ahí también dije algo y se desencadenó un trolaje: que a esa mujer le sacaron un arma demasiado fácilmente. Eso no significa culpabilizarla a ella. En todo caso significa denunciar la mala capacitación, que estaba sola…
En las películas los policías siempre van en pareja.
–Es una cosa básica, ese nivel de mala formación pone en riesgo a los propios policías y a terceros, porque esa persona podía haber matado a cualquiera que pasara por ahí. Otra situación es cuando policías persiguen a 100 km/h en patrulleros en medio de la ciudad. Denunciar eso significa denunciar formas de violencia estatal. La violencia estatal también se expresa cuando pone en riesgo a la propia fuerza, o que el policía no sepa cumplir con su tarea sin ponerse en riesgo a sí mismo o a la persona que cometió un delito, porque a ella también se le debe preservar la vida. En 1999 (Carlos) Ruckauf ganó la gobernación (de la provincia de Buenos Aires) diciendo «hay que meter bala a los delincuentes». En ese contexto sucedió la masacre de Ramallo en el Banco Nación. Después se lloran esas situaciones. Yo comparaba la respuesta punitiva que hubo en el caso de Fernando Báez Sosa, a mi juicio absolutamente exagerada, y el caso de David Moreira, un chico también de 18 años que en 2014 intentó robar una cartera en un barrio de Rosario, salió corriendo y vecinos organizados en una autodefensa barrial le pegaron, no un minuto como a Fernando, sino 15 minutos sin parar. Solo hubo una condena por ese caso, de tres años, a uno de los reconocidos en el video. Allí las marchas eran «por la libertad de nuestros vecinos». La mamá de David nunca logró ni la millonésima parte de empatía, amor, cercanía, que recibe la mamá de Fernando, porque era la mamá de un delincuente. Se tuvo que ir a vivir a Uruguay.

«Se ha terminado en la práctica con lo que teníamos y tienen los países que miramos como modelo, el “régimen de progresividad de la pena”.»

El carnicero de Zárate, Daniel Oyarzún, fue absuelto en un juicio por jurados.
–Ese es otro caso de lo que se llama «justicia por mano propia», que en realidad es venganza. ¿Qué justicia es esa? tenés un negocio, entran a robar, te sacan 5.000 pesos, no te lastiman, no te hacen nada, te subís al auto y los aplastás contra una columna, sos un héroe y además te premian con un cargo público. Pero insisto, hay muy pocos que se plantan frente a esto. Yo creo que hay que atreverse a dar una discusión no solo de la efectividad de este tipo de medidas, que no la tienen. Todo esto está enmarcado en una derechización de nuestra sociedad y de nuestra comunidad política, que no solo sucede en Argentina, y lo que más me preocupa y trato de alertar es que ocurre en gobiernos populares de América Latina. Se vio en el Brasil de Lula y de Dilma con la «pacificación de las favelas».

«Lo que se llama “justicia por mano propia”, que en realidad es venganza, ¿qué justicia es esa? Hay muy pocos que se plantan frente a esto.»

¿Cómo maneja esta exposición en las redes?
–La gente que me quiere me reta. Me tomé vacaciones por unos días. Me afecta cuando el nivel llega a «ojalá no le pase nada a tu hijo». Eso me afecta en términos de pensar en las personas que más amo en el mundo. Yo explico cosas en las redes no para esa gente, sino porque me ha pasado de alguien que me dice «no estoy totalmente de acuerdo, pero no se me había ocurrido pensar las cosas así». Trato de tener una cosa pedagógica y además eso genera que me llamen de los medios y eso me abre espacios para plantear algunos temas en debate. 

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